sábado, 19 de julio de 2014

TIEMPOS DE CONVERGENCIA, TIEMPOS DE OPORTUNISMOS

“Ni siquiera eso es cuestión de cromosomas: los oportunistas se hacen. Pero no se hacen a sí mismos, como ellos creen, sino que el Estado burgués -quienes llevan sus riendas- los hace porque los necesita. Ellos sólo se dejan hacer. Son los sujetos pasivos”. Juan Manuel Olarrieta.

representantes de IU, EQUO y Podemos en un foro del Frente Cívico 
Una encuesta de Celeste Tel recogida por El Diario.es sitúa a Podemos en tercera posición en intención de voto, con un porcentaje cercano al 15% y por encima de los 30 diputados. Tales datos han insuflado el correspondiente optimismo en ese proyecto de partido hasta el punto de que su borrador de “pre-ponencia política” recoge lo siguiente:
“El PSOE es quien cierra el espacio político por la izquierda y es su crisis la que abre las oportunidades políticas para una nueva mayoría. Si se recompusiera siquiera parcialmente de su desprestigio y sus problemas internos y postulase un nuevo líder con pocos vínculos simbólicos con el pasado podría recuperar parte del espacio perdido y estrechar las opciones para una fuerza de ruptura democrática relativamente transversal dentro del discurso de unidad popular y ciudadanía”.
No voy a insistir en lo que me asusta el discurso de “unidad popular y ciudadana” como estrategia de superar lo viejo para romper con el “régimen del 78”. En ese mismo documento se dice textualmente que: “IU, vinculada generacional y culturalmente al orden del 78 ha tenido reacciones tímidas y conservadoras que confiaban en estarse moviendo en los mismos parámetros de antes de la crisis orgánica para crecer electoralmente”… ¿Es con estos compañeros con quienes tenemos que converger? Con quienes nos consideran parte de una crisis, que ellos llaman del régimen del 78 para corresponsabilizarnos, y que en realidad es una crisis financiera impulsada por los mercados para encontrar nuevas líneas de negocio a través de la privatización del Estado del Bienestar. A estos compañeros hay que recordarles que los militantes y cuadros de IU, a los que tienen la desfachatez de considerar régimen en sus documentos precongresuales, tuvieron un protagonismo activo en las asambleas del 15M y acudieron a las plazas de toda España para inundar de propuestas esas asambleas. ¿Se puede decir lo mismo de todos ellos?
Además, los militantes de IU que se permiten criticar han tenido siempre el mismo comportamiento generoso, el que nos corresponde por tener principios de izquierdas: impulsando las mareas, las marchas de la dignidad, las plataformas antidesahucios, las movilizaciones de barrio, las movilizaciones del carbón… Ese es nuestro adn, formar parte activa de las reivindicaciones sociales y de las movilizaciones dejando el protagonismo a lo colectivo y a lo social. Y lo hacemos así porque somos enemigos frontales del oportunismo y del populismo.
¿Convergencia porque y para qué?
IU apuesta por converger para sumar fuerzas que hagan posible un proceso constituyente. Siendo esto así, y que es precisa una mayoría social y de progreso para iniciar esa etapa constituyente que nos permita superar la transición del 78, convendría concluir que será difícil converger con quienes tienen vocación de ocupar todo el espacio electoral de la izquierda y ser hegemónicos, cuando no únicos, en ese espacio.
Parece que solo confían en ellos mismos para tal objetivo, recurriendo a considerar instrumentos del pasado a PSOE e IU para hacernos corresponsables de la crisis y presentarnos públicamente como incapacitados para el cambio que España necesita. Un cambio que, según su pre-ponencia precongresual, tendrá que venir de la mano de una organización transversal, ni de izquierdas ni de derechas, sustentada en el discurso de unidad popular y ciudadanía. En ese modelo de partido quedamos excluidos PSOE e IU por nuestra definición ideológica socialdemócrata y/o socialista. Otro tanto ocurre con la izquierda de corte nacionalista o ecologista. Conclusión: toda la izquierda está deslegitimada porque no es transversal.
Frente a esa posición excluyente, IU debe apostar por converger con las organizaciones políticas, sindicales y sociales que compartan la necesidad del proceso constituyente. Pero debe hacerlo reforzando su identidad y su discurso, como escribía García Montero recientemente, y priorizar en su convocatoria a quienes son o deben ser nuestros aliados naturales: sindicatos de clase, izquierda nacionalista e izquierda verde. Solo tras la complicidad con estas fuerzas, claramente autodefinidas de la izquierda, habría que avanzar hacia los colectivos sociales y buscar una mayoría real que solo será posible con la participación también del PSOE. Cambiar las prioridades en la convocatoria es poner en bandeja los apoyos a quienes insisten en la horizontalidad del “ciudadano” para excluir a los partidos y a los sindicatos de clase.
La ruptura con el modelo de la transición y la constitución del 78 solo será posible a través de las urnas y quien afirme lo contrario está engañando a la ciudadanía. Reformar la constitución exige una mayoría de 3/5 en ambas cámaras, esto es 210 diputados y 159 senadores y esto implica contar siempre con el PSOE. Por supuesto que se puede pensar en dar el sorpasso y convertirse en hegemónico, pero eso muestra el infantilismo y la inmadurez en que se mueven algunos, que de momento, según una encuesta, solo parecen representar al 16% del electorado. La realidad es que el PSOE, con nuevo secretario general, se moverá en una horquilla del 25 al 30%, lo que lo hará imprescindible para hacer políticas de izquierda.
Para hablar de lo viejo y de lo nuevo, antes de referirnos a los riesgos del oportunismo, es bueno reconocer que todos tenemos un pasado y que obligarnos a pedir perdón a quienes luchamos contra la dictadura y por ello peinamos canas es cuanto menos canalla. IU-PCE y otras organizaciones de la izquierda política y sindical deben sentir orgullo de su historia de lucha contra el fascismo que pregonaba no ser de izquierdas ni de derechas, también de haber hecho posible que este país viviera el mayor periodo de paz y progreso de su historia, truncado solo y exclusivamente por la avaricia desmedida del capitalismo. Nosotros no somos cómplices de ningún régimen y mucho menos parte de él, por ende tampoco lo somos de ninguna crisis económica o institucional. No vamos a pedir perdón por haber nacido antes.
Insisto en que todos tenemos un pasado. Hace unos años, Pablo Iglesias participó en un acto público de llamada a la refundación de la izquierda. En él llamaba a Izquierda Unida a tener la iniciativa para aglutinar las fuerzas militantes. Lo hizo creyendo que era la mejor opción. ¿Entonces no éramos régimen del 78? Por su parte, Juan Carlos Monedero fue estrecho colaborador de Gaspar Llamazares en su etapa de Coordinador Federal de IU, etapa en la que casi fuimos extraparlamentarios con dos únicos diputados. ¿Entonces no éramos régimen del 78? ¿Tampoco lo era el PSOE de Zapatero, con el que colaboramos estrechamente hasta el punto de que se bromeaba con Llamazares como “ministro”? Muy interesante es el artículo del propio Monedero que recogemos hoy en Plumaroja con el título: Siempre que el PSOE se hunde nace una Nueva Izquierda.
Lo que ha cambiado desde los primeros intentos de “refundación de la izquierda” y desde la IU de Llamazares a la convergencia que ahora impulsa IU es que somos la amenaza que verdaderamente preocupa al dinero y que propone una alternativa de cambio real a la agotada etapa de la transición. En cuanto IU ha superado el 10% en expectativa de voto, en mayo de 2013, en plena vigencia de SUMA, rozábamos el 15%, se puso en marcha la maquinaria para frenarnos. Las piezas de esa maquinaria se irán conociendo día a dia.
Quienes autoproclaman su vocación de ser “hegemónicos” en la izquierda saben que con su estrategia tendremos que sufrir otros cuatro años de gobierno del PP porque ni IU ni PSOE tendrán votos para superar el pírrico 36% con el que gobernará la derecha. Y ello, en gran parte, será mérito suyo al presentar a la izquierda plural como parte del problema y no como parte de la solución. Su “hegemonía” del 15% habrá evitado la posibilidad real de que se articule una alternativa de izquierdas y para cuando los “ciudadanos ni de izquierdas ni de derechas” se den cuenta de su error, el PP habrá acabado con todo lo público y echo las reformas electorales que dificulten el acceso de la izquierda plural a las instituciones. ¡Enhorabuena!
Lo oportuno de los oportunismos.
Cuando él capitalismo no tiene una oposición se la crea, como un traje a la medida, porque necesita un determinado tipo de oposición, una oposición domesticada, no una oposición verdadera. Pero nadie se convierte en oposición de la noche a la mañana. Los aspirantes a opositores tienen que pasar su Via Crucis; no se lo dan todo hecho sino que tienen que poner algo de su parte. En fin, tienen que demostrar cierta valía, cumplir determinadas funciones que son paradójicas: pronunciarse en contra del Estado que defienden. Los oportunistas aparecen cuando al capitalismo, lo mismo que al mando a distancia, se le acaban las pilas y se echa de menos un recambio. Su ascenso es el termómetro que detecta el malestar social.
La gente está harta, descontenta y reniega de todo, pero sobre todo del viejo andamiaje oficial, de los “gastados partidos” e instituciones. Hacen falta caras nuevas, modernas, que digan cosas que no estamos acostumbrados a escuchar. La crisis es para los oportunistas terreno abonado. Proliferan en esos ecosistemas. Por eso nunca hay sólo un único oportunista sino varios al acecho de su oportunidad, a la espera del momento de trepar por la derecha, por el centro y por la izquierda. No debe sorprender que algunos de ellos logren un puñado de votos porque su gran referente es Felipe González, que logró 10 millones de votos en 1982.
En la transición, Felipe González exhibía una cuidada imagen descuidada: pelo largo, patillas y chaqueta de pana. Lo de menos es lo que uno sea; lo que vale es una imagen que sea nueva, distinta. Por eso en tiempos de la transición al PSOE se le llamaba “renovado”. Ya no era el de la guerra, sino un partido a la última moda, lo mismo que la movida madrileña y su lema “Enamorado de la moda juvenil” que cantaba Radio Futura: “Y yo caí..., enamorado de la moda juvenil..., de los precios y rebajas que yo vi..., enamorado de ti. Sí, yo caí..., enamorado de la moda juvenil..., de los chicos, de las chicas, de los maniquís..., enamorado de ti”.
En la transición, Felipe González, el PSOE y la UGT eran “extremistas y radicales”, la izquierda de la izquierda que dejó al PCE de Carrillo sin programa electoral. Cuando Felipe González se oponía a la reforma del franquismo para exigir la ruptura, también le acusaban de incitar a la violencia, o sea, al terrorismo. Pero en la política burguesa no importa lo que digan de ti; el caso es que hablen. En eso los tiempos no han cambiado nada: si los franquistas te atacan es para promocionarte.

Plumaroja

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