“Solo los pueblos más ancestrales, aquellos que poseen
grandes conocimientos sobre los seres primordiales y un contacto estrecho con
la madre naturaleza adquirieron algunas de sus características, como los
celtas, los germanos o los escitas…”
En las culturas europeas, salvo contadas
excepciones, las setas no han sido valoradas en su justa medida. Ya el nombre
que les damos supone una falta de respeto que roza la blasfemia: hongos,
champiñones, cucumelos, monguis, calvos o setas de tontos… Ninguno de estos es
comparable a la grandeza y reverencia del nombre que le dieron los Incas, que
la llamaron teonanáctl (Carne de los
Dioses); o los griegos llamándola ambrosía (Alimento de los Dioses); o el soma
de los Vedas en sanscrito.
Nuestra falta de respeto por ellas puede ser
consecuencia del hábitat donde generalmente se desarrollan, crecen en lugares
corrompidos, con putrefacción o mierda de vaca, y se nos avisa de su peligro
desde muy temprana edad; la micofobia parece estar arraigada en muchas
culturas. O quizá es culpa de la cachonda asociación que hacen los medios de
comunicación entre setas y excesos de los hippies en los 60.
Comencemos nuestro repaso del más popular de
los alucinógenos, enteógenos o como quieran llamarlos, con los crudos hechos
científicos y botánicos. Casi 150 especies del Reino del Fungi se han
identificado como agentes de efectos psicológicos, la mayoría de ellas del
género Psilocybe, del griego ‘psilos’
(descubierto) y ‘kub’ (cabeza). Lo
cierto es que gracias a los relatos de las veladas de hongos celebradas en los
años 50 en la región de Oaxaca, México, los laboratorios farmacéuticos se
interesaron por ellas. Descubrieron los principales agentes psicoactivos de la
seta mágica y sus análogos fueron sintetizados (los ingredientes principales de todo hongo Psilocybe son la psilocibina
y la psilocina), aunque aún no se tiene claro cómo funcionan estas
substancias. Las pilocibina y la psilocina forman parte de la familia de las
triptaminas y presentan un gran parecido al neurotransmisor serotonina, y su
principal efecto, como ocurre con el LSD, parece implicar su inhibición. El Dr.
Franz Vollenweider, del Hospital Psiquiátrico Universitario de Zurich, en
Suiza, averiguó que ciertas estructuras cerebrales se activan o suprimen
durante estados alterados de consciencia.
HOMBRES Y SETAS. MILES DE AÑOS DE VIAJE EN
COMÚN
La mayor parte de la sabiduría sobre el uso
de las setas mágicas proviene del Nuevo Mundo. En Centro y Sudamérica, el uso
de la seta psilocibiana fue común
desde el Paleolítico hasta la llegada de los españoles, quienes en nombre de la
fe católica y con el argumento de la espada, prohibieron su uso. La “piedras
hongo” de México (figuras danzantes que
llevan tocados en forma de seta) datan de los años 1.000-500 a C. Más
tarde, los aztecas tendrían un dios de las “plantas liberadoras del dios
interno” (Xochipilli, príncipe de las
flores), y era el patrón divino del “sueño florido”, nombre que daban los aztecas
a su ritual de trance alucinógeno. En el manuscrito del Código Vienna Mixtec
(siglos XIII-XV) se representa el uso ritual de teonanácatl por los dioses Mixtec.
El dios conocido como Séptima Flor (su
nombre escrito en lenguaje pictórico como siete círculos y una flor) era el
dios de las plantas alucinógenas, sobre todo del hongo divino, y se le
representa con un par de setas en la mano. Richard Evan Schultes, explorador
etnobotánico de la época Victoriana, escribió sobre el uso de pociones y rapés
sicodélicos por parte de los nativos americanos, y a principios del siglo XX la
mezcalina se hizo así famosa entre la élite intelectual europea.
En la Meseta de Tassili, en el Sahara
argelino, existen evidencias de consumo de hongos en pinturas rupestres de
cuevas que datan de 10.000 años a C, donde se representan hongos
antropomórficos danzantes. Cierto arte rupestre del norte de Europa también
representa varios temas relacionados con los hongos y se han encontrado algunas
vasijas de la Edad del Bronce, decoradas con aspectos relativos a las setas.
Jochen Gartz, de la Universidad de Leipzig, sostiene
que es poco probable que las culturas europeas supieran menos de plantas
locales y setas que en otras partes del mundo, y afirma que posiblemente esta
sabiduría se perdió o fue “prohibida” varios siglos atrás. También sostiene que
hay huellas de este pasado en relatos de usos rituales de hongos que se han
convertido en mitos y leyendas. El caso más conocido es el uso por los chamanes
siberianos de las setas fly agaric
(rojas y blancas) para acceder al mundo de los espíritus, rito que algunos
antropólogos creen origen del mito de Papá Noel. Gartz cita también la Bwyd Ellyon, hongo mágico considerado
una exquisitez en los cuentos de hadas galeses, y la costumbre sueca de echar
al fuego una seta venenosa en la celebración del solsticio de verano para
debilitar el poder de los espíritus malignos. Escritos procedentes de la Edad
Media describen las setas psicoactivas como inductoras de locura. Clusius
(1525-1609), médico y botánico, descubrió la “bolond gomba”, un hongo conocido en Alemania como la seta de los
tontos, que se usaba para preparar una poción de amor. También se documentó
esta seta, por las mismas fechas, en Eslovaquia, Polonia e Inglaterra. Este
conocimiento, al igual que mitos y supersticiones, siempre fue transmitido
oralmente hasta la aparición de los escribas cristianos, quienes podrían haber
censurado sus transcripciones de mitos y leyendas.
R. Gordon Wasson, apoyándose en varios textos
que sobrevivieron a la censura cristiana, sostiene que el Soma de la
civilización védica de la India incluía setas mágicas. En su libro Persephone’s Quest, afirma que la
civilización Micénica comenzó con un viaje sicodélico, siendo un ingrediente de
la Ambrosía de Dionisio. Porfirio, poeta del siglo IV, se refería a las setas
mágicas como “hijos de los dioses”,
siendo su consumo un acto de cuasi-canibalismo que otorgaba el poder de
experimentar lo divino. En los años 70, John Allegro, miembro de la
investigación original de los Manuscritos del Mar Muerto, fue confinado al
olvido académico por sugerir que el origen de la Cristiandad radica en el culto
a las setas de Oriente Próximo. Más recientemente, el etnobotánico Terence
McKenna, ha afirmado que las esporas de las setas flotaron a través del espacio
interestelar hasta llegar a la Tierra, donde evolucionaron a la vez que los
humanos, hasta el extremo de afectar nuestra inteligencia, sobre todo nuestro
desarrollo lingüístico y espiritual.
LOS “EFECTOS” DEL VIAJE
SI hablamos de placer irracional la mayor
parte de las experiencias con setas son inefables, es decir, difícil de
explicar con palabras, pero allá vamos. Suelen transcurrir entre 15 y 30
minutos hasta sentir los primeros síntomas: “una sensación cálida, de derretirse, estallidos súbitos de risa que, a
veces, pueden acercarse a la histeria. Una fascinación infantil puede
apoderarse de ti a medida que tu percepción visual se vuelve pura, sentirás los
movimientos del cuerpo más elásticos, es fácil visualizar por detrás de tus
ojos, las líneas rectas parecen ondear y puede darse una intensa identificación
emocional con personas, animales y plantas. Mayor sensitividad al ritmo, la
música y el baile. Los pensamientos parecen discurrir en más de un nivel,
instantáneamente. La naturaleza lineal del pensamiento es sustituida por una
actitud holográfica, más holística e intuitiva, enfocada al entendimiento de la
realidad (ahora lo entiendo todo); mucha gente lo compara al estado de los
sueños o de otras funciones cerebrales”.
Las setas son más visionarias y metafísicas
que el LSD; según algunos, más profundas y sombrías, según otros, más
cordiales, no tan intensas a la hora de exponer posibles traumas ocultos. Por
esta razón es recomendable crear un ambiente protegido y moderado, además de
una disposición interna positiva acompañada de una cuidadosa preparación (lugar
y ambiente). Una dosis alta de psilocibina puede provocar un doloroso delirio
inicial, con una resistencia a enfrentarse a conflictos emergentes, que son
resueltos por medio de una intensa catarsis psicolítica. Dicha experiencia
puede ser calificada como un mal viaje, pero es a menudo esclarecedora e
iluminadora para el sujeto. La experiencia produce reacciones similares a la
terapia de LSD de Grof: ir al infierno,
previa reintegración de la personalidad a un nivel más alto de consciencia, a
la vez que se experimentan imágenes visuales de claras luces brillantes e
iluminación.
SETAS MÁGICAS. LA LLAVE QUE ABRE LA PUERTA AL
MUNDO DE LA FANTASÍA
En Europa, contamos con las pequeñas y
potentes Psilocybe semilanceata;
conocidas en el Reino Unido como gorras
de la libertad por su aspecto picudo parecido a las gorras de los
revolucionarios franceses. Crece desde Finlandia y Escandinavia hasta Europa
del Este, en las Islas Británicas, Italia y España. Es fácil de identificar,
sin necesidad de un examen microscópico, gracias a su distintiva cabeza
acampanada. Se desarrolla más abundantemente en pastos húmedos rodeados de bosque,
dando sus frutos desde finales de septiembre y durante todo el mes de octubre,
prefiriendo los suelos ácidos y el terreno herboso, y apiñadas en grupos
pequeños. Se suelen encontrar cerca de excrementos animales, pero no crecen en
ellos ni en áreas donde se haya usado un fertilizante artificial.
“Sin
miedo a la muerte y escaso de ambiciones mundanas” dijo el pionero
psicodélico Alan Watts hace más de cuatro décadas, “aquellos que se han sometido a experiencias místicas son inmunes a
promesas y amenazas. Además, su sentido de la relatividad en cuanto al bien y
el mal levanta la sospecha de que carecen de conciencia y respeto por la ley.
La incapacidad para aceptar la experiencia mística es mucho más que un hándicap
intelectual”, concluyó. “Para una
civilización equipada con tal inmenso poder tecnológico, la falta de conciencia
de unidad básica de organismo y entorno es una seria y peligrosa alucinación”.
El sentimiento de alienación entre el hombre y la naturaleza, argumentó,
conduce al uso de la tecnología en un espíritu hostil, a la conquista de la
naturaleza en vez de una cooperación inteligente.
Los seres mitológicos, como las setas, han
acompañado al hombre desde sus orígenes. Puede que las setas hayan sido la
llave que abría la puerta al mundo de la mitología y la superstición, que en el
caso de La Mancha es especialmente diverso y variado. Si conseguimos franquear
esa puerta accederemos a un mundo mágico y ante nuestros ojos, los tutelares se
manifestaran como seres grotescos, aunque también hermosos, buenos, perversos,
lascivos… Aparecerán en forma de animales, de monstruos, de bolas luminosas, de
peligrosa tormenta o como una suave ráfaga de viento. Pueden hacer esto y mucho
más porque la materia sutil de la que están compuestos, cuando se manifiestan
ante nuestros ojos, es mucho más etérea que la nuestra. Todos estos seres son
tan antiguos como la vida en el planeta y muy anteriores al hombre, con el que
conviven desde hace milenios. Al tratarse de seres que tienen el don de la
invisibilidad, necesitamos una adecuada preparación, o una gran suerte, para
poder verlos; si es que tenemos ganas de hacerlo, lo cual no es siempre
recomendable.
Enanos o gnomos, en realidad duendes, como el
entrañable compañero de viajes de Napoleón, amigo de partidas de ajedrez y
competidor en el lanzamiento de huesos de aceituna, el duende culebrón de Sigüenza
o el Trasgo protagonista de los versos de Quevedo, todos ellos integrantes de
una familia de seres que no descienden de Adan en opinión del abate Villars, que
son pequeños pero muy agradables a la vista. Paracelso asegura que conocen el
pasado, presente y futuro y pueden revelar lo oculto. Hablan el lenguaje de las
ninfas, seres elementales de agua dulce, y buscan esporádicamente la compañía
del hombre.
Antonio de Torquemada dice refiriéndose a las
Lamias que habitan en una “región triste”, y acceden a ser visibles en la
mágica noche de San Juan con la apariencia de mujer muy bella. Huye de ellas si
tienes la desgracia de encontrarlas la noche del 24 de junio pues corres el
riesgo de ser devorado por el ser que realmente son: una enorme culebra o un
gigantesco lagarto. Ten especial cuidado si esa noche transitas entre Granátula
de Calatrava y Almagro porque podrías tener un peligroso encuentro con la más
temida de todas ellas, la Trocanta de Granátula.
Advierte a tus hijos sobre el riesgo de no
volver a casa antes del anochecer ya que podrían ser raptados por la temible
Ojancana de Piedrabuena, una ogresa gigantesca con un solo ojo que tiene
debilidad por las tiernas carnecillas de los niños. Si son niñas podrían caer
en manos de la Marizampa, quien las llevará a su guarida y allí las convertirá
en Marizampa y las maldecirá para que nunca tengas hijos. Ellas después se
dedicaran también al secuestro de otras niñas para garantizar la continuidad de
este ser mágico perteneciente a la familia de los asustaniños femeninos.
Acceder al mundo mágico te dará la opción de
entablar contacto con más de un centenar de tutelares, buenos y malos, urbanos
y silvestres, humanoides y animales, del mundo de los vivos y del mundo de los
muertos, masculinos y femeninos… pero, eso sí, nunca cruces la puerta a su
mundo si estás solo.
Marcel Félix de San
Andrés
Sánchez
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