En
mi primera asamblea socialista tuve un deja
vu. Ya sabes, esa sensación de que ese preciso instante lo has vivido antes.
Y así era, lo había vivido repetidamente en tumultuosas asambleas de IU.
En
el PSOE no llega la sangre al rio, de momento. En IU, después de la primera
etapa triunfal y arrolladora de Anguita, las navajas brillaban constantemente
en busca de sangre que cobrar. La pequeña diferencia que salva una asamblea
tumultuosa de otra pseudotranquila es que todavía existe algo de poder y
aspiraciones a ocupar espacios con proyección. La oferta en IU era escasa y las
broncas eran de todos contra todos, en el PSOE, por muy mal que vengas las
cosas, aún se reparten centenares de escaños en el congreso y el senado; y esto
favorece alianzas extrañas. Curiosamente siempre se alían el pasado y el presunto
futuro para ofrecernos la salida del túnel.
Ciertamente
el PSOE necesita renovarse y se confirmó mi sensación de que las bases y la
dirección buscan el mismo objetivo por caminos distintos, -recientemente, un
destacado cargo público del PSOE justificaba una decisión que había levantado
cierta polémica con el manido argumento de “escribir
con renglones torcidos”-, y algo parecido ocurre con los electores. La militancia
y la parte fundamental del electorado reclaman políticas de izquierda y una
seña claramente socialista y el aparato y el gobierno ofrecen soluciones
centristas, cuando no claramente conservadoras, pero prometen un modelo
socialista. El divorcio está a la vuelta de la esquina y decisión tras decisión
el gobierno Zapatero se empeña en empujar al precipicio las mínimas opciones de
Rubalcaba.
Rubalcaba
ha recuperado señas claramente progresistas para su equipo y su programa y es
consciente de la dureza de la legislatura que se avecina. Si gobierna
necesitará un grupo parlamentario fuerte que apoye el difícil momento que aún
queda por gestionar. Si pierde necesitará igualmente un grupo parlamentario
curtido en mil batallas que evite ser laminado por la derecha y sus voceros. En
esa idea cabe por tanto una renovación tranquila de ideas y personas, sin
prescindir de los mejores y distribuyendo los recursos donde son más útiles. La
renovación comporta incorporar reivindicaciones de transparencia democrática y
regeneración política hechas por la ciudadanía.
José
María Barreda es pieza clave en la política castellanomanchega. Con un
presidente omnipresente como Bono gestionó la autonomía y el partido desde la discreción
pero con mano firme. Relevó a Bono con todas las garantías y solo la crisis
internacional ha sido capaz de derrotarlo electoralmente. Han sido unos miles
de votos en Guadalajara y las torpes decisiones de Zapatero quienes han aupado
a Cospedal al poder. Ni siquiera la escenificación de la ruptura con las políticas
del gobierno conseguieron frenar la sangría de votos. Al final Guadalajara y
una Ley electoral que impide a IU el acceso a la cámara regional le han dado a
Cospedal la exigua mayoría de un diputado para que experimente en Castilla La
Mancha lo que el PP pretende aplicar a todo el país.
Contra
José María Barreda han empezado a sonar tambores de guerra y unos pocos le
tildan de perdedor y le exigen el abandono de toda responsabilidad. Otros, más
astutos y sutiles esperan agazapados el momento oportuno para ofrecerse como
salvadores. Inteligentemente han dado un paso atrás para no dejarse ninguna
pluma si vienen mal dadas el 20N. Al día siguiente, cuando clamen las bases
bajo la orientación de los oportunistas de turno aparecerán como salvadores
para ser encumbrados y sustituirán a los oportunistas que hicieron el trabajo
sucio. Lo que sí han hecho es colocar hábilmente a sus peones para jugar bien
la partida. Y aunque no ha prosperado la jugada de los alcaldes diputados y se
han tenido que conformar con la solución alcalde-senador, que tanto da, tienen
dispuesta la cabeza de puente para controlar el partido en Castilla La Mancha. Quién
sabe si la aspiración real no es la de sustituir a un fracasado Rubalcaba. Un nombre
planea sobre nuestras cabezas.
José
María Barreda ha atendido la petición de Nemesio de Lara para encabezar la
lista por Ciudad Real. A su círculo más íntimo le ha hecho saber que dimitirá
en todas las responsabilidades del partido y facilitará su renovación. Lástima de
actitud cainita la de la izquierda. Saturno devora constantemente a sus hijos y
la izquierda lo hace con sus cuadros más valiosos. Basta para ello una mínima
derrota o diferencia programática. Así nos va, siempre en busca de una solución
que tenemos en casa.
Yo
que vengo de esa costumbre recomendaría a mis paisanos de Ciudad Real que
dieran un paso al frente en la tarea de renovación del partido. Esta es la
única provincia que ha ganado las elecciones del 22M, que conserva la diputación
provincial y buena parte de los municipios importantes, y que está obligada a
asumir la responsabilidad de la tarea clave. José María Barreda, Nemesio de
Lara, Joaquín Hermoso y Jesús Martin deben jugar la partida de la renovación y
ocupar puestos claves. José María dejará la secretaria general pero puede
ocupar la presidencia y Nemesio debe aportar al ideario socialista su
sensibilidad por lo social, quizá como secretario general. Joaquín y Jesús han
ganado las elecciones municipales en Puertollano y Valdepeñas y tienen la misma
legitimidad que Page para ocupar puestos relevantes.
Junto
a los nombres serán claves las ideas y los modelos de hacer política. El partido
debe abrirse completamente a una sociedad que da por superados los viejos
modelos y en la que el militante ya no es la principal vía de transmisión de
ideas. Las nuevas sensibilidades deben sustituir a las viejas recetas y todos
estamos obligados a construir la alternativa socialista sin ninguna exclusión,
en una apuesta por la renovación constante, porque es ahí donde está el
verdadero cambio.
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