En
estos términos se ha referido Joaquín Almunia a la profunda reestructuración de
las Cajas de ahorro españolas. La frasecita no es casual y si la coletilla a la
que se agarran liberales y socialdemócratas tercera vía para justificar lo
injustificable: anteponer los intereses de mercados y banqueros a los derechos
de las personas.
Joaquín Almunia, Vicepresidente Comisión Europea |
No
es la primera vez que el Comisario de la UE se expresa en estos términos. Ya lo
hizo para referirse al plan de ajuste de Zapatero. Y si entonces no parecieron
importarle las consecuencias de aquellos ajustes para centenares de miles de
españoles, no van a importarle ahora los 12.000 despidos previstos en la parte
dolorosa del ajuste. Lástima que ni entonces ni ahora, escuchemos de este
caradura una sola exigencia de responsabilidad hacia sus colegas.
Almunia
forma parte de esa casta de canallas que ha devaluado los valores de la
izquierda hasta hacerlos irreconocibles para el gran público. Estuvo a punto de
llevar al PSOE al borde del precipicio y otro de su escuela le ha librado de la
pesada carga que suponía ser responsable del peor resultado electoral de este
partido. Pero, como estos socialdemócratas y liberales son el fondo la misma
cosa, le llegó rápido la oferta irrechazable para seguir al servicio del
dinero, su único dios verdadero. De fracasado en España ha pasado a
Vicepresidente de la Comisión Europea y desde este cargo dicta sentencia sobre
lo doloroso pero imprescindible.
Permítame
señor Vicepresidente de la CE sugerirle algunas medidas dolorosas pero
imprescindibles. Podrían empezar por hacer pública la lista que Hervé Falciani
entregó a la justicia francesa y en la que aparecen varios miles de evasores
fiscales europeos, entre ellos más de medio millón de españoles. Una vez conocida
la lista de delincuentes fiscales procédase a juzgarles y a aplicarles la Ley,
por doloroso que resulte.
Continúen
ustedes con los directivos de bancos y cajas de ahorro. Pocos se salvarían de
ser encarcelados en un país decente. Pero han tenido la suerte de nacer en
España, donde los indecentes aplican al pueblo medidas dolorosas pero
imprescindibles para seguir llenando sus bolsillos. Y ya puestos, que le parece
si aplicamos esta medicina a tantos empresarios ejemplares que nos recetan
trabajar más y cobrar menos mientras evaden cientos de millones y dejan pufos
que terminamos pagando quienes trabajamos más.
Por
cierto, no se paren. Una vez puestos hay que terminar la tarea y limpiar la política
de corruptos y maleantes. Ya sé que será doloroso apartar del poder a quienes
nos vienen gobernando desde hace siglos, sea al amparo de un dictador o bajo el
paraguas de esta alicorta democracia. Que más da el régimen si las familias en
el poder no han cambiado desde Fernando VII. Ah, en el camino no se dejen a los
funcionarios de alto rango, jueces, obispos y resto de la calaña que integra la
casta de los poderosos.
Hecha
la limpieza se podrían aplicar las medidas que usted nunca aplicaría. Por ejemplo
una política fiscal basada en los impuestos directos y en la progresividad. Se podrían
elegir otras prioridades para la inversión como la I+d+i, la extensión y
universalización de los servicios sociales básicos, las infraestructuras
vertebradoras del territorio o recuperar la presencia del estado en sectores estratégicos
de la economía.
Se
podría recuperar la banca pública con las cajas y bancos rescatados con nuestro
dinero. Se podría recuperar nuestro maltrecho sector industrial, apostando por
la diversificación y también se podría recuperar el papel equilibrador para el
medio rural que tuvo siempre el sector primario. Y como seña inconfundible deberíamos
ser pioneros en la apuesta por las energías limpias, impulsadas y vertebradas
por las administraciones públicas, y en la gestión sostenible de los recursos
naturales.
Ya
ve, señor Almunia que hay medidas imprescindibles que son únicamente dolorosas
para usted y los de su casta. Tarde o temprano el pueblo despertará del letargo
en que lo han sumido y entonces están serán las políticas que prevalecerán. Para
entonces, usted y los suyos serán solo un mal recuerdo.
Plumaroja
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