Ir al contenido principal

¿QUE ES LA UNIDAD POPULAR?

Para Salvador Allende, engarce imprescindible
entre nuestro pasado y nuestro porvenir.
Estas elecciones municipales y autonómicas están siendo muy duras para el sujeto popular: divisiones, prepotencias, sectarismos de todo tipo…, pero es solo una parte de la verdad. En otros muchos lugares, la unidad popular avanza y se consolida; centenares de candidaturas, empezando por Madrid y Barcelona, se han ido gestando con paciencia, con inteligencia, con sufrimiento. Cuando los ‘partidos-institución’ no responden a las demandas del ‘partido orgánico’ (las fuerzas que están por el cambio y la transformación), los ajustes se hacen difíciles y los muros parecen obstáculos infranqueables. Aun así, se saltan y se están saltando, y a veces se rompen y se están rompiendo.
Hay que democratizar la democracia. Boaventura de Sousa Santos
Hay que democratizar la democracia. Boaventura de Sousa Santos
Mujeres y hombres, activistas, cuadros sociales y políticos han hecho posible desde abajo lo que por arriba no parece posible todavía: unir a las diversas izquierdas, organizar amplios frentes democrático-populares, y hacerlo al calor de los movimientos sociales. El objetivo es claro: construir la alternativa al bipartidismo y gobernar para transformar. No es poco, es apenas el inicio y queda mucho, mucho camino por delante. La experiencia va a ser muy importante y dará fuerza, confianza y estímulo a los que han luchado, con paciencia y coraje, por la unidad popular.
Pero, ¿qué es la unidad popular? Intentaremos delimitarla, siempre provisionalmente, por aproximaciones sucesivas. Una primera definición podría ser la siguiente: un conjunto de políticas dirigidas, encaminadas, a la construcción de una sociedad de mujeres y hombres libres e iguales, liberados de la explotación, del dominio y la discriminación; una res pública. Se trata de una definición, quizá demasiado abstracta, que expresa objetivos políticos que actúan como principios, como ideas reguladoras, que sirven para criticar el presente y prefigurar las líneas maestras del futuro a construir colectivamente.
La unidad popular es, sobre todo, una estrategia, es decir, un modo de hacer y organizar la política concebida como acción consciente, colectivamente realizada. Para entender esto, es necesario hacer un pequeño rodeo sobre el poder en nuestras sociedades. En la sociedad capitalista, el poder es capitalista; no se trata de un juego de palabras; lo que se quiere decir es que el capital, los capitalistas, individual y colectivamente, tienen un poder estructural y que este está distribuido desigualmente y asimétricamente en nuestras sociedades. Éste es y será siempre el límite objetivo de toda democratización en el capitalismo.
El Estado unifica al bloque dominante, asegura la subalternidad político-ideológica de las mayorías sociales y garantiza la cohesión de la formación económico-social, desde su monopolio exclusivo de la violencia legítima. El Estado capitalista es, pues, el espacio contradictorio donde se expresan los conflictos básicos, se dirimen las contradicciones entre fuerzas políticas y sociales y, esto es lo fundamental, se organiza y reproduce la clase política dirigente. Ni es neutro desde el punto de vista de los conflictos básicos ni un simple instrumento-máquina de las clases económicamente dominantes; su autonomía es siempre relativa, y cambia según condiciones. Ahora, en la presente crisis (es señal inequívoca de ella), la autonomía es más estrecha y su carácter de clase, más evidente.
Partiendo de esta realidad del poder en nuestras sociedades, se entiende mejor lo que significa la unidad popular como estrategia política emancipatoria. Gobernar es muy importante, planteárselo como objetivo demuestra la seriedad, la consistencia y el coraje de una fuerza política, pero debemos subrayar también que gobernar con un programa transformador significa, hoy más que ayer, algo más que acceder electoralmente al poder ejecutivo; hace falta fuerza social organizada para intentar (tarea muy difícil y siempre provisional) reequilibrar el déficit estructural de poder existente en nuestras complejas sociedades. En el centro, el Estado, y más allá, el conjunto de instituciones formales y no formales de eso que se ha venido a llamar la sociedad civil.
El objetivo es combinar, en el largo y en el corto periodo, la democratización de las instituciones del Estado con la articulación y desarrollo de poderes sociales. Ambas cosas, trabajo institucional y creación de poderes de base en nuestras sociedades concretas, tiene una prioridad local-territorial. Se podría hablar de la ‘territorialidad del poder’, es decir, de asentarse sólidamente en el espacio, crear vínculos sociales solidarios y altruistas, y expandir formas alternativas de producción y comercialización que aseguren el buen vivir de las personas, nuevas relaciones sociales respetuosas y en paz con el medio ambiente, volcadas hacia el futuro, uniendo dignidad y autogobierno de las personas con la apropiación colectiva del territorio.
Para no perder el hilo: ‘democratizar la democracia’ (como nos enseña desde hace años Boaventura de Sousa Santos) implica combinar un trabajo serio y sistemático en las instituciones (gestionar de forma alternativa es crucial) con la creación paciente, tenaz, contracorriente (la normalidad es casi siempre pasividad, subalternidad y dejar hacer al mercado, a los empresarios, al capital) de diversas formas de autoorganización social, prácticas sociales e institucionales alternativas. La clave: una gestión institucional que genere conflicto y no paz social, que fomente la autoorganización de sujetos sociales fuertes; poderes sociales que ayuden a democratizar las instituciones, que socialicen la política y cambien la sociedad desde abajo.
Lo nacional-popular es la otra cara de la moneda, el contenido que hace posible la transformación social. Ser parte de la gente, ser gente, implicarse y aprender enseñando. Lo que hay detrás es un viejo asunto que tiene que ver con la vida cotidiana de las personas. La sociedad emancipada, lo que hemos llamado socialismo, implicaba una democratización sustancial de la política, del poder, de la cultura, de la economía. Es la democracia de la vida cotidiana, es decir, nuevas relaciones sociales entre los hombres y las mujeres, entre las empresas y los trabajadores, entre los servicios públicos y la ciudadanía, entre los seres humanos y la naturaleza de la que somos irreversiblemente parte. En definitiva, reabsorber la historia de las grandes palabras y de los hechos trascendentales en una cotidianidad liberada.
Lo peor es el elitismo de una parte significativa de los intelectuales, unas veces trufado de culturalismo, otras de marxismo de andar por casa (perdón, por los palacios) y los más, puro llegar holgadamente a final de mes. Los intelectuales tradicionales deben ser superados por otros que sean capaces de partir de las necesidades de las gentes, defendiendo y transformando los ‘sentidos comunes’, construyendo una nueva alianza con las clases subalternas. El objetivo es preciso: una nueva cultura que dé vida a un nuevo poder, a un nuevo Estado, a una nueva república protagonizada por los de abajo, fundada en la hegemonía política de las clases trabajadoras, de las clases populares.
La unidad popular, hay que insistir una y otra vez, es hoy obligatoria. Si algo pone de manifiesto la Grecia de Syriza (siempre sola, justo es señalarlo) es que el poder de los gobiernos ha disminuido mucho y que cualquier proyecto democrático y social requerirá conquistar más autonomía, más soberanía, más poder. Sin una mayoría social organizada, sin un pueblo convencido y movilizado, sin unas fuerzas políticas y sociales unidas, no habrá transformación posible y seremos, una vez más, derrotados, todo ello para mayor gloria de la Europa alemana del euro y del capital monopolista financiero. Al final, será muy importante un equipo dirigente audaz, inteligente y radical.
Se dirá que todo es demasiado genérico y que los seres normales no lo entenderán. Creo que se equivocan. Las encuestas sirven para lo que sirven y con restricciones. Hay, al menos, dos actitudes posibles: quedarse en lo que opinan las gentes sin más o partir de ellas, para ir más allá de ellas mismas. Por lo que sabemos, digámoslo con modestia, nuestra gente tiene ideas claras y enemigos de carne y hueso: los banqueros, los grandes empresarios, la gran patronal… Saben con bastante precisión que los poderosos han capturado al Estado y que lo han puesto a su servicio, y que los responsables de esta inmensa involución social y política son los dos grandes partidos dominantes, siempre apoyados por las burguesías nacionalistas vasca y catalana. Lo que hay que hacer ahora es convertir la enemistad política en proyecto alternativo de país. La diferencia entre transformación y transformismo es, muchas veces, una delgada línea. La unidad popular servirá, también, para que esta no se traspase.

Manolo Monereo. Politólogo y miembro del Consejo Político Federal de IU

Comentarios

Entradas populares de este blog

REFLEXIONES SOBRE LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA

  He seguido con mucho interés el debate generado entre la militancia de Podemos tras la firma del ‘Manifiesto Andalucía se Levanta’ por parte de la Coordinadora de Podemos Andalucía. Dicho manifiesto está firmado por más de 200 personas comprometidas con la protección de los servicios públicos, la defensa de la PAZ y los derechos sociales, el empleo de calidad y el acceso a la vivienda, derechos que vienen siendo recortados por los gobiernos de PP y Vox y que estarían más amenazados ante la más que probable entrada de la ultraderecha en todos los ámbitos de gobierno tras el nuevo ciclo electoral. Entre sus firmantes destacan el alcalde Marinaleda (CUT), numerosos cuadros del PCE e IU, Podemos, constitucionalistas como Pérez Royo o Joaquín Urías, personalidades de la cultura como Pilar Távora o comunicadores como Javier Aroca. Sobre la oportunidad de este manifiesto quiero compartir algunas reflexiones: 1º- Firmar un manifiesto que reivindica entre otras cosas “más autogobierno en...

EL CÁRTEL DEL FUEGO (I)

Los incendios que arrasan cada año la Península Ibérica se alimentan no sólo de oxígeno y madera, sino sobre todo de corrupción Hotel El Cruce, lugar de reunión del Cartel del Fuego Parece complicado relacionar los 64 muertos, 200 heridos y 53.000 hectáreas que sucumbieron a causa del incendio de Pedrógão Grande, en junio 2017, con una serie de reuniones informales convocadas cada año, desde 2001, por un grupo de empresarios españoles en el hotel de carretera El Cruce, en una salida de la Autovía de Andalucía, en Manzanares (Ciudad Real). En realidad parece complicado relacionar las muertes de Pedrógão, y la superficie calcinada por incendios en Portugal y España en lo que va de año —118.000 hectáreas sólo en Portugal—, con otra causa que no sea la ineptitud política, los intereses de empresas locales o pequeños propietarios de tierras, la plantación descontrolada de eucalipto o los pirómanos. Sin embargo, todo apunta a que los fuegos que arrasan cada año la Península Ibérica s...

¿QUIÉN ES LÓPEZ DEL HIERRO, EL SEÑOR DEL LADRILLO QUE ENAMORÓ A LA SECRETARIA GENERAL DEL PP? ¡¡¡ACTUALIZADO!!!

Plumaroja Ignacio López del Hierro Fue sancionado con 36.000 euros por la Comisión Nacional del Mercado de Valores por una infracción grave; imputado en la Audiencia Nacional por supuesta estafa. Amigo del conseguidor Alejandro Agag, yernísimo de José María Aznar, a quien recurrió en varias ocasiones. Fue durante muchos años uno de los señores del ladrillo, cuya filosofía impuso en la Corporación Industrial de CCM, donde su actual esposa, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, lo “colocó” en detrimento de otros empresarios castellano-manchegos. Ha sido la mano derecha de Joaquín Rivero en las inmobiliarias Metrovacesa, Bami y Gecina. Él es Ignacio López del Hierro, el que fuera gobernador civil más joven de España (Toledo-1977) y posteriormente de Sevilla; está casado en segundas nupcias y su actual mujer le defiende con uñas y dientes, mientras niega que esté en política o que sea el artífice de la campaña contra Bono, afirmaciones que no son compartidas po...

EL ORICUERNO (Brujas, Duendes y Otros Mitos de CLM)

  El Oricuerno (También Unicornio, Alicuerno...). Casi todas las mitologías antiguas describen al unicornio como un representante del bien, de gran inteligencia y exponente de valores como la nobleza y la pureza de espíritu. Citado en el Gilgamesh (-2.000), el Mahabharata (-400), el libro de Job y el Talmud, es representado habitualmente como un caballo blanco de aspecto vigoroso, portador de un cuerno en espiral en el centro de la frente, que adopta en algunas descripciones barba de chivo, cola de león, ojos de azul intenso y patas de antílope, mientras que en otras tiene la piel multicolor o la cabeza roja y el cuerpo blanco. Hablan de él clásicos como Aristóteles y Plinio el Viejo, quien lo describe en los siguientes términos: “Asperísima fiera es el Unicornio, semejante al caballo en todo el cuerpo, al ciervo en la cabeza, al elefante en los pies, al jabalí en la cola; tiene horrible bramido y en medio de la frente un cuerno negro, de largueza de dos codos”. Isidoro de Se...

ISABEL II DE BORBÓN, LA REINA NINFÓMANA

Isabel II de Borbón y Francisco de Asís de Borbón La dinastía de los Borbones, instaurada en España a partir del siglo XVIII, está plagada de sombras que la historia oficial ha intentado ocultar o resaltar a conveniencia. Muchas de estas historias atañen a la sexualidad de sus protagonistas: reinas, reyes, príncipes y demás miembros de la familia borbón que destacaron por sus devaneos extramatrimoniales o por seguir conductas sexuales poco ortodoxas. En el año 1830 nacía la niña Isabel, hija del rey Fernando VII, monarca absolutista donde los haya, y de su cuarta mujer, María Cristina. Cuando sólo contaba tres años de edad sucede a su padre, muerto en 1833, actuando de regente la reina madre, María Cristina. Y, cosas de la monarquía, recién cumplidos los trece la infanta es declarada mayor de edad y sube al trono con el nombre de Isabel II. La reina ninfómana A pesar de su niñez difícil, Isabel era una chica vivaracha y despierta, poco dada a intelectualidades. Su carácter ...