martes, 25 de noviembre de 2014

"NI SANTOS NI INOCENTES"

Los ricos también mueren. De momento.  La diferencia es que, aunque su paso por la vida, en el mejor de los casos, haya sido parasitario y superfluo, sus obituarios serán pomposos y más falsos que un euro de cartón. Para esto, como para tantas otras cosas, España es diferente. La muerte de ciertos personajes activa una desviación que raya en la necrofilia. Pasó con Fraga, con Botín y ahora con la Duquesa de Alba. Tres personajes, desde mi perspectiva plebeya, que pueden ser el compendio de la España negra de la represión, la explotación y la charanga y pandereta.

Fotograma Los Santos Inocentes
Me sangran los oídos escuchando a la corte de estiralevitas relatar una biografía edulcorada del finado de turno. Y, no sé por qué, me acuerdo de los Santos Inocentes y de esa España de señoritos y siervos que describió maravillosamente Delibes. El 90% de las propiedades de doña Cayetana, una de las mayores fortunas del país, están exentas de impuestos. Milana bonita- susurran los jornaleros que la Casa de Alba explota de sol a sol.
Se puso el mundo por montera la aristócrata. ¿Y cómo no? El mundo, en las manos del dinero, es un objeto que se puede manosear y arrojar al tendido con  gesto torero. Las mujeres obreras de su generación, como mi madre, no tenían la misma libertad de albedrío. Sus humildes existencias estaban encorsetadas entre la religión y el patriarcado imperante. Cualquier salida de tono, la menor frivolidad de las que gozaba la duquesa, hubiera bastado para estigmatizarlas de por vida. Sin embargo, doña Cayetana era muy devota y no era extraño verla entre un revuelo alborotado de sotanas. De todos es conocido que el cielo también se compra en cómodos plazos mensuales. Así obtuvieron su parcela,  en un exclusivo barrio celestial, Manuel, Emilio y Cayetana. Y es en estos momentos cuando más me alegro de ser atea. Imaginen una eternidad donde siguiera habiendo VIP´S y el clasismo campara per secula seculorum. ¡Qué pereza!
Porque no se ustedes, pero yo necesito salir de la Edad Media. Una era oscura que llega hasta estos días y que pretende mantenernos en el temor de lo divino y lo humano. Cuanto más asustados, más sumisos. El miedo (al cambio) también es la principal arma que usan contra PODEMOS. Más vale malotes conocidos que idealistas por conocer. ¿Para qué aventurarse a apostar por una sociedad más justa y plural si ya estamos acostumbrados a los palos? Olé, olé y olé- taconea Cayetana dentro de la caja. ¿Para qué cambiar nada?
Afortunadamente (y sin ánimo de ofender a nadie en particular) el sistema huele a muerto. No servirán para nada las floridas necrológicas que le dediquen sus voceros. Al final, es un proceso natural. Putrefacción creo que se llama. Una vez que empieza, no hay vuelta atrás. Se autodestruye solo por momentos.
¿Qué prefieren susto o muerte? El instinto de supervivencia me inclina a decantarme por el susto. Será porque no tengo nada de santa ni de inocente.

Ana Cuevas Pascual. Crónica Popular

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