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Dolores Cospedal y Soraya Saez de Santamaria |
Pocas
personas dudan de que los políticos vivan en un mundo hecho a su medida. La literatura
está llena de ejemplos que prueban mi teoría. Sin ir más lejos, el ingenioso
hidalgo Don Quijote de La Mancha habitaba un mundo bien distinto al habitado
por Sancho Panza. Miguel de Cervantes, autor de la obra universal, tenía mejor
pluma que yo para describir ambos mundos, pero creo que yo le gano en mano “izquierda”.
Básicamente, porque la perdió en la batalla de Lepanto, luchando en una guerra
en la que yo nunca habría luchado.
Tengo
la teoría de que hay una puerta oculta por la que se entra y se sale del mundo
de los políticos y que frecuentan a menudo sus lacayos. Al común de los mortales
nos está negado su conocimiento salvo que demos probadas y frecuentes muestras
de servilismo. Aun así, solo unos pocos pueden acceder a la condición de
lacayos de confianza y transitar de aquel mundo a este para repetir machaconamente
las consignas recibidas del amo. En esa categoría, por citar algunos, estarían incluidos
Carlos Cotillas, Antonio Lucas Torres o Vicente Tirado. Personajes que no
pueden acreditar genealógicamente la pertenencia a la clase dominante pero que hacen
más méritos que los titulares para cuando se produzca una baja en el escalafón.
Bien es cierto que tienen difícil superar el rango de lacayo porque sus
cabezas, pese a su tamaño, no dan para más.
Según
se pertenezca a la derecha o la izquierda, el mundo paralelo se conforma de
manera diferente. Están el modelo burbuja y el modelo realidad inventada.
El
primero, modelo burbuja, fue diseñado
exprofeso para José María Barreda por su nutrido equipo de asesores y su
guardia pretoriana en el PSCM-PSOE. Consistía en encerrar al líder en una
burbuja y filtrarle la información sobre el mundo real para hacerle llegar el
mensaje de que todo iba bien. Barreda despertó un infausto 22 de mayo y
descubrió que había perdido las elecciones autonómicas ante una candidata de
medio pelo y sin raíces en la región. Eso es lo que le contaban sus consejeros
y asesores, que también le hicieron renegar de Zapatero porque, según ellos,
era un lastre para su magnífica gestión.
El
segundo, modelo realidad inventada, lo
empezó a aplicar el equipo de Cospedal un año antes de que ganaran las
elecciones autonómicas de 2011. En la creación de ese mundo imaginario han
contado con el impagable apoyo de numerosos medios de comunicación que, acostumbrados
a servir al dinero, olieron el cambio y apostaron a caballo ganador. En aquella
estrategia convirtieron a Castilla La Mancha en una república bananera sin
credibilidad democrática y al borde de la quiebra. A fe que lo lograron. Tuvieron
tanto éxito que hicieron real lo que solo estaba en su turbia imaginación.
Como
el método les funcionó siguen en él. Ahora con la ventaja añadida de que no hay
medio de comunicación, salvo este, que ose salirse del discurso oficial. Así,
Cospedal y sus asesores inventan a diario el mundo que les gustaría habitar y
aseguran sin pudor que aquí no se cierran urgencias y se deja a más de 150.000
castellanomanchegos sin urgencias nocturnas, sino que contrariamente a lo que
dicen sus propios alcaldes y concejales en los municipios afectados, se hace
más eficiente el servicio. Pues lo dicho, que ellos viven en un mundo y
nosotros en otro. ¿O es que los habitantes de los 21 pueblos afectados se
inventan un problema porque están aburridos de tan bien como viven y tan buenos
servicios como tienen?
Otro
ejemplo que nos viene al pelo es el asuntillo de los sobres que presuntamente
hizo circular durante años el tesorero del PP entre buena parte de sus
dirigentes. El sentido común nos dice que la solución sería que el juez, a
propuesta del fiscal, llamara a Bárcenas y su entorno para que aportara las
pruebas que según El Mundo dice tener. ¡Pues no! ¡Insensatos de nosotros! La solución
es otra. En el mundo paralelo de la realidad inventada, la solución es que el
propio PP lleve a cabo una investigación interna sobre su contabilidad “A” para
demostrar que no ha habido contabilidad “B”. Para ello están dispuestos a que también
audite sus cuentas oficiales un auditor externo, siendo el propio partido,
claro está, quien aportará la documentación de su contabilidad “A”.
¡Toma
brindis al sol! Lo dicen y se quedan tan panchos. A ver señores del PP, que ya
conocemos su impagable apoyo a la justicia con la personación en el caso
Gürtel: recursos y más recursos hasta paralizar el proceso, petición de
sobreseimiento para los presuntos delitos de Bárcenas y recusación y/o condena
para los jueces instructores. Como ustedes dicen, cuando les salpica la mierda,
no nos consta que tengan interés en
dejar escapar ese mundo en el que viven tan bien a nuestra costa.
Ante
él no me costa que repiten como papagayos podemos llegar a dos conclusiones:
que es verdad que no se enterasen de lo que pasaba en el despacho de al lado,
lo cual dice poco de sus capacidades para gobernar un país o una comunidad autónoma;
o que, conscientes de lo que estaba ocurriendo, miraran para otro lado y no
participaran en ello, lo cual les honra pero les incapacita igualmente por
complicidad. Ven que sencillas son las cosas en el mundo real. Solo es cuestión
aplicar el sentido común, ese del que ustedes carecen.
Que
el sentido común es escaso entre ustedes queda probado con la incursión en el charco
de personajes secundarios como Rosa Romero. Resulta que la alcaldesa de Ciudad
Real se ha ofendido por unas declaraciones de José Manuel Caballero en las que se
limita a afirmar que la susodicha ocupó responsabilidades en Génova en el
periodo aludido por El Mundo. Ninguna acusación o inculpamiento se pueden
deducir de las declaraciones de Caballero o de lo que afirmamos aquí, por lo
que deducimos que Rosa Romero echa de menos una portada y ha decidido buscarla
con un asunto en el que se puede dejar muchas plumas en la gatera.
Echaba
de menos a Rosa Romero en primera línea de la información. Ella, que siempre
nos regaló protagonismo en cuanto se cocía en la capital de provincia (caso El
Quesito, caso Global Sport… de los que salió legalmente absuelta aunque, en mi opinión,
éticamente tocada) no podía perderse la fiesta principal.
Plumaroja
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