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Trappist 1. Sistema solar descubierto por la NASA |
Los científicos han descubierto un sistema
solar, muy similar al nuestro, en el que existen muchas posibilidades de que
haya existido o exista alguna clase de vida.
Afortunadamente para
esos potenciales seres, su galaxia está todavía fuera de nuestro alcance. Pero
que no se descuiden, ya les hemos echado el ojo encima y la velocidad de la luz
no será siempre un obstáculo insalvable. No conocen lo ingeniosos y creativos
que se pueden poner los humanos para dar salida a su naturaleza depredadora. En
cualquier caso, sería justo ponerles en antecedentes del mundo extraño que
habitamos. Imaginen que se tratara de una civilización tecnológicamente más
avanzada, que fuera capaz de establecer contacto con nosotros.
Su primer encuentro
con el líder del planeta, Donald Trump, o con su subalterno Mariano Rajoy, les
despejaría cualquier duda acerca de la existencia de vida inteligente. Aunque
para ser sinceros, casi daría igual donde aparcaran el platillo. A lo ancho y
largo del planeta podrían constatar que la evolución de nuestra especie ha sido
una chapuza. La naturaleza es sabia pero hasta el más listo se equivoca. Y eso
somos nosotros. Una anomalía evolutiva. Monos parlantes y embusteros que se han
encontrado un IPad nada más bajarse de los árboles.
Si los alienígenas
tienen algún tipo de wifi intergaláctico y les llegan imágenes de la tierra lo
tienen que estar flipando.
El instinto de
supervivencia es la máxima prioridad en cualquier especie. De ahí nace la solidaridad.
No es una cuestión de buenísmo moralista. Desde las comunidades de hormigas
hasta las manadas de lobos entienden mejor el concepto. No pasa igual con los
seres humanos. Si no sería impensable que miles de refugiados de las guerras
sean confinados y tratados como criminales por los mismos países que han
alentado esos conflictos. ¿Vida inteligente? ¡Ja! ¿De verdad no comprenden que
quién siembra injusticia recoge tempestades?
Señores alienígenas,
mentiría si no les confesara que, pese a todo, aún nos queda algo de esperanza.
Así lo demostraron los miles y miles de personas que salieron a la calle en
Barcelona para gritarle al gobierno que queremos acoger. ¡Que debemos acoger!
En primer lugar porque así lo dicen todos los acuerdos internacionales sobre
derechos humanos que hemos suscrito. Obligación legal.
Pero además tenemos
una obligación moral. La de un país desgarrado por una guerra civil que
originó, entre otras horribles consecuencias, el exilio de miles de españoles.
Y esos otros miles que emigraron huyendo, no por causas políticas, sino de la
desesperanza y el hambre que asfixiaba estas tierras. Y no todos se fueron con
papeles y un contrato en la mano. Cuando la miseria empuja no hay legalidad,
concertina o muro que pueda interponerse.
Como les dije, la
cosa está muy mala pero todavía queda algo de esperanza. Aunque de momento los
que mandan en la tierra siguen empecinados en construir fortalezas que
hipotéticamente protegen a unos seres humanos de otros seres humanos. Pero no
se engañen. Lo único que en este planeta se protege son los intereses de los
poderosos. El podrido dinero. Un concepto que igual ustedes desconocen pero que
aquí, en la tierra, se valora por encima de la supervivencia del propio
planeta. Es un mortal juego de psicópatas.
Pues eso, lo que les
decía moradores de Trappist-1. Piénsenlo dos veces antes de darse un garbeo por
aquí. No acogemos a los nuestros, como para acoger a inmigrantes del espacio. Háganse
los locos si intentamos entrar en contacto con ustedes. No den muestras de que
existe vida en su galaxia, será lo más inteligente.
O, mejor aún, si
pueden, abduzcan a todos los simios homicidas que están arruinando nuestro
mundo y confínenlos, todos junticos, en un remoto planeta del exo-universo.
Alguno por donde, casualmente, se espere pronto una lluvia de meteoritos. Solo
eso les pido amigos extraterrestres.
Plumaroja
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