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Movilización en Jerez contra la privatización del "agua" |
La Gestión del Agua en España
España
es un estado con un alto grado de descentralización política, estructurado
territorialmente en comunidades autónomas. En la gestión del agua intervienen
los tres niveles de gobierno existentes: estatal, autonómico y municipal. En lo
relativo al ciclo urbano, el protagonismo corresponde en general a las
corporaciones locales, con la excepción de algunos casos cuya responsabilidad
recae en organismos públicos de ámbito autonómico, caso del Canal de Isabel II
en la Comunidad de Madrid.
La
privatización de agua en España se plantea desde diferentes niveles. Por un
lado, se están realizando desde las Administraciones cambios estructurales que
favorecen esta tendencia, como la introducción de mercados incipientes del agua
en la reforma de la Ley de Aguas de 1999, la huida del derecho público en la
construcción de las obras hidráulicas o la externalización de las funciones
propias de las Administraciones Hidráulicas. Por otro, se potencia el sector
privado en la construcción y gestión de las infraestructuras hidráulicas
destinadas a regadío. Además, se privatiza la gestión de los abastecimientos y
saneamientos de las ciudades. Finalmente, se está extendiendo el negocio a la gestión
de las grandes infraestructuras hidráulicas.
La
gestión de los sistemas de abastecimiento y saneamiento de las ciudades
constituye el sujeto de privatización más tradicional. Según datos de la
Encuesta Nacional de Abastecimiento y Saneamiento (2012) realizada por la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y
Saneamiento (AEAS), las entidades que operan en este sector facturaban
alrededor de 5.081 millones de euros. Desde 1996 a 2006 la gestión privatizada
aumentó alrededor de un 16%.
Las
características del sector privado del agua en España pueden sintetizarse en:
* Existencia de dos grandes grupos
multiservicios, Aguas de Barcelona (AGBAR) y Fomento de Construcciones y
Contratas (FCC), con una gran voracidad expansionista y proyección internacional,
especialmente hacia América Latina. Entre ambos controlan el 80% del negocio
privado de la gestión del agua en España.
* Su gran poder y capacidad de presión
ante las instituciones, que está condicionando las reglas de la libre
competencia y afectando a la neutralidad y rigor de las adjudicaciones.
* Existencia de dificultades en el
control público efectivo del funcionamiento, calidad del servicio y
cumplimiento del contrato.
* Subida importante de las tarifas, al
tener que incluir no sólo los beneficios de la empresa privada sino también la
amortización de los cánones millonarios que se pagan a los ayuntamientos por
las adjudicaciones.
* Utilización de recursos humanos
insuficientes. Dificultades para normalizar las relaciones laborales en el
sector (convenios colectivos, representación sindical, etc.).
* Imposibilidad de instrumentar cauces
de participación y control ciudadano en la gestión del agua y dificultades para
que los ciudadanos puedan realizar con éxito sus reclamaciones individuales.
AGBAR
se ha transformado en una multinacional multiservicios de la mano de
Suez-Lyonnaise, que tiene una participación superior al 30% en esta empresa,
diversificando sus actividades en una gama amplia de servicios (agua, medio
ambiente, seguros de salud, limpieza, servicios de automoción, construcción,
etc.). Su cartera de negocios internacional en el sector del agua es un 50%
superior a la española.
FCC
está participada en un 28% por Veolia Water (anteriormente Vivendi),
diversificando sus actividades en servicios del agua, medioambientales,
limpieza, inmobiliaria y construcción. Todas sus empresas de gestión de
abastecimiento y saneamiento se han unificado bajo el nombre de AQUALIA.
Entre
ambos grupos existen participaciones cruzadas, lo que les da una posición monopolista
en el mercado. Las empresas SEARSA y AGUAS FILTRADAS están participadas al 50%
por AGBAR y FCC.
La
“Sutilidad” Privatizadora de la Socialdemocracia
Los socialistas abrieron el melón de la privatización,
aunque es verdad que su modelo es más sutil que el neoliberal. Frente al
radicalismo neoliberal, el PSOE apostó por el “modelo francés”. Modelo que se extiende con el apoyo del Banco
Mundial. En él, se privatiza tan sólo la gestión del servicio, a través de una
estrategia de partenariado público-privado, promoviendo empresas mixtas
en las que las multinacionales aceptan ser socias minoritarias (49%). Acabo de escuchar al alcalde socialista de Valdepeñas, Jesús Martín, ensalzar este modelo frente al que el PP quiere imponer en Alcázar de San Juan. En ambos municipios opera Aqualia. (Abro aquí un paréntesis para preguntar sobre
la extraña razón que lleva al PSOE a conceder suculentos contratos públicos a
empresas vinculadas a la financiación irregular del PP y a conocidas tramas de
corrupción).
La clave reside en asegurar la competencia exclusiva
de la empresa privada en lo que se refiere a la gestión, bajo el argumento de
disponer de las capacidades
tecnológicas y organizativas necesarias. De forma sutil, la clave del
poder pasa a estar en el monopolio de la información y no en la mayoría
accionarial. Por otra parte, la empresa privada pasa a decidir en materia de
compras, contratas y subcontratas, haciendo desaparecer durante 40 o 50 años
los concursos públicos, con lo que se blindan los llamados “mercados de inputs
secundarios” en beneficio del grupo empresarial del operador.
Paradójicamente, en nombre del libre
mercado, se colapsa la competencia,
al tiempo que los beneficios privados crecen y se camuflan en el capítulo de
costes de la empresa mixta, cuyos beneficios suelen ser exiguos. Otro argumento
fácilmente rebatible. Si tomamos cono ejemplo Jerez de la Frontera, cuyo
Ayuntamiento concedió a Aqualia la gestión del servicio público de aguas,
comprobaremos que los 80 millones abonados por la empresa se convierten en
341’5 millones de beneficios.
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La Sindicatura de Cuentas de CLM detectó "irregularidades" en la creación de la empresa "Aguas de Puertollano" |
La Voracidad Privatizadora del
Neoliberalismo
Hay
que destacar que las privatizaciones analizadas por el Observatorio de los
Servicios Públicos de la ERL-UCM, en España, no han obedecido a razones de
eficiencia, sino a la voluntad política de dar entrada en la gestión del agua
al sector empresarial privado y/o a la obtención de financiación
extrapresupuestaria a través de los cánones que pagan los adjudicatarios al
obtener la concesiones. Existen servicios públicos bien gestionados, como el
Canal de Isabel II (Madrid), Zaragoza, Consorcio del Gran Bilbao, EMASESA
(Sevilla), EMACSA (Córdoba), EMAYA (Palma de Mallorca), Aguas de Gijón, Aguas
de Santa Cruz de Tenerife, etc., que se encuentran entre las entidades más
eficaces y eficientes del sector y que cuentan con una valoración positiva de
los ciudadanos aunque, sin embargo, están sometidas a continuas presiones para
su privatización. El mal funcionamiento de otras empresas o servicios
municipales se debe, en general, a la falta de voluntad política o a la
ineficacia de muchos cargos públicos, incapaces de analizar los problemas que
afectan a los servicios de agua y de buscar, desde lo público, fórmulas
organizativas y funcionales adecuadas a cada caso.
En las últimas décadas, la estrategia neoliberal busca
reducir el campo de la función pública para dejar mayor espacio al libre
mercado. Su objetivo es desactivar la tradicional función del Estado como
promotor de la cohesión social, imponiendo una progresiva “anorexización” de las instituciones
públicas, presentadas como ineficientes y burocráticas, mientras se mitifican
las virtudes de flexibilidad y eficiencia del mercado. En España, con los
gobiernos del PP, se ensayan las propuestas más radicales del neoliberalismo,
privatizándose de facto ríos y acuíferos. Coincidiendo con el primer gobierno
de Aznar, en el año 1996, el 37% de la población era abastecida por empresas
privadas. En 2003, un año antes del gobierno Zapatero, la cifra había crecido
hasta el 48%. La llegada de los socialistas al gobierno no frena la escalada
privatizadora y en 2006 se invierte la relación público-privada en la gestión
del agua y se alcanza la cifra del 53% de población abastecida por empresas
privadas.
Desde la visión neoliberal, garantizar el acceso universal a servicios básicos de interés general,
como los de agua y saneamiento, vinculados a derechos humanos y ciudadanos, se considera un ataque al libre mercado. Los ciudadanos pasan a ser clientes y los servicios de acceso universal tan sólo accesibles para
quienes puedan pagarlos. Dos son los principales argumentos empleados para
justificar esas políticas privatizadoras:
1.- El
sector privado aportará la inversión que
la Administración Pública no
puede hacer. Sin embargo,
los grandes operadores multinacionales invierten pocos fondos propios en
desarrollar redes e infraestructuras básicas, tal y como demuestra el proyecto
europeo de investigación PRINWASS, al hacer balance de los procesos de
privatización en un amplio número de países.
En Argentina, tras la privatización, las inversiones siguieron siendo
mayoritariamente públicas, al considerar los operadores que invertir en
infraestructura básica es de escasa rentabilidad. Eso sí, la privatización
desbloqueó créditos del Banco Mundial que cargaron sobre la deuda pública
aunque fueron gestionados por el operador privado.
2.- La libre competencia inducirá eficiencia y un mayor control de los
usuarios ejerciendo sus derechos como clientes. Los incentivos de eficiencia que puede aportar la libre competencia, no se producen en
este caso, dado que estos servicios, por su naturaleza, constituyen un “monopolio
natural”. El proceso de privatización puede, a lo sumo, suscitar
competencia “por el mercado”, pero
no “en el mercado”. Es decir, una efímera competencia por la concesión,
en concurso público, si no se
produce una adjudicación directa.
Pero una vez adjudicado, el servicio pasa a gestionarse en un régimen de monopolio privado,
difícilmente revisable, bajo duras cláusulas de rescisión.
En la práctica, y aunque resulte paradójico, se reduce
el nivel real de competencia. En efecto, desde la gestión pública, la
adquisición de nuevas tecnologías, trabajos de mantenimiento etc., se contratan
acudiendo al mercado, donde compiten multitud de pequeñas y medianas empresas del
territorio. Es lo que se conoce como el “mercado de inputs secundarios”.
Sin embargo, cuando el servicio queda adjudicado a una multinacional, este mercado queda blindado a la competencia, adjudicándose los contratos de forma
directa y sin concurso público a
empresas del grupo, reduciéndose la competencia
de mercado.
El argumento del control sobre el operador, ejerciendo
cada cual sus derechos como cliente, tampoco funciona, pues tales derechos sólo
pueden ejercerse si se puede cambiar de proveedor, cuestión imposible al
tratarse de un monopolio natural.
La pretendida transparencia del mercado frente a la
opacidad de la gestión pública también es un mito. El hecho de que en algunos
casos la gestión pública sea burocrática y opaca no significa que tenga que
serlo siempre. Precisamente, el que sea pública permite exigir transparencia.
Sin embargo, la empresa privada se ve legalmente protegida por el derecho a la privacidad en la información,
reservándose la transparencia tan sólo para sus principales accionistas. Por
otro lado, el desproporcionado poder de estas multinacionales favorece el
fenómeno conocido como “compra del regulador”.
Los problemas de opacidad administrativa, burocracia e
incluso corrupción, no se resuelven privatizando el servicio, sino
democratizándolo. A nadie se le ocurriría proponer como solución a la
corrupción de la policía, su privatización. Bueno al PP si, solo hay que
analizar en detalle su proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana.
El Camino de
lo “Público”: El Modelo de Córdoba
Hay otro camino. Es el emprendido por ciudades como Ámsterdam,
Bruselas, Copenhague, Viena y París, que han firmado en contra de la
privatización de los servicios de agua en la primera Iniciativa Ciudadana Europea que permite, con un millón de firmas
de siete países europeos, invitar a la Comisión Europea a que proponga un texto
legislativo para Europa. En Catalunya, la Plataforma
Agua es Vida integrada por asociaciones de vecinos, sindicatos, ecologistas
y colectivos sociales defiende una gestión no mercantil del agua.
En
España se vienen realizando buenas prácticas en el ámbito de la gestión pública
del ciclo urbano del agua, poco difundidas, que podrían extenderse a otros
lugares. Es el caso de Córdoba, ciudad que ha creado un modelo participativo en
la gestión pública municipal que tiene su expresión concreta en la Empresa
Municipal de Aguas de Córdoba (EMACSA). Participación y voluntad política han
constituido factores decisivos para conseguir establecer un servicio de aguas
de calidad cuyo centro de atención es el ciudadano. Esta participación, que se
ha consolidado a lo largo de los años, ha sido clave para garantizar una
gestión eficiente desde el punto de vista económico, social y medioambiental. El
éxito de esta iniciativa se ha debido probablemente a la confluencia de
diversos factores: la potencia que el movimiento asociativo ha tenido y tiene
en Córdoba, la importancia que ha tenido en esta ciudad la izquierda
alternativa (IU), que ha puesto en el centro de sus políticas la defensa de los
derechos cívicos y la participación de los ciudadanos, y la voluntad constante
de los sucesivos gobiernos municipales, incluidos los periodos en que gobierna
el Partido Popular. Incluso en este período, en que existieron rumores de una
posible privatización de EMACSA, la derecha no se atrevió a eliminar el modelo
participativo vigente.
Siguiendo el principio de participación proactiva que establece la Convención de Aarhus, para privatizar este tipo de
servicios, de los que dependen derechos
ciudadanos e incluso derechos
humanos, no debería bastar un simple acuerdo de pleno, menos aún con el
voto de calidad del alcalde, sino exigirse, cuando menos, un amplio debate
público que culmine en referéndum
vinculante.
Los
Mecanismos de Participación en EMACSA
Hay
que destacar, en primer lugar, que los mecanismos participativos existentes en
EMACSA son similares a los de todas las empresas públicas del Ayuntamiento de
Córdoba, ya que corresponden a un principio general de promover la
participación ciudadana en la gestión pública, defendido por los sucesivos
equipos de gobierno. Por esta misma razón se promulgó en 1981 un “Reglamento de
Participación de los Ciudadanos” (uno de los primeros de España) y se creó una
concejalía dedicada a la participación ciudadana dentro del organigrama
municipal.
La
estructura de EMACSA es la que corresponde a una sociedad anónima (Junta
General de Accionistas, Consejo de Administración, Presidente y Gerente) cuya
propiedad pertenece al 100% al Ayuntamiento.
La
participación se realiza directamente en el máximo órgano de dirección de la
entidad, el Consejo de Administración. Su composición plural parte de una
renuncia por parte del grupo o grupos políticos que tienen mayoría en el pleno
del Ayuntamiento a trasladar dicha mayoría al citado Consejo. Su composición
actual es la siguiente: Con voz y voto: 2 consejeros elegidos a propuesta de
cada uno de los tres grupos políticos que tienen representación en el
Ayuntamiento (IU, PP y PSOE), 2 consejeros elegidos a propuesta de cada uno de
los dos sindicatos mayoritarios (CC.OO. y UGT) y 1 consejero más, elegido a
propuesta del movimiento ciudadano. Con voz pero sin voto: el Gerente de
EMACSA, el Secretario General y el Interventor del Ayuntamiento.
La
participación en el Consejo de Administración, con voz pero sin voto, del
Secretario General y del Interventor General, dota al Consejo de asesoramiento
legal y económico contable, garantizando el cumplimiento de la Ley y la
responsabilidad en la rendición de cuentas. Los Consejeros son nombrados por
cuatro años y no pueden ser cesados a menos que dimitan, lo que da estabilidad
e independencia a su actuación. Sus retribuciones no llegan a 200 euros por
sesión (en concepto de dietas), por lo que tampoco existe un interés económico
como patrón de su toma de decisiones. Como resultado de este mecanismo de
participación, el partido o partidos en el gobierno de la ciudad no tienen la
mayoría en el Consejo como para “imponer” ningún tipo de decisión. La elección
del Gerente, que es una pieza clave en la gestión de la empresa, ha recaído
sistemáticamente en un profesional del sector, primando más esta condición que
la sintonía ideológica con el grupo o grupos mayoritarios del Ayuntamiento.
A
MODO DE CONCLUSIONES
El
ejemplo de la gestión del ciclo urbano del agua en Córdoba, a través de una
empresa pública participada por los ciudadanos, demuestra que existen
mecanismos desde lo público que son capaces de suministrar un servicio de
calidad con mayor eficiencia que las empresas privadas. También permite
verificar que este buen servicio es compatible con tarifas razonables y buenas
condiciones laborales de los trabajadores de la empresa.
Este
modelo ha demostrado su operatividad a lo largo de toda la etapa de
ayuntamientos democráticos incorporando, junto a un enfoque de sostenibilidad
técnico-económica del sistema, criterios de carácter social y medioambiental.
El
desarrollo de este modelo se ha encontrado con algunos obstáculos, entre los
que se podría poner de relieve la generalización de los procesos de
privatización y la presión de las empresas privadas del sector para potenciar
estos procesos en sus diversas formas.
También
se pueden destacar algunos elementos favorecedores de este modelo, ya comentados
anteriormente, como la importante tradición asociacionista que ha existido en
la ciudad de Córdoba y la implantación de Izquierda Unida.
Por
último, debemos resaltar las características ejemplares de este modelo de
gestión, que podrían ser de utilidad en otras ciudades. La discusión y difusión
de las buenas prácticas de gestión en el ámbito de los servicios públicos del
agua debe constituir un objetivo prioritario si queremos fortalecer lo público.
Para ello, sería necesario establecer una red internacional en la que se
desarrollaran mecanismos de “partenariado” público-público que favorecieran el
intercambio tanto de conocimientos, estándares de gestión, mecanismos de
transparencia y participación, como la defensa de lo público en un mundo en el que
los grupos empresariales privados actúan como grupos de presión a escala
internacional.
Marcel Félix de San
Andrés
Cada Zona sabe de su abuso.
ResponderEliminarEn Galicia hemos visto como la privatización del agua supuso un caldo de cultivo para sobornos y corrupción, con grandes empresas de por medio
http://www.angelesgarciaportela.com/2013/11/el-agua-y-el-veneno-de-la-privatizacion.html
Hemos visto tambien como en arteixo se ha vuelto a municipalizar y se abarato. la empresa que la llevaba Aqualia de FCC ahora los demanda.
http://www.angelesgarciaportela.com/2014/02/agua-turbia-agua-privada.html
La mentira de los neoliberales que lo privado funciona mejor se desmonta. con los monopolios privados abusan mejor.
Un saludo
gracias por la información que aportas A. García Portela
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