lunes, 17 de noviembre de 2014

Terremoto en Izquierda Unida, ¿principio o fin?

 (Palabra de artivista) Shangay Lily

Por mucho que los nuevos experimentos de laboratorio quieran sepultar la verdad bajo lemas simplistas y tramposos como “lo viejo y lo nuevo” o “ni izquierdas ni derechas”, Izquierda Unida sigue siendo el parámetro de la izquierda y de la alternativa al capitalismo burgués. A veces se olvida que el PCE del que salió cumple 93 años. 100 años de historia dan para muchos tropezones, baches e incongruencias, pero, sobre todo, para muchas heroicidades (se olvida hoy la de sangre que han derramado las y los militantes del PCE en pro de la libertad o la de torturas terribles que sus generosos integrantes han soportado para asentar las bases de esta democracia). Es muy cómodo retirar ese pasado ejemplar del debate y centrarse en los fallos y defectos actuales, pero cuando uno va a las fiestas del PCE y ve a parejas de viejecitos, campesinos, costureras, labradoras, basureras, obreros, represaliados, disfrutando del fruto de sus sacrificios, siente algo de ira hacia esa nueva ola de ingratos burgueses con pose de progresista que ni se han tomado la molestia de conocer su historia o, peor aún, conociéndola la ocultan para hacer parecer que ellos son el alfa y el omega, el punto de partida, la verdadera revolución (no lo son).
Esas soberbias generaciones mecidas en el marketing y el capitalismo, olvidan que IU tuvo que sobrevivir a la más terrible campaña de desprestigio, criminalización y boicot: la Operación Gladio que la CIA y los EEUU idearon para evitar a toda costa (asesinatos y atentados de falsa bandera incluidos) que el comunismo gobernase en Europa. Mucho de eso sigue operando e impidiendo que IU tenga igualdad de oportunidades en lo mediático y en las elecciones. Ahora, en lugar de enfrentar ese estigma, los nuevos grupos políticos pretenden que la estrategia genial es esconderlo, confirmando las mentiras del imperio.
La sugerencia de que la izquierda para ganar debe engañar al electorado y esconder su ideario es, como mínimo, insultante. ¿Qué avances se consiguen si hay que asimilarse en el heteropatriarcado y frenar para no asustar a los lentos? Siendo homosexual, el discurso me es muy familiar. Estamos hablando de armarizar nuestra verdadera esencia para no asustar u ofender a los opresores. Ya sabemos qué bien funcionó ese discurso en la comunidad LGTB. Sólo cuando las locazas, bolleras camioneras y transexuales guerreras (esa parte de la comunidad que se intentaba ocultar y de la que se avergonzaban las asociaciones LGTB) se tiraron a las calles en las revueltas de Stonewall en 1969 se consiguieron los derechos que darían el pistoletazo de salida a nuestra dignidad.
Somos muchos y muchas las que deseamos fervientemente que las palabras de Cayo Lara al despedirse sean verdad: “Ningún poder financiero, ningún poder económico y ningún poder mediático la va a quebrar (a IU), porque está solidificada sobre la memoria de la lucha, el esfuerzo, el tesón, el compromiso, los valores y los principios de mucha gente que apostó ayer y que sigue apostando hoy por una sociedad socialista. Yo no me voy a vestir de lagarterana para decir lo que pienso”.
Una vez dicho esto, es innegable la precaria situación del grupo en estos momentos. Dividida entre los que intentan renovarlo y las poltronas corruptas que quieren seguir disfrutando de su mercadeo, IU vive tiempos de verdadera incertidumbre. Pero este terremoto que está agitando hasta los cimientos más sagrados del partido siempre será mejor que esa lenta agonía en la que entró hace años y que parecía que iba a acabar con la organización política legendaria por silenciosa evaporación. Tenemos la oportunidad de echar a esos sinvergüenzas, corruptos, amorales (Santín) que han manchado la memoria de tanta y tanto luchador. Por mucho que los medios, en su campaña de anti-política que sólo beneficia a la derecha y al capitalismo, quieran imponer el “todos son iguales”, son pocos, muy, muy pocos los que han corrompido la lucha de izquierdas y muchos y muchas los que siguen luchando desde el anonimato por cambiar esta sociedad.
Tenemos la oportunidad de echar por fin a esos indecentes de IUCM y que gente como Tania Sánchez y Mauricio Valiente tomen el relevo. Yo no estoy de acuerdo con la retirada de Cayo Lara, vencido ante la idiotesca moda de que cualquier joven, por el mero hecho de serlo ya es mejor que un/a experimentado/a maduro/a (un rasero, por cierto, algo tramposo, ya que mete en ese grupo de los frescos jóvenes renovadores a mi amigo Juan Carlos Monedero que tiene, como yo, 51 años). Le deseo lo mejor a Alberto Garzón y que sepa aprovechar el excepcional ejemplo que Cayo ha dado a toda la clase política con su altruismo y generosidad. Pero siempre tendremos el miedo de pensar si esto es el principio de un nuevo y renovado IU o el fin.
Lo veremos en venideros episodios de esta tumultuosa serie que es “Por favor, cualquier cosa es mejor que el PP”. Mientras tanto, no olvidemos que la izquierda sigue existiendo y es la respuesta ante el estado actual. No una fórmula de reality a lo Beppe Grillo en Italia, que monte mucho espectáculo pero deje un gatopardismo desesperante.
Finalmente, gritar un compungido: Gracias Cayo. La decencia quizás no es lo más premiado en esta corrupta y egoísta sociedad, pero nos has dado un aliento vital a los que nadamos en la profundidad de la lucha sin bombona de oxígeno. Algo de eso ya había sentido al conocer a las y los compañeros de Izquierda Unida en Andalucía. Una bocanada de aire puro que salva vidas.

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