jueves, 17 de enero de 2013

DIABÓLICAS


Ana Cuevas Pascual
La policía detiene a dos de las activistas ucranianas
Un grupo de activistas ucranianas utilizan sus pechos como instrumentos de protesta. Una teta desnuda, más o menos turgente, entraña una provocación visceral entre los integristas. Dios proporcionó estos redondos atributos a las féminas pero en algún sitio debió dejar escrito que esta parte de su obra tenía que permanecer oculta a los ojos de la gente. Como si su sola visión trastornara tanto que, quienes estuvieran en su órbita, corrieran el grave riesgo de caer en herejía. Ya saben aquello: tiran más dos tetas… Así que estas mozas rubicundas y bragadas lo tienen claro. Sus torsos libres de sostenes son armas transgresoras que escandalizan a misóginos, homófobos y toda suerte de reprimidos-represores ultrareligiosos. Igual que modernas Afroditas de carne y hueso, usan sus pechos como cargas de profundidad contra el oscurantismo que todavía flota sobre la sexualidad y la libertad de las mujeres. Ser mujer es difícil en casi todo lo ancho y largo de este mundo. Lo es todavía en la mayor parte del planeta, presuntamente civilizado, donde el género femenino se enfrenta todavía a la discriminación salarial y laboral, a la intromisión en su libertad sexual y reproductiva o a la violencia machista y el asesinato. Pero si además el azar dobla la apuesta (y te toca ser mujer y pobre en China, India o en cualquier país menos desarrollado) la cosa se pone de color hormiga. Puedes ser víctima de violaciones, morir abrasada por una dote, convertirte en mercancía humana, esclava sexual o laboral, perecer lapidada… Infinitas son las posibilidades de tragedia que te aguardan. Básicamente, por pertenecer a un género estigmatizado por el patriarcado imperante.
Las ucranianas interrumpieron el Angelus del Papa Benedicto con un rotundo y agresivo topless. Sus pezones se introdujeron bruscamente en las cuencas oculares del Papa y de cuanto devoto de estrangulada conciencia pululaba por la plaza de San Pedro. Cada mama desnuda, una blasfemia. ¡Diabólicas!- les gritaba la piadosa muchedumbre. ¿cómo es posible ver al diablo en una teta e ignorar a los demonios, que en el nombre de dios, tratan a las mujeres como a bestias? Les juro que no puedo entenderlo. Palabra de mujer y de ciclonudista.

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