Antonio Rodriguez Rubio
Cuentan que dos fueron a
robar en un corral y se iban a meter por el albellón de desagüe del mismo. Lo
que pasa es que el dueño del corral los estaba esperando por la parte de
adentro y al asomar el hocico el primero, le arrimó un garrotazo que lo dejó
sin dientes. Reculó con la mano en la boca y le farfulló al compañero la frase
del título de este escrito.
Aquí concurren dos
circunstancias:
- La del dueño que ejerció
la “legítima defensa” defendiendo su propiedad y,
- La mala leche del primero
que no dijo lo que le había pasado a fin de que el otro sufriera el mismo
“castigo”.
Y aquí estamos que después
de jugárnosla Rodríguez Zapatero, no nos advierten lo que nos van a hacer los
otros. Lo mismo, pero aumentado.
Están en caída libre y el
paracaídas de reserva, no es que esté roto; es que no hay. Y por eso, con la
mano en la boca farfullan no sé qué. Es que llevan el paso cambiao… Esto en
formación, queda muy feo; feo y que puede hacer perder el paso al resto de la
formación. Como no espabilen, van a salir como en el rosario de la aurora; a
farolazos.
Recuerdo a Julio Anguita
hablando de las dos derechas y las dos orillas.
Bueno, es que hace mucho que
no me meto con el que en otro tiempo fue el PSOE…
Unas personas que siguen lo
que escribo, me comentan que he perdido fuelle. Que tampoco es eso. Es cansera.
Lo mío, es la tautología.
tautología.
(Del gr. ταυτολογία).
1 f.
Ret. Repetición de un mismo pensamiento expresado de distintas maneras. DRAE.
Pero
una cosa es la tautología y otra; repetirse más que el ajo.
La
última vez que voté a la derecha, fue en 1.986 que lo hice al Partido
Reformista Democrático de Miguel Roca y Antonio Garrigues. Liberales ellos.
Entonces, como no voto a la derecha, no puedo pedir cuentas a la derecha; no sé
si me explico. En 2.003, fiché por IU y me presenté a las elecciones
municipales el segundo de la lista. Después de la torticera jugada de
Llamazares en 2.004, puse pies en polvorosa. En 2.008, por aquello del voto
útil, voté a Zapatero. El caso es que se me debió quebrar la muñeca al hacerlo.
Si yo no soy socialdemócrata, ¿quién me mandaría a mí votarlo? Soy marxista,
rojo, muy rojo; como el pimentón de Murcia. Es que el voto de castigo, se
vuelve contra el que lo pone. Dentro del PSOE, está Izquierda Socialista que es
la parte decente del partido. La parte socialista.
Pido
cuentas a aquellos a los que he votado.
Como
el 20N voté a IU, pediré cuentas a IU. Para empezar, me he afiliado al Partido
Comunista de España; no a IU, al PCE.
Con
vistas al próximo cónclave de IU para dentro de unas fechas, vuelve el
asturiano a joder la marrana. Como hace tanto que no ejerce la medicina, seguro
que ni se acuerda de diferenciar un sarampión de una rubeola. Y de algo hay que
vivir; pues: ¡de político! ¿Por qué no habrá seguido los pasos de Rosa Aguilar
Rivero? ¡Coño, que se vaya al PSOE!
No
trago a Llamazares aunque me lo mande el sursuncorda. ¡Izquierda Abierta!, amos
qué… ¿No se le pudo ocurrir esto mientras que fue Coordinador General? Lo mismo
si lo propone en lugar de dos diputados nos quedamos sin ninguno…
Cuando
yo era de derechas, había unos socialistas que habían cantado el caralsol
muchas más veces que yo; que vestían camisa azul y llevaban corbata negra.
Entonces eran de derechas y ahora; ahora, también. ¿A quién o quiénes engañan
con la chaqueta de pana?
Que
la derecha se comporte como se comporta, es lo normal; lo llevan de serie, es
cosa genética. Pero que los que dicen ser de izquierdas se comporten como se
comportan, va contranatura. El voto, no es un regalo, es un contrato. Un
contrato que se establece entre el que lo deposita y el que lo recibe. ¿Quién
ha roto su parte del contrato? Sí, ese “Contrato social” del que nos habló
Jean-Jacques Rousseau.
Del
mismo modo que dos no pelean si uno no quiere, en la voluntad del uno, se rompe
el contrato.
Aceptemos
la socialdemocracia como mal menor; la socialdemocracia, no el neoliberalismo.
El economista más influyente en la parte central del siglo XX, fue Lord John
Maynard Keynes. La política económica keynesiana, es compatible con la
socialdemocracia; con el neoliberalismo, NO. Con el neoliberalismo y su parte
más radical el neoconservadurismo, se impone la doctrina de la Escuela de
Economía de Chicago. Los “Chicago boys” o tiburones financieros. Estos fueron
los muñidores de la globalización; de la pobreza, claro. http://es.wikipedia.org/wiki/Chicago_Boys
Hay
una cosa cierta: ¡Qué unos somos los descalabrados y los otros se ponen la
venda!
Anda,
entra tú, que a mi me da la risa…
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