martes, 12 de marzo de 2013

SOBRE DEMÓCRATAS Y DICTADORES

Hugo Chavez

En estos días más que nunca a la derecha se llena la boca llamando dictador al finado presidente venezolano. Esa derecha que, como la española, obtiene mayorías absolutas con un 24% del censo frente al supuesto dictador caribeño quien nunca obtuvo menos del 50%.
Es muy curioso que esos gobiernos y partidos que sólo generan pobreza porque gobiernan para el Bundesbank y el FMI e incluso reforman constituciones por la puerta de atrás para favorecer a esas “democráticas” instituciones financieras en detrimento de los ciudadanos a los que se deben, se atrevan a poner en tela de juicio la legitimidad de otros gobiernos, que, como el de Chávez, redujeron la extrema pobreza en más de 40 puntos, igual que es muy curioso que Rajoy o Esperanza Aguirre, que están aniquilando la educación pública y la Sanidad se crean mejores que Chávez, quien escolarizó a cientos de miles de niños que no podían acceder a la enseñanza simplemente por no tener dinero para obtener un documento de identidad y llenó las calles de los suburbios caraqueños de médicos gratuitos.
Si estos argumentos han hecho dudar al “yo-soy-démocrata-de-toda-la-vida-a-mi-no-me-da-usted-lecciones-de-democracia” de si Chávez es o no dictador  inmediatamente recurrirá al “no eran elecciones libres” a pesar de que la Fundación Carter y otros observadores jamás encontraron más irregularidades que las que podrían encontrar en la Galicia de Fraga, Baltar y Feijoo o en la Italia de Berlusconi. Es más, el gobierno bolivariano llegó en una ocasión a sufrir y reconocer una derrota electoral, la única, la del referéndum constitucional de 2009, justo lo contrario que dicen las malas lenguas, las de la derecha mediática precisamente, hizo Felipe González con el de la OTAN en 1986, cuando al no gustarle los resultados decidió darles la vuelta “por el bien de España”. Y de su reelección, claro.
Hablemos ahora de golpes de Estado: Chávez intentó dar uno en 1992, cierto, pero pagó por él con cárcel y destierro. ¿Pagaron también todos los impulsores del 23-F?. Y aún digo más, ¿no tienen nada que decir esos ejemplares demócratas del intento de derrocar al venezolano en 2002? Los golpes de estado y similares al parecer solo están bien vistos cuando favorecen a los grandes demócratas (y a los grandes empresarios), entonces, ¿verdad Esperanza Aguirre? ¿le suena el “tamayazo” a la señora condesa cazatalentos?
Y ya lo que les parece un escándalo a estos demócratas de los mercados es el control de los medios de comunicación. ¿A quiénes? ¿A los que dirigen Telemadrid, TVE, TVG y demás medios imparciales? Imparciales como el diario homónimo que fue vocero del franquismo debe de ser. ¿El franquismo he dicho? ¿Eso qué es? ¿Ese régimen al cual  no se condena porque “hay que hablar del futuro y no del pasado”? Y para terminar con los medios, ¡cómo olvidar el cariño con el que el ABC en plenos años ochenta llamaba a Pinochet “el presidente chileno” frente al habitual “dictador venezolano” que el TDT Party utilizaba para referirse al fallecido líder!
El caso es que tenemos que aguantar que a un político que nacionalizó bancos para repartir riqueza, redujo los índices de pobreza, priorizó el bienestar de su país frente al del FMI o el Banco Mundial y se enfrentó a la camarilla Bilderberg y compañía sea tildado de dictador por quienes hacen exactamente lo contrario.
Ah, que es que Chávez compadreaba con el sátrapa Ahmadineyad. Horrible me parece, pero señores demócratas de Occidente, díganme, ¿les suenan los nombres de Putin, Lukaschenko o Hu Jintao? Pues eso.
Crónica Popular

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