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Pleno de la Corporación Municipal de Puertollano |
Que un empleado público con niveles
de responsabilidad juegue con el pedigrí de la ciudadanía para clasificarla
entre buenos y malos no es cuestión baladí. No creo que haya sido una
ocurrencia sin más. Más bien creo que es una salida de tono influenciada por el
discurso oficial de los actuales gestores municipales, a los que es muy cercano.
Y que fue una salida de tono lo prueba el inmediato borrado en la red social en
que fue publicada.
Es costumbre entre gobernantes mediocres
dividir a la ciudadanía entre ‘buenos y malos’ según sean adeptos o críticos
con sus políticas. Franco tachó de malos españoles a quienes se oponían a la
dictadura, también Aznar y Rajoy recurrieron y recurren a tal argumento. Pero lo
de Puertollano es rizar el rizo porque se añade el pedigrí genealógico en el
baremo que mide la bondad o la maldad del puertollanero.
Vayamos pues al argumento del
pedigrí y veamos el rigor del mismo. La genealogía no es buen argumento porque
las personas no brotan como setas en su lugar de residencia, y en el caso de
Puertollano, cuyas características históricas indican que su poblamiento inicial
se hizo con personas procedentes de otros lugares, lo es menos aún. Si acaso,
se podrá presumir de haber llegado antes que otros.
A veces, presumir de apellidos
encierra riesgos que terminan dejándote en evidencia, porque basarse en una
leyenda no es riguroso para determinar la antigüedad de un apellido, que es
utilizado casualmente por el autor de la misma. La leyenda, como la historia,
suele ensalzar virtudes en los vencedores y maldades en los perdedores, aunque los
hechos reales suelen ser bien distintos. Recordemos que los apellidos pueden
indicar el origen de quien los lleva: los moriscos y judíos conversos fueron
obligados a adoptar como apellido propio el del noble del lugar, el lugar de
origen, la profesión que ejercían o el de una planta y/o animal. Revísese bien
la genealogía particular no vaya a ser que se presuma de ‘castellano viejo’ y
la realidad sea bien distinta.
Según lo argumentado no soy buen puertollanero, que no
puertollanense como dicen los puertollanarras modernos, porque no nací en
Puertollano y porque soy crítico con la gestión del equipo de gobierno local.
Mi familia llegó a Puertollano en la
década de los 60 y antes lo hicieron cientos de familias. Todas contribuyeron
con su esfuerzo a hacer de Puertollano la ciudad que fue y ahora no es, y lo
hicieron dejándose la vida y/o la salud en las minas, en las obras de la refinería
o en la construcción de viviendas e infraestructuras. ¿Son puertollaneros de peor
calidad por no haber nacido aquí? ¿Han contribuido menos que los naturales al
desarrollo de Puertollano? Antonio Machado, escribió lo siguiente sobre el
patrioterismo: “Sabemos que la patria no
es una finca heredada de nuestros abuelos; buena no más para ser defendida a la
hora de la invasión extranjera. Sabemos que la patria es algo que se hace
constantemente y se conserva sólo por la cultura y el trabajo. El pueblo que la
descuida o la abandona, la pierde, aunque sepa morir. Sabemos que no es patria
el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra: que no basta vivir sobre él,
sino para él; que allí donde no existe huella del esfuerzo humano, no hay
patria, ni siquiera región, sino una tierra estéril, que tanto puede ser
nuestra como de los buitres o de las águilas que sobre ella se ciernen”.
Y soy crítico con la gestión de nuestros
gobiernos locales porque Puertollano ha dilapidado ingentes recursos y
oportunidades. Cierto es, en su descargo, que no ha tenido mucha ayuda de
gobiernos autonómicos y centrales: Empezando por los recortes a las primas de
las renovables del ministro Sebastián y terminando por el hachazo definitivo
del ministro Soria. Tampoco el gobierno de Page está siendo ‘generoso’ con
Puertollano y como muestra un botón: las dos EDUSI aprobadas en la provincia
han ido curiosamente a ayuntamientos ‘conquistados electoralmente’ al PP
(Tomelloso y Ciudad Real). Aunque lo propuesto en la EDUSI presentada por
Puertollano la hiciera merecedora de ser rechazada, puestos a valorar
necesidades Puertollano lo necesita más que ningún otro. Además, me consta que
las presentadas por estos municipios tampoco brillan por la sostenibilidad de
sus propuestas.
Como olvidar que en el Centro de
Ocio y Naturaleza Dehesa Boyal se han invertido millones de euros y nunca ha funcionado.
Será porque siempre fue gestionado por empresas ‘amigas’ (Zeos, Parmenides,
Yellow World…) que prometieron cuantiosas inversiones y casi siempre se fueron dejando un 'simpa'. ¿Callamos ante
tal situación?
Como olvidar el tufillo desprendido
por la Virtus, Coso Polivalente (plaza de toros), Centro de Transportes, Chiringuito
del Paseo, Complejo de Pádel, Centro de Especialidades Deportivas… ¿Callamos
ante tal situación?
Como olvidar las faraónicas e
innecesarias inversiones de la legislatura de la mayoría absoluta de Hermoso
Murillo: el Terry, el Cerrú, el Pabellón de Ferias… ¿Callamos ante tal
situación o recordamos que quien hoy nos gobierna formaba parte del núcleo duro
de aquel gobierno municipal?
Año tras año, inversión tan
inversión, se fueron dilapidando los recursos del Plan MINER al tiempo que se
iban apagando las luces de la Ciudad Internacional de la Energía. PROENER,
SILICIO, SOLARIA, ENEL, ENCASUR, ELCOGAS… una tras otra fueron cerrando sus
puertas hasta dejarnos en lo que ahora somos: una ciudad con menos de 50.000
habitantes y con escasas posibilidades de volver a recuperar esa cifra.
¿Y que hicieron los gobernantes
locales? Ponerse detrás y no delante de las movilizaciones locales, desperdiciar
los recursos del Plan MINER y no aprovechar las competencias propias para
liderar la implantación de EERR en infraestructuras e instalaciones
municipales.
Asistimos impertérritos al decaimiento
de la ciudad y la hipoteca que supone la tutela del Ministerio de Hacienda. Pero
el ayuntamiento no puede pedir a los vecinos que sustituyan a los empleados
municipales mientras el desaprovecha la ocasión para remunicipalizar servicios
públicos. No olvidemos que Puertollano dispone de un presupuesto que supera los
47 millones de euros y que, amén de los gastos de personal y funcionamiento, queda
margen para priorizar en políticas expansivas de empleo.
Razones hay de sobra para seguir
siendo un ‘mal puertollanero’ y no callar ante el sometimiento a ciertos
intereses empresariales para ampliar o reducir aceras y alturas de edificios,
ser más o menos flexibles en la aplicación de las ordenanzas, aplicar un
urbanismo contrario a la calidad de vida de la ciudadanía y permitir que las
empresas contratistas de los servicios municipales hagan de su concesión un
sayo.
Vuestra suerte, queridos amigos, es
que la oposición os hace buenos de tan inútil como es.
Plumaroja
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