No lo creí en el primer
anuncio y resulta que era cierto, José Bono se aleja de la primera fila de la
política y así se lo ha hecho saber a Rubalcaba. Aun así, con la decisión
tomada, comunicada y publicitada por la prensa no las tengo todas conmigo. Bono
es tan oportuno que cualquiera de estos días, con las memorias finiquitadas y
editadas, salta de nuevo al ruedo en la plaza de primera del PSOE o en una de
segunda con proyección.
Que infancia, amigo Pepe, la
de hijo de alcalde falangista en un pueblo pequeñito como el tuyo. Lo que debía
fardar uno ante la chiquillería de Salobre acompañando, cogido de su mano, al propietario
del bastón de mando. Seguro que tantos actos oficiales, inauguraciones,
desfiles procesionales y cortes de cinta en las fiestas patronales alimentaron
esa vocación de animal político de la que has hecho gala estos años. Puede que
tu pasión por los uniformes y las sotanas sea consecuencia de ser hijo de quien
eres, lo digo con todo el respeto y sin intención de ofender. El buen
falangista combina perfectamente el credo con el fusil. Así, con el credo por
idea y el fusil por bandera se levantaron contra la segunda república.
Me consta que tu paso por
los jesuitas reforzó la fe y la disciplina inspirada por la figura paterna,
puede que también las primera ambiciones, entonces inocentes, de cambiar el
orden establecido. Los jesuitas son auténticos supervivientes. Supiste elegir
el bando que tenía opciones de progresar y hacia 1973 comenzaste a ejercer como
abogado e ingresaste en las filas del PSI, reconvertido poco después a Partido
Socialista Popular (PSP) por el profesor Tierno Galván. No perdiste el tiempo y
en 1977 fuiste candidato al Congreso de los Diputados. Lástima que no obtuvieras
el escaño, pero aprendiste la lección. ¡Si me vuelvo a presentar será con
opciones claras de ganar el escaño!
Así, un año más tarde, fuiste
uno de los impulsores de la fusión del PSP con el Partido Socialista Obrero
Español (PSOE), y en las elecciones generales de 1979 ya encabezaste las listas
del PSOE por la circunscripción de Albacete. Lograste el escaño de diputado y
ocupaste la Secretaría Cuarta de la Mesa del Congreso. Durante esa legislatura
fuiste vicepresidente segundo de la Comisión de Administración Territorial y
vocal en las Comisiones de Interior y de Suplicatorios. Tu carrera política
estaba lanzada.
En 1980 te eligieron miembro
de la Comisión Ejecutiva Regional del PSOE en Castilla La Mancha; en 1982 renovaste
tu escaño en la Cámara Baja, nuevamente en las listas de tu provincia natal. En
1983, tras vencer en las elecciones autonómicas, asumiste la presidencia del
Ejecutivo regional de Castilla-La Mancha. Era el inicio de un largo mandato que
se prolongaría hasta 2004. Fueron tantos años que es casi imposible olvidarte.
Realmente, Catilla La Mancha y tú casi sois la misma cosa… para lo bueno y para
lo malo.
Justo es reconocer que casi no
conoces la derrota, olvidado el fracaso de 1977, más por la opción que
representabas que por tus innumerables méritos, aún por descubrir, y que
incluso en los duros tiempos del fenómeno Aznar resististe numantinamente y
renovaste por mayoría absoluta la presidencia de Castilla La Mancha. Las malas
lenguas te acusan de encantar por igual a los votantes de derecha que a los de
centro izquierda, porque a los de izquierda nos has encantado pocas veces,
quizá ninguna.
Otro de tus méritos es el de
saber elegir a los amigos con quienes prosperar. Eso no siempre tiene un final
feliz ¿verdad amigo Pepe? Que rencorosos son los guerristas a quienes
abandonaste, pese a presumir de abanderado de la causa, atendiendo a la llamada
de Felipe. Fueron ellos, por venganza, los que te apartaron del triunfo que te
habría encumbrado definitivamente. Fueron sus votos los que le dieron la
victoria a Zapatero en aquel congreso preparado ex profeso para que tú lo
ganaras. Lo tuviste al alcance de la mano y se te escapó por un puñado de
votos, malditos y rencorosos guerristas que no entienden que tu obraste sin
pensar en ti y pensando solo en el bien del partido.
Te sobrepusiste a la derrota
y volviste donde tanto te queremos. Aquí, en Castilla La Mancha te vota todo el
mundo. Solo así se explica que en las autonómica de 2003, es verdad que el PP
andaba ya algo tocado por cosillas como la guerra de Irak, ampliaras la ventaja
y consiguieras tu sexta mayoría absoluta consecutiva. Un record difícil de
igualar. Un año después, José Luis ganó las elecciones generales teniendo como
rival al que cualquiera soñaría tener, Mariano Rajoy, el hombre de las mil
derrotas y haciendo gala de su talante te nombró ministro de defensa para que
te lucieras con la retirada de las tropas de Irak.
Ay Pepe, como echamos de menos a nuestro
presidente mediático. Tú, que no haces ascos a ninguna amistad, siempre que te
aporte algo positivo, por supuesto. Tú, que no haces distingos entre la alcurnia
de Raphael y Natalia y los euroladrillos del Pocero. Tú, que te has
fotografiado con los dos millones de castellanomanchegos y los has publicado en
un libro: Bono con todos, que hemos pagado nosotros, faltaría más. Tú, que crucificas
a Cayo Lara y bendices por buen patriota y mejor español a Manuel Fraga… Tú,
querido Pepe, no me des un nuevo disgusto. No te quedes en segunda fila que la tentación
es mala. Por favor, da ejemplo de generosidad y pasa a la última fila por una
vez en tu vida.
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