lunes, 11 de diciembre de 2017

TRUMP, JERUSALÉN Y LA NUEVA INTIFADA

Jóvenes palestinos enfrentándose al ejército israelí 
El actual sistema dominante o stablishment estadounidense utiliza la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y transformarlo en un ser acrítico, miedoso y conformista que pasa a engrosar ineludiblemente las filas de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas. Y tiene como pilar de su sistema político la sucesiva alternancia en el Poder del Partido Demócrata y del Republicano (ambos fagocitados por el lobby judío), con lo que la sorpresiva victoria de Donald Trump ante Hillary Clinton representó para Israel “perder una valiosa amiga para ganar un amigo mejor”, Donald Trump, el tapado de la AIPAC.
EEUU y la AIPAC
El Magnicidio de Kennedy tuvo como daño colateral el nacimiento de un sistema político tutelado por el “Poder en la sombra”, quedando, desde entonces, como rehenes todos los sucesivos presidentes electos de EEUU, según la confesión realizada por el primer Ministro israelí, Ariel Sharon, al entonces Ministro de Exteriores Shimon Peres, en octubre del 2001: “Nosotros, el pueblo judío, controlamos Estados Unidos y los estadounidenses lo saben”, teniendo como fuente la radio israelí “Kol Israel”, sirviéndose de lobbys de presión entre los que destacaría la American Israel Public Affairs Committee (AIPAC).
La AIPAC es el más influyente grupo de presión pro-israelí en EEUU, pues cuenta con más de 100.000 miembros, 150 de ellos dedicados exclusivamente a presionar al Congreso, a la Casa Blanca y todos los organismos administrativos en la toma de decisiones políticas que puedan afectar a los intereses del Estado de Israel. Y, aunque siempre se ha creído que la AIPAC sería un “gobierno virtual” que teledirigiría la política exterior de EEUU en función de los intereses israelíes, la realidad es que el lobby pro-israelí tiene verdadero peso en los ámbitos del poder porque EEUU e Israel casi siempre han compartido idénticos intereses geopolíticos, desde la fundación del Estado de Israel en 1.948.
Así, EEUU contaría con Israel para mantener a los estados árabes de Oriente Próximo bajo la amenaza constante de ataque, (asegurándose de paso que se mantengan serviles ante Washington) e Israel no podría seguir existiendo en su forma actual sin el fuerte apoyo político y material que recibe de EEUU (Unos 3.800 millones de dólares anuales en ayuda militar).
Sin embargo, durante el segundo mandato de Obama, asistimos a la escenificación de un “desencuentro en las formas” israelí- EEUU, debido al concepto geopolítico imperante en la Administración Obama, cuyo cerebro sería el ex-Consejero de Seguridad Nacional del presidente Carter, Zbigniew Brzezinski. Brzezinski, en un discurso ante al Consejo Nacional Irano-estadounidense (NIAC), afirmó que “creo que los EEUU tiene derecho a decidir su propia política de seguridad nacional y no seguir cual mula estúpida lo que hagan los israelíes”. Además, Brzezinski, estaría enfrentado con los lobbyes neocon republicano y judío de EEUU y, con su habitual mordacidad, habría desacreditado la miopía geoestratégica de ambos grupos de presión al afirmar que “están tan obsesionados con Israel, el Golfo Pérsico, Irak e Irán que han perdido de vista el cuadro global: la verdadera potencia en el mundo es Rusia y China, los únicos países con una verdadera capacidad de resistir a Estados Unidos e Inglaterra y sobre los cuales tendrían que fijar su atención”.
Jerusalén, ¿capital del Estado de Israel?
Theodor Herzl es considerado el Padre del actual Estado de Israel y fundador del sionismo. En su libro El Estado judío: ensayo de una solución moderna de la cuestión judía, propuso la creación de un Estado judío independiente y soberano para todos los judíos del mundo al tiempo que promovió la creación de la OSM (Organización Sionista Mundial). Y en su obra La Vieja Nueva Tierra (1902), sentó las bases del actual Estado judío como una utopía de nación moderna, democrática y próspera en la que se proyectaba al pueblo judío dentro del contexto de la búsqueda de derechos para las minorías nacionales de la época que carecían de Estado, como los armenios y los árabes.
Sin embargo, aurora-israel.co/il, denuncia que “la política aislacionista del primer ministro, Benjamín Netanyahu, parece estar en las antípodas de los fundadores del sionismo, tales como Teodoro Herzl y Chaim Weizmman, que incluyeron al movimiento dentro del espectro progresista en el campo de la diplomacia, con lo que la pregunta es si puede revertirse peligroso el aislamiento diplomático de Israel con una política que sea contraria al inmovilismo y el encerramiento”.
Así, el Gobierno de Netanyahu aspira a resucitar el endemismo del Gran Israel (Eretz Israel). Este ente intentaría aunar los conceptos antitéticos del atavismo del Gran Israel (Eretz Israel), que bebería de las fuentes del Génesis 15:18, que señala que “hace 4.000 años, el título de propiedad de toda la tierra existente entre el Río Nilo de Egipto y el Río Éufrates fue legado al patriarca hebreo Abraham y trasferida posteriormente a sus descendientes”, doctrina que tendría como principal adalid a Isaac Shamir al defender que “Judea y Samaria (términos bíblicos de la actual Cisjordania) son parte integral de la tierra de Israel. No han sido capturadas ni van a ser devueltas a nadie”.
En dicha doctrina se basarían los postulados actuales del partido Likud, liderado por Netanyahu, que aspira a convertir a Jerusalén en la “capital indivisible del nuevo Israel”, tras la invasión de su parte oriental tras la Guerra de los Seis Días (1.967) y que, según Wall Street Journal, “la Administración Trump podría hacer en breve realidad al trasladar la Embajada estadounidense a Jerusalén”, lo que conllevará una nueva intifada palestina y el repudio de la comunidad internacional.
¿Nueva Guerra en Oriente Medio?
Nos encontraríamos, pues, en un momento crucial para definir el futuro mediato de Oriente Próximo y Medio (Oriente PROME), pues, tras la salida de Obama de la Casa Blanca, estaría aumentando la presión del lobby pro-israelí de EEUU (AIPAC) para proceder a la desestabilización de Irán por métodos expeditivos. Y este momento será utilizado por EEUU, Gran Bretaña e Israel para proceder a rediseñar la cartografía del puzle inconexo formado por dichos países y así lograr unas fronteras estratégicamente ventajosas para Israel, siguiendo el plan orquestado hace 60 años de forma conjunta por los gobiernos de los tres países y que contaría con el respaldo de los principales aliados occidentales.
Así, tras la aprobación por el Congreso y Senado de EEUU de una declaración preparada por el senador republicano Lindsey Graham y el demócrata Robert Menéndez que señala con rotundidad que “si Israel se ve obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a su lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente”, con la Administración Trump asistiremos al aumento de la presión del lobby pro-israelí de EEUU (AIPAC) para proceder a la desestabilización de Siria e Irán por métodos expeditivos.
En una primera fase de dicho plan, el Senado de EEUU renovó de forma unánime hasta el 2.026 la Ley de Sanciones contra Irán (ISA por sus siglas en inglés) y, tras el lanzamiento de un nuevo misil balístico por Irán, Trump amplió las sanciones contra varias empresas iraníes relacionadas con los misiles balísticos sin violar el Acuerdo Nuclear firmado entre el G+5 e Irán en 2.015, conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés) y que tan sólo serían fuegos de artificio para distraer la atención del maquiavélico Plan esbozado por la Alianza anglo-judía en 1960 que incluiría la balcanización de Irán.
EEUU e Israel habrían empezado a teledirigir al DAESH para mediante atentados mediáticos y selectivos desestabilizar el régimen del Líder Supremo, ayatolá Ali Khamenei, y cuyo primer paradigma sería el reciente doble atentado en el corazón de Teherán.
Dicha guerra será un nuevo episodio local que se enmarcaría en el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría EEUU-Rusia e involucrará a ambas superpotencias teniendo como colabores necesarios a las potencias regionales (Israel, Egipto, Arabia Saudí e Irán), abarcando el espacio geográfico que se extiende desde el arco mediterráneo (Libia, Siria y Líbano) hasta Yemen y Somalia y teniendo a Irak como epicentro (rememorando la Guerra de Vietnam con Lindon B. Johnson (1963-1.969).
Siria, Líbano e Irak serían tan sólo el cebo para atraer tanto a Rusia como a China y, tras desencadenar una concatenación de conflictos locales (Siria, Irak y Líbano), desembocar en un gran conflicto regional que marcará el devenir de la zona en los próximos años y cuyo desenlace podría tener como efectos colaterales el diseño de una nueva cartografía favorable a los intereses geopolíticos de EEUU, Gran Bretaña e Israel con la implementación del Gran Israel (“Eretz Israel”).

Germán Gorraiz López || Analista político ||

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