Señor ministro del Interior, me dirijo a usted porque como ciudadano me estoy hartando de ciertas directrices que irradian de su ministerio, como esa ley de inseguridad ciudadana, también llamada la ley mordaza, que nos quiere hacer a la medida para que no protestemos, y para que nos salga muy caro hacerlo, que espero no se llegue a aprobar nunca y que sea tumbada por atentar contra los derechos de expresión y manifestación por el Parlamento Europeo.
![]() |
Jorge Fernández Diaz (Vizcarra) |
Le confieso mi simpatía personal por esos seres humanos oscuros, humillados, vejados y anónimos que luchan por tener un futuro digno en nuestro país y que, con los ojos cerrados, los cambiaba por la gentuza, y usted sabe de quién hablo, que en este país nos ha estado esquilmando a todos y no entra en la cárcel, que es el lugar en donde les corresponde por delincuentes, o cuando entran lo hacen a cuerpo de rey esperando salir a la mayor brevedad posible para hacerse con el botín guardado en algunos de los numerosísimos paraísos fiscales que permitimos que existan para que esos rufianes de cuello blanco proliferen. Quizá debiera destinar esas dotaciones de guardia civiles y policías nacionales que tiene para reprimir las protestas o impedir que los emigrantes pasen nuestras fronteras, a perseguir los delitos económicos de los ingenieros financieros que nos están causando un daño insoportable a nuestro país. Le recuerdo además, señor ministro, que le hemos delegado el uso de la violencia y debe administrarla de forma cuidadosa y escrupulosa, no generando más mal del que trata de evitar, pero que su actuación debe de estar al servicio de la nación, y no vemos en esa vergonzosa actuación en la valla de Ceuta de días pasados nada que nos proteja porque no nos sentimos amenazados en ningún momento. También, si me lo permite, y eso le ruego que lo haga llegar a los números de la Guardia Civil que custodian nuestras fronteras, que si sus mandos les ordenan una conducta punible, como disparar pelotas de goma a emigrantes desarmados que tratan de llegar a la orilla, que lo único que hacen es nadar para mantenerse a flote, tienen el deber moral de desobedecer en conciencia. Quizá, señor ministro, si una cadena de desobediencias se hubiera producido en el transcurso de la historia de la humanidad desde tiempos muy remotos, no estaríamos ahora así y la de guerras y muertos que nos habríamos ahorrado.
Comentarios
Publicar un comentario
DEJA AQUÍ TU OPINIÓN