La prensa castellanomanchega del régimen, o sea toda, anda revuelta porque
Podemos ha decidido darse una vuelta por estas tierras con su TRAMABÚS el fin
de semana del 20-21 de mayo. Y lo que más critican es que sea el expresidente
Bono quien de nombre al autobús: el BONOBÚS.
Para Podemos, los casos del vertedero de neumáticos de Seseña y el
aeropuerto central de Ciudad Real son motivos sobrados para la visita del BONOBÚS.
Pero ahondando un poco en la hemeroteca descubrimos que la sombra de la
sospecha planea sobre la cabeza de Bono con otros casos.
El sorprendente y rápido enriquecimiento de la familia Bono
El diario Público publicaba
el pasado 2 de mayo de 2010 un excelente y aclarador artículo sobre el
patrimonio de la familia Bono.
Según la información Bono y su familia acumulaban entonces bienes inmuebles
valorados por encima de los 6 millones de €. El
artículo no entraba en polémicas sobre la valoración de lo descubierto entonces,
ahora sospechamos que es mucho más, y no sólo lo calculaba a la baja sino que
incluso aceptaba que la vivienda de la C/ San Justo de Madrid, cercana al
Palacio Real, hubiera costado 450.000 € como declaró Bono, si bien advertía lo
evidente: “salvo que el inmueble esté destrozado, es imposible comprar en esa zona a dicho precio”. Según el portal
inmobiliario Idealista, el metro cuadrado en el centro de Madrid costaba
entonces 4.090 €, lo que multiplicado por los 162 metros cuadrados de la
vivienda arrojaría un precio mínimo de 662.580 €.
Pero la importancia de la información aparecida en
Público no radicaba en este inmueble, que ya había sido desvelado por otros
medios, sino en los datos sobre nuevos
inmuebles descubiertos a Ana y Amelia, hijas mayores de Bono, y sobre la
permuta con Reyal-Urbis que
permitió a la mercantil Ahorros Familiares
SAJA, administrada por Ana
Rodríguez Mosquera, entonces esposa de Bono, hacerse con la propiedad de dos áticos de lujo en Estepona.
En 2005, Amelia
Bono Rodríguez escrituró a su nombre una vivienda de 130 m2 más
azotea de uso propio de 34 m2 y dos plazas de garaje en la lujosa
urbanización Montepardo de Madrid. Cuando la hija de Bono registró esa
propiedad tenía 24 años. Al año siguiente, su hermana Ana escrituró a su nombre otro piso en Madrid y en 2009 liquidó
acciones de la mercantil SAJA y
a cambio recibió una nueva vivienda, contigua a la anterior, más plaza de
garaje, que la empresa SAJA valoró
en 171.399 €. En definitiva, y según la información publicada, la acumulación
patrimonial de los Bono se incrementó
a partir del año 2000, disparándose a partir de 2004, año en que Bono abandona
la presidencia de Castilla-La Mancha para ocupar el ministerio de Defensa.
Lo que más llamó la atención del reportaje de Público,
que resulta difícil explicar ética y jurídicamente por la familia Bono y debió
tener entonces consecuencias jurídicas, es el de la permuta de inmuebles realizada
con Reyal-Urbis, propiedad del
amigo de la familia, Rafael Santamaría.
Público calificó la permuta de
“sorprendente operación”. Y, ciertamente, la operación fue tan
sorprendente como sospechosa: “La
operación inmobiliaria más inusual realizada por los Bono se cerró en julio de
2006. Ese mes, la promotora Reyal-Urbis, de Rafael Santamaría, empresario muy
ligado a Castilla-La Mancha y amigo personal de Bono, y la sociedad Ahorros Familiares
SAJA acordaron una permuta inmobiliaria. De acuerdo con los datos de la
escritura SAJA recibió dos áticos de lujo de nueva construcción en el municipio
costero de Estepona (Málaga), cuya superficie techada suma 267 m2 y
que Reyal-Urbis valoró en 925.000 €. A cambio, la sociedad patrimonial de la
familia Bono entregó a Reyal-Urbis un piso de 136 m2 localizado en
la madrileña colonia de Mirasierra y por el que el matrimonio Bono había pagado
35.000 € en 1982”.
El piso de Mirasierra, una zona de clase media alta en
el norte de la capital madrileña, tiene plaza de garaje. Los áticos de
Estepona, levantados en la urbanización Las Náyades, a 150 m de la playa, dan a
sus propietarios el derecho al uso y disfrute exclusivo de los siguientes
bienes y equipamientos: dos plazas de garaje de 26 y 28 m2; dos
azoteas solárium de 32 y 146 m2; y otras tres terrazas e 20, 71 y
2,6 m2. Entre los elementos comunes de la urbanización figuran
piscinas, club social y gimnasio con sauna. A efectos de la permuta, y sin
tener en cuenta el garaje, el piso de Mirasierra se valoró en 6.343 €/m2.
El precio medio del metro cuadrado en Mirasierra era, en el segundo trimestre
de 2006, de 4.131 €/m2 según la tasadora Tasamadrid.
La permuta estuvo rodeada de incógnitas pues las
promotoras difícilmente acuden a esa fórmula, sobre todo en época de boom
inmobiliario. Además, no estaba aquí en juego el cambio de unos terrenos por
otros, sino el de dos áticos de nueva construcción por un piso de segunda mano
con 25 años de antigüedad y situado en un bloque de viviendas que además tenía
un contrato de arrendamiento. La permuta es inverosímil y sospechosa, no sólo
porque en 2006 Estepona estuviera gobernada por Antonio Barrientos, amigo personal de Bono y detenido en la
Operación Astapa, que sabemos daba un trato excepcional a la esposa de Bono cargando al
Ayuntamiento o a Valle Romano,
una de las sociedades del “malayo” Javier
Arteche Tarascón, las clases de golf que esta recibía; sino porque el
insólito intercambio (ruinoso para Reyal-Urbis
si no había estipulaciones secretas) se hacía con una mercantil propiedad de la
familia de José Bono, que no
sólo fue presidente de la región en que la constructora de Santamaría tenía
intereses multimillonarios, sino que entonces seguía presidiendo el PSCM-PSOE,
es decir, que en modo alguno carecía de poder e influencia en el palacio de
Fuensalida, sede del gobierno manchego.
Por aquellos tiempos supimos que los amigos
constructores de Bono eran imputados día sí día también: Javier Arteche Tarascón, Luis Portillo y los hijos de Jesús Gil fueron imputados por una
operación de compra de créditos del Ayuntamiento de Marbella en la que según la
Agencia Tributaria se habrían blanqueado más de 6 millones de euros. Hay que
recordar que en la maniobra de abordaje lanzada por Luis Portillo sobre Inmobiliaria
Colonial, finalmente llevada a la quiebra por éste y sus hombres, tuvo
un papel fundamental el constructor toledano Aurelio González Villarejo, también amigo personal de Bono, constructor
de la urbanización El Vergel de Bargas,
en la que el hijo jinete de Bono compró
un chalet valorado en 300.000€.
Otro punto oscuro en la relación de
Bono con Reyal-Urbis es el de los gastos por importe de 7.669€ ejecutados en su
casa de Olías. Está probado que Santamaría corrió con los gastos de decoración
de la habitación de la hija menor en la casa familiar de Olías del Rey (Toledo).
Ante los hechos probados, el Supremo consideró que al ser la mujer del
constructor “madrina de bautizo” de la niña, esta “relación de amistad” justificaría
los pagos.
Lo presumible es que Santamaría, su
mujer y sus hijos recibieron subvenciones del gobierno de Castilla La Mancha a
través de las entidades Yalqui S.A y Vega del Záncara S.L., y que Bono autorizó
o dio todos los parabienes para la recalificación de terrenos rústicos en urbanizables.
Este es el caso de Valdeluz, la ciudad fantasma del AVE próxima a Guadalajara, donde
Santamaría promovió 10.000 viviendas. Una gran operación que el Gobierno de
Bono autorizó en 2001.
Según publicó El Confidencial, la
relación de amistad entre Santamaría y Bono se tradujo en más regalos, como
caballos de competición por valor de 200.000€ para su hípica toledana. Uno de
los caballos fue adquirido en Francia con billetes de 500€ envueltos en papel
de periódico, y facturado a nombre de Rafael Hoteles. ¿Y si la permuta y los
regalos fueran una forma de devolver los favores?
Bono y el Pocero. Más que amigos
La Junta de Comunidades de Castilla La
Mancha, presidida por José Bono, facilitó a El Pocero los trámites del PAU de El
Quiñón que dio como resultado la construcción de una macrociudad en Seseña. El
ex alcalde que dio luz verde al PAU, el socialista José Luis
Martín, fue denunciado por prevaricación, cohecho y delito
contra la Hacienda Pública por la Fiscalía Anticorrupción.
IU consideraba que en las
irregularidades cometidas, el alcalde José Luis Martín y el Grupo Municipal del
PSOE no estaban solos. El propio alcalde afirma (según consta en acta del
pleno) que el mismo día 8 de mayo, día en que se celebró el pleno
extraordinario que daba luz verde al PAU, a las 9 de la mañana se reunió en
Toledo con Alejandro Gil Díaz, máximo responsable de la Consejería
de Obras Públicas y con el Delegado de dicha Consejería en Toledo y le
informaron que ‘se podía aprobar el PAU’. La tramitación del Plan de Acción
Urbanística llevaba aparejada la recalificación de 1.833.147 metros cuadrados
de suelo rústico para construir 13.508 viviendas en una localidad con problemas
de abastecimiento de agua que no alcanzaba los 10.000 habitantes.
Ese mismo año y coincidiendo con la
presentación del PAU, el alcalde “sin que conste el origen del dinero”,
suscribió fondos de inversión y seguros por importe de 158.000€ y 1.800€, y
adquirió un bien inmueble en la provincia de Málaga por 9.617€. Sus salarios,
en las fechas comprendidas entre los años 2001 a 2005, ascendieron a 27.806€
brutos, a excepción del año 2003, cuando tras abandonar su cargo percibió
17.074€ brutos, de los que 12.667 procedían del Ayuntamiento. Durante los años
2004 y 2005, las rentas declaradas por el acusado son inferiores a las
anteriores, a pesar de lo cual adquirió nuevos fondos de inversión por valor de
60.000€. En 2005 le constan desembolsos de cantidades por importe de 71.334,63€
no constando la razón de los mismos. El acusado justificó los incrementos
patrimoniales en el cobro de un cupón de la ONCE de 144.000€, habiendo aportado
fotocopia de cinco cupones de un sorteo del año 2000, afirmaciones que no
resultan acreditadas según la Fiscalía.
La denuncia presentada por IU incluía
una grabación mostrando que las máquinas de Onde 2000 SL, la empresa del
Pocero, trabajan en Hípica Almenara, de la que era propietario José Bono. La
grabación fue realizada en marzo de 2004 y “dejaba acreditada la relación entre
Onde 2000 SL y el anterior presidente de Castilla-La Mancha”. El propio Bono
declaró en entrevista publicada por El País haber invertido 600.000€ en las
obras de Hípica Almenara, más 141.901€ en la adquisición de los terrenos.
También hubo fundadas sospechas sobre los suculentos patrocinios publicitarios,
especialmente el que correspondió a una conocida empresa Alcarreña. Bono hizo
el milagro de los panes y los peces con unos ingresos declarados de 97.885€
anuales. Las imágenes de las máquinas de Onde 2000 trabajando en Hípica
Almenara circulan por Internet.
Aeropuerto Central Ciudad Real y quiebra
de CCM
Llamemos
a las cosas por su nombre. El proyecto del aeropuerto de Ciudad Real y el de su
anexo inmobiliario “El Reino de Don Quijote”, ha despedido desde sus orígenes
un tufillo irrespirable e inducido a fundadas sospechas.
El
Gobierno de Barreda declaró
el proyecto “de singular interés” y desde sus inicios invirtió en él
importantes cantidades de fondos públicos, sin contar con la participación
suicida de CCM, a las órdenes de Hernández Moltó.
La
declaración de singular interés tuvo la virtud de facilitar y acelerar las
expropiaciones de los terrenos, que se pagaron a 54 céntimos el secano y a 1’20€
el regadío; y de justificar las inversiones públicas en el negocio o, mejor dicho,
en favor de sus principales beneficiarios: Domingo Díaz de Mera; los hermanos
Barco Fernández, vinateros venidos a la crianza de hormigones; Antonio Miguel
Méndez Pozo, un ex presidiario plenamente reinsertado en la sociedad, especialmente
en la de Castilla-La Mancha; el ahora quebrado Ramón Sanahuja; y el inevitable
Aurelio González Villarejo, que igual que construye casitas de poliespam -esto
es real, no irónico- en Carranque, asfalta pistas de aterrizaje en las tierras
de la Orden de Calatrava.
Todos
ellos son hombres de manifiesta amistad con José Bono y José María Barreda –varios
de ellos fueron agraciados con licencias de TDT y cuantiosas subvenciones en
publicidad institucional- y fueron los principales beneficiarios porque la
operación aeropuerto se diseñó de la siguiente manera: “CCM, por sí o a través de CCM Corporación, participó directamente en
el proyecto con un 36,43% del capital pero, además, financió la inversión de
sus otros socios en una cuantía que según el informe emitido por el Banco de
España tras la intervención de la Caja, llegó a los 204 millones de € una vez
descontadas las pérdidas por los deterioros de los activos. A cambio, Díaz de
Mera y los demás garantizaron esos créditos con las acciones de la misma cosa
financiada por la caja acreedora y no con activos tangibles o intangibles de su
propiedad, es decir, recibieron billetes de banco de curso legal y a cambio
entregaron unas estampitas rotuladas como ‘acciones al portador’ que bien
podían haber sido impresas en la librería-papelería de la esquina”.
De
paso, estos importantes empresarios, constructores áulicos de Castilla-La
Mancha, ya que dominaban el consejo de administración de CR Aeropuertos y ya
que eran expertos constructores, devinieron en contratistas y proveedores de sí
mismos en el aeropuerto, de modo que la inversión cuyo dinero partió de las
arcas de CCM fue dirigida, con un flujo constante de facturas, hacia las otras
empresas de esos mismos consejeros, contratadas, por supuesto, al margen de
cualesquiera garantías administrativas puesto que el aeropuerto de Ciudad Real
era un negocio privado y al Derecho privado había que estarse. Tal fue el caso,
como luego veremos, de la mercantil Montreal Proyectos Y Realizaciones SA,
controlada por Domingo Díaz de Mera a través de RUTESO Aplicaciones.
No
es posible concebir que Barreda y el resto de políticos de la región pudieran
creer, por muy esponjados que estuvieran en Moët & Chandon ese día, que un
aeropuerto en medio del páramo ciudadrealeño, donde ni las abubillas demuestran
interés por aterrizar, fuera un negocio; y como no lo creían -posiblemente
inspirándose en el gángster Bugsy Siegel, el hampón visionario que con el hotel
Flamingo dio origen a lo que hoy son Las Vegas- unieron el destino del
aeropuerto a un complejo de tugurios de lujo donde organizar timbas
internacionales, de zonas residenciales, de parques de atracciones y del
obsesivo y patético campo de golf, emblema del esnobismo de la década ominosa
de la corrupción inmobiliaria española; cosa a la que llamaron ‘El Reino de Don
Quijote’.
La
idea debía funcionar porque el apoyo político de Barreda estaba garantizado y
el financiero, a través de Hernández Moltó, también parecía inagotable, pero si
Bugsy Siegel cayó asesinado por orden de Lucky Luciano, Caja Castilla-La Mancha
fue llevada a la quiebra por Hernández Moltó y sus generosos préstamos, no sólo
hacia los socios del aeropuerto o hacia los propios consejeros de la Caja, sino
también, por ejemplo, hacia otro hampón más castizo, pero no menos ambicioso:
Juan Antonio Roca Nicolás, titular junto con alguno más de sus socios malayos
de créditos -que se sepa- por cuantía no inferior a los 200 millones de €.
Los
intentos de Barreda por resucitar al difunto fueron tan desvergonzados como
patéticos, incluida la modificación in
privos lata de la LOTAU, hecha para que los amigos en apuros, en
atención a la importancia de su proyecto para la región, pudieran fragmentar
los suelos expropiados a 54 céntimos el metro cuadrado y venderlos a 600€; o
también, el último intento de proveer a CR Aeropuertos con un aval de 140
millones de €, retirado del orden del día en el mismo Pleno de las Cortes Regionales
del 27 de mayo de 2010, donde estaba prevista su aprobación. Aquella decisión
de Barreda sorprendió a propios y ajenos, sobre todo a los ajenos al Auto que dictó
el Juez Amalio de Juan Casero declarando el concurso necesario de acreedores de
la mercantil CR Aeropuertos.
Sin
embargo, la postura del presidente de Castilla-La Mancha no podía ser otra que
la de la retirada del aval. Sospecho que el día del Pleno, Barreda tenía información
del contenido del Auto judicial y haber comprometido 140 millones de € en favor
de Díaz de Mera y sus socios horas antes de que el beneficiario de ese aval
fuera declarado en quiebra -con el Estado y el sistema financiero español no
menos quebrado y días después de que Rodríguez Zapatero hiciera saltar por los
aires, con su decreto de medidas de reducción del déficit, el Preámbulo y medio
Título Primero de la Constitución-, hubiera sido algo peligroso, incluso para
unos maestros de la impostura política como Barreda y sus consejeros.
Pero,
con la declaración de quiebra llegamos al punto más truculento de la turbia
historia de un aeropuerto en el que sólo operó una línea aérea y porque fue motivada
mediante cuantiosas subvenciones públicas. La primera demanda de concurso de
acreedores fue presentada por José Angel González Tausz en nombre y
representación de la mercantil Montreal Proyectos Y Realizaciones SA. Recordemos,
como vimos antes, que esta empresa estaba controlada mayoritariamente por
Domingo Díaz de Mera a través de RUTESO Aplicaciones -51% del capital social
frente al 49% que tenía González Tausz- de forma y manera que, en realidad, el
concurso lo reclamaba Díaz de Mera acreedor contra Díaz de Mera deudor, pero
sólo aparentemente, porque para esas fechas CCM estaba intervenida y sumando a
su participación en el capital los créditos incobrables comprometidos en el
aeropuerto, el único propietario de ese fiasco era CCM y por extensión el Banco
de España, es decir, los presupuestos del Estado, que se nutren con los
impuestos de los ciudadanos que no podemos constituir SICAVs y pagamos
religiosamente.
A
fechas de presentación de la demanda de concurso, el aeropuerto adeudaba a
Montreal unos 17 millones de €. Si el concurso prosperaba, Díaz de Mera
cargaba, en su condición de socio del aeropuerto, no con pérdidas sino con
lucro cesante, pero a cambio obligaba a CCM-Banco de España, propietaria de
facto del aeropuerto, a seguir volcando billetes de curso legal en aquel pozo
sin fondo. Había, además, otra ventaja. Ante la situación de emergencia,
Barreda tenía la oportunidad, como habría sucedido si los acontecimientos no se
hubieran precipitado, de justificar la entrega de otros 140 millones de € en
forma de aval.
Cuando
González Tausz presentó la demanda de concurso, los socios mayoritarios de
Montreal reaccionaron airadamente y lo denunciaron por coacciones y por
realización arbitraria del propio derecho. Pero tal denuncia no podía prosperar
porque interponer una demanda no es coaccionar a nadie sino ejercer un derecho,
y porque el tipo incluido en el artículo 455 del Código Penal, el de la
realización arbitraria del propio derecho, exige que se actúe ‘fuera de las
vías legales’ y demandar en los Tribunales no está fuera de las vías legales; y
que, además, se emplee ‘violencia, intimidación o fuerza en las cosas’ y no me
imagino a González Tausz intimidándose a sí mismo con un cuchillo cebollero
para obligarse a ir al Juzgado.
Como
Díaz de Mera, además de tener un hermano letrado de reconocido prestigio, se
gasta sus buenos cuartos en picapleitos de trajes de alpaca y despachos en la
milla de oro de Madrid, esto lo sabía y, por tanto, también sabía que estaba
tirando con salvas.
Es
cierto que RUTESO Aplicaciones, la sociedad de Díaz de Mera que controlaba Montreal,
quitó la presidencia a González Tausz, socio minoritario, y lo sacó del consejo
sin contemplaciones, pero no es menos cierto que, ya sin las ‘coacciones’ del
destituido y, por tanto, completamente en manos de Díaz de Mera, Montreal no
desistió de su demanda contra el aeropuerto.
Según
el refranero manchego ‘el hombre propone y dios dispone’ y, en este caso, dios
a través de una de las entidades financieras de su Iglesia, Cajasur, a la que
el aeropuerto adeudaba unos 18 millones de €, dispuso por su cuenta y la Caja
andaluza, también intervenida, se sumó a la demanda de concurso, liando aún más
la madeja. Es lo que tienen los planes, aún los minuciosos, que siempre están
sujetos a imponderables, en este caso al de Cajasur y al de la indecisión de
Barreda que perdió un tiempo precioso en la tramitación de los 140 millones de
€ que pretendía poner a disposición de los socios del aeropuerto.
Por
otro lado, para acabar de nublar el escenario, a pesar de que la letrada que
representaba al aeropuerto, se dedicó el día de la vista a lanzar airados
ataques contra Cajasur y Montreal, dicha defensa no se planteó nunca en
términos económicos. La joven letrada, contratada por Díaz de Mera para actuar
contra sí mismo, alegó el apoyo político brindado al aeropuerto pero, de forma
absurda, según el Auto del Juez Amalio de Juan, pretendió hacer valer la
solvencia de la empresa sin presentar prueba documental de la contabilidad
oficial… “No aporta -dice el Juez- los
libros contables cuya llevanza se impone imperativamente para todo empresario
viniendo además a admitir tácitamente que con anterioridad al inicio de su
actividad en diciembre de 2008, sus resultados eran negativos con pérdidas que
ascienden a la cifra de 2,7 millones en 2005, 9,2 en 2006 y 1,7 en 2007”.
Resumiendo:
con dinero público hemos pagado un aeropuerto privado que, directa o
indirectamente, se llevó por delante a CCM, una de las cajas de ahorros más
solventes. Aquel aeropuerto rondó los 1.000 millones de inversión y fue
adjudicado en subasta por 56 millones, que aún no han sido depositados en el
juzgado que gestiona el concurso de acreedores.
En
fin, que los reinados de Bono y Barreda, ambos con amistades de más que dudosa
honorabilidad, han dejado cierto olor a podrido en Castilla-La Mancha. Pero, en
lo que a esta región concierne, está visto que la Fiscalía Anticorrupción sigue
fiel al principio de intervención mínima del Derecho penal, aunque se me antoja
que lo suyo más parece fidelidad al principio de intervención nula.
Y ahora, díganme si tiene gracia el
BONOBÚS y si su visita es más que necesaria.
Plumaroja
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