Dolores Cospedal y Mariano Rajoy |
Una de nuestras colaboradoras definía estos días la política del PP como de suplantación de la realidad, la impostura que convierte la indecencia en un hábito. Sirve la definición para Rajoy pero también para la que fuera presidenta de nuestra comunidad, María Dolores de Cospedal. Con la impostura de la firmeza, en ocasiones inclemencia, se demostró experta en inventar y reinventar la realidad dando a entender que las moscas sobre el pastel eran un finiquito en diferido, haciendo pensar que eran eficaces en el gobierno cuando en realidad dejaban pasar el tiempo acusando a la crisis y a gobiernos anteriores de ser la causa de la destrucción de nuestros derechos sociales, sanidad, educación, trabajo, dependencia, en definitiva progreso social.
Cospedal se lo montaba bien en el ámbito personal pero resultaba una fingidora que pretendía inventar la verdad como ahora lo siguen haciendo con poco éxito todos sus portavoces en Castilla-La Mancha. En un año, con el mismo presupuesto, el nuevo presidente de la región, Emiliano García-Page, ha demostrado que las cosas pueden hacerse de otra manera, con decencia, con trabajo y pensando en los ciudadanos.
Porque aunque la cara dura funcione a veces, no siempre resulta. Se descubre la verdad con balbuceos cuando se ha dado vuelta como a un calcetín sucio y con deslices como el cometido por Rajoy cuando aseguro que desde su gobierno había apoyado el trasvase Tajo-Segura, dejando a Cospedal con la palabra en la boca: "es una estupidez", dijo.
Por eso Rajoy y Cospedal se quedaron solos, nadie quiso pactar con ellos y aunque consiguieron ser los primeros en número de votos no han encontrado comparsa suficiente para seguir sustentando su impostura.
elObservadorDCLM
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