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Modelo exhibiéndose ante Pablo Motos e Imanol Arias |
Ni el
propio Bertín, por mucho que se esfuerce, conseguiría hacer un programa más
rancio y cuñadil que el de su amigo Pablo Motos. Chicas que bailan desnudas y cocinan para los invitados, mamás que huelen cacas, actrices enterradas vivas
en ataúdes, mujeres obligadas a
sufrir y llorar para subir la audiencia y entrevistas cargadas de preguntas
sexistas y comentarios soeces a todas las invitadas. Así es El
Hormiguero, un museo de los horrores de carne y hueso con emisión
diaria.
Hace
mucho tiempo que me recomendaron llevar una dieta sana de imágenes. Desde
entonces procuro no acompañar mis cenas con escenas de competiciones absurdas
entre machos, exhibición de cuerpos femeninos y humor casposo. Pero por más que
intento evitarlas, las redes sociales se encargan rápidamente de hacerse eco de
las perlitas del programa. Esta semana, la alarma ha saltado por la entrevista que le ha
hecho a Mónica Carrillo, presentadora de los informativos de
Antena 3, que no escarmentada con sus pasadas visitas al programa, volvió a ser
humillada por Pablo Motos con motivo de la presentación de su último libro.
No
suelo tomarme las cosas de modo personal, pero tras ver la entrevista en
cuestión, he sentido demasiada vergüenza como mujer y como profesional como
para dejarlo pasar. Le entrevista, como era de esperar, fue una retahíla de
referencias babosas al aspecto físico de la invitada sin posibilidad de
escapatoria: "Guapa, bonita", "Tú eres un mito erótico y lo
sabes", "Yo incluso veo las noticias sin volumen". Motos deja
claro desde el principio que el único valor que tiene su invitada para él es el
de ornamento. El premio a la pregunta más machista del año viene pocos segundos
después: ¿Crees que los hombres te leen por lo que escribes o porque les atraes
tú? Bravo Pablo, bravo. ¿Esto lo ensayas en casa delante del espejo o te sale
así, de forma natural? Dinos cuál es el secreto, porque cuesta creer que, con
un equipo de guionistas detrás, las únicas frases que logres pronunciar delante
de una mujer sean nivel neandertal en el pleistoceno medio. Acto seguido hablan
de un fan que le pide a la presentadora un autógrafo en la playa, y antes de
que ella pueda explicar nada, Pablo le pregunta: ¿tú llevas bikini o
bañador?... Mónica intenta desviar la atención hacia su sobrino, pero Pablo ya
ha entrado en bucle porque sus dos únicas neuronas (la de competir y la de
babear) se están imaginando a la invitada en topless "¿de qué color es el
bikini?", "¿rojo?", "¿negro?", "¿rojo?",
"¿negro?", "¿rojo?", "¿negro?"... Mónica le
espeta "Pablo. Conoce", en un intento fallido de que recupere el
conocimiento.
Por si
las tres únicas preguntas que Pablo hace a su invitada no fuesen suficientes
para dejar claro quién es quién, pasan a leer varios fragmentos del libro, por
supuesto escogidos por él. "Desnúdame despacio, desnuda me
despierto", silbidos en el público y comentario de Motos: "Ahora está
media España imaginándote despertándote". El nivel de baba ya llega por la
rodilla, pero el presentador insiste y sigue recitando en la misma dirección.
"Imítame en sueño, méteme en tus asuntos (riéndose y diciéndolo muy
despacio), mútame sin dueño (más despacio todavía), mátame de gusto".
"Tengo que tomar el aire", dice Pablo. Sí, hijo, sí, mejor respira un
poco y ponte a achicar baba, que vas a hundir el barco con todos dentro.
"Siempre me pones nerviosa", concluye Mónica, que no es la única que
ha sentido vergüenza ajena visitando el programa. Las actrices Kristen Stewart
y Charlize Theron declararon que no se habían sentido nada cómodas en El
Hormiguero, la tenista Ana Ivanovic también soportó lo suyo
escuchando a Motos decir que buscaba fotos sexys suyas en internet a la vez que
mostraba varias de ellas en pantalla. Alessandra Ambrosio tuvo que sufrir el dichoso juego de las pelotitas que suele hacer con muchas de las invitadas
para darse un beso en los morros.
Para
que el nivel de machismo no decayera, después de esta inmejorable entrevista,
aparece Ernesto Sevilla haciendo de psicópata que mata a gente y una novia
tonta que no se entera de nada pero le pide que ponga plásticos en el suelo y
use posavasos. Muy en la línea del programa: los hombres son violentos y las
mujeres tontas y maniáticas. No sabemos si el director del programa también
hace pruebas de machismo a la hora de elegir a sus colaboradores. Si no recuerdo
mal, fue otro humorista, Luis Piedrahita, quien llamó "carrefurcias" a las
cajeras de los supermercados, levantando las críticas de la
Sección Sindical Estatal de CC.OO. de Hipermercados Carrefour.
Pero
las entrevistas y los humoristas no son lo único sexista del programa. El
Hormiguero deja claro
día tras día que la ciencia es un territorio exclusivo de los hombres. Primero
fue Flipi, ahora Marron y El Hombre de Negro, quienes hacen los experimentos y
los trucos impresionantes. Mientras ellos se dedican a lo importante, ellas son
las encargadas de hacer pruebas chorra en las que hay un requisito
imprescindible: que les boten mucho las tetas. En
el programa de las hormigas, está claro que las mujeres no hacen experimentos,
sino que son "el experimento". Algunas de las pruebas
que les ponen a los invitados (hombres) consisten en exhibir a mujeres objeto
para que Motos no babee solo. A Sardá, por ejemplo, le
llevaron a 4 mujeres sexys con escote y tacones que no
podían "hablar en ningún momento" y tenían que bailar y cocinar para
que él averiguase cuál de ellas era catalana. Pablo las llamaba "la número
uno", "la número dos"... Muy ejemplar todo.
Tampoco se nos olvida esta
otra prueba donde Imanol Arias y él miden sus pulsaciones delante de los
cuerpos semidesnudos de dos mujeres a las que no se les ve la
cabeza, sólo el cuerpo (antes de ellas también pusieron a un tigre y tiraron
unos petardos).
No nos
explicamos cómo El Hormiguero se llevó en 2009 El Rose d'Or al mejor
programa de entretenimiento de la tele. Hoy por hoy se lo podría llevar al
programa más machista y que peor trata a las mujeres de la parrilla mediática.
Son muchas las personas que se quejan diariamente de este programa. Son muchas
las personas que están hartas de una televisión sin valores, de contenidos que
sólo busca hacer caja. Pónganse las pilas en cuanto a entretenimiento de
calidad y ético. Mientras tanto, mantendremos la pantalla bien apagada.
Yolanda
Domínguez
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