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Saludo tradicional entre hombres en el área del golfo Persico |
En mi opinión, existen varios tipos
de travestis: los que de forma libre y voluntaria deciden ponerse ropa que
convencionalmente se considera propia del sexo opuesto, los que mudan de
discurso según la tendencia que esté de moda en cada temporada y los que pese a
vivir en el siglo XXI, que también usan faldas como los primeros, llevan a
Torquemada tatuado en el corazón constituyendo una categoría poco glamurosa
pero especialmente tétrica.
En la categoría de los Torquemada ha
entrado arrasando un cura de Hospitalet de Llobregat, mosén Custodi Ballester, que en mitad de una
homilía se marcó un streep-tease
emocional y vomitó su homofobia sobre los sobrecogidos feligreses. Cierto que
no es nada nuevo perteneciendo a una institución tan respetuosa y asertiva con
los derechos y libertades sexuales de los seres humanos como es la iglesia
católica. Pero como la hoguera y el potro ya forman parte de nuestro glorioso
pasado, ahora se conforman con llamarte enfermo, vicioso, pecador, degenerado y
augurarte que vas a ir derechito al infierno. Mientras, con los pederastas que
salen a racimos por las sacristías de todo el mundo son algo más laxos, más
permisivos. Ya se sabe que la culpa es de los niños, que van provocando…
Y estos son de los más lights del
ranking. Porque en países musulmanes como Arabia Saudí, Afganistán, Irán,
Pakistán, Sudán, Yemen y Nigeria, la homosexualidad se castiga con la pena de
muerte. Lo gracioso es que sus verdugos también van travestidos con vaporosas
falditas y turbadores turbantes. Y curiosamente se cogen de la mano, macho
contra macho, mientras sellan su homofobia comiéndose la boca. Dicen que son
costumbres. Yo creo que aquí Freud, también tendría tajo.
Porque no me digan que no es raro
tanto odio gratuito hacia la diferencia. Quiero pensar que esa necesidad de
control de algo tan íntimo y personal como es la sexualidad de los demás tiene
que deberse a algún tipo de trauma o estado represivo. Pero puede que solo sea
idiocia y pura maldad. Que de eso en el planeta andamos muy sobrados.
Hablando de idiocia y de tipos malos
me voy con los del segundo grupo. Los que cambian sus valores éticos al puro
estilo grouchomarxista. Ya saben: si no les convencen mis principios, tengo
otros. A éstos les pierde la maldita hemeroteca. Por ejemplo a don Mariano, el
presidente “pasmaó”, que en el 2005 dejó claro que desaprobaba el matrimonio
entre personas del mismo sexo y la posibilidad de que pudieran adoptar. De
Marianico podemos recopilar estas perlas para la historia; “Una institución
para la procreación, eso es y debe ser siempre el matrimonio”. ¿Acaso sugería
el presidente que las parejas estériles no deberían casarse?
Menos mal que vinieron Aznar y
señora a echarle un capote. El primero, afirmando que el matrimonio homosexual
ofendía a la población española. Personalmente, a mi me ofenden más los
crímenes de guerra que la sexualidad libre entre adultos. Cosas de rojos, ya se
sabe.
Y esa Ana Botella, enredándose en
una macedonia de inverosímiles híbridos entre peras y manzanas para justificar
que la diversidad sexual va contra natura. Como los cereales transgénicos o
peor. Una intervención memorable y demencial donde las haya. Aunque habiendo
mamado de las ubres ideológicas de Fraga, ¿qué se puede esperar? “Yo no tengo
nada contra los homosexuales, pero que encima no se pongan orgullosos de
funcionar al revés”.(M.F.I.) Un icono del movimiento LGTB.
Como Jorge Fernández Díaz, que
aseguraba que existe una conspiración gay que amenaza la pervivencia del
planeta. Tranquilo buen hombre, que de gente, como de burricie, tampoco estamos
escasos. Más bien de recursos y de un reparto equitativo de la riqueza. Más que
nada por mantener vivos a los que ya han ido naciendo y se nos mueren huyendo
del hambre y de las guerras.
Tengo entendido que a la boda de
Javier Maroto, con otro señor, acudió la plana mayor del partido popular. Se
guardaron sus rancios principios homófobos debajo del misal y se travistieron
con la más hipócrita de las sonrisas celebrando el himeneo. ¿Y el bueno de Maroto?
¿Es que con el lío de la boda se le perdieron el orgullo y la memoria? ¡Debió
ser entrañable celebrar sus nupcias rodeado de gente que tanto le desprecia por
ser como es! Pero así es la política para muchos, puro postureo. Haciéndose el
digno, no se trepa.
En fin, que se me ocurre proponer el
día del homófobo rancio y peligroso para aglutinarlos a todos en varias
lanzaderas espaciales y mandarlos fuera del planeta, en busca de un arco iris
que ilumine sus lóbregas mentes y dejen vivir al prójimo en paz.
Para que dejen de fiscalizar y
juzgar la libertad sexual de los demás y aprendan a experimentar con la suya. Seguro
que más de un imán y un obispo encontrarían el pórtico de la gloria donde menos
se lo esperan. Aunque no puedo sobreponerme a la imagen de Aznar mostrando su
musculado torso en una carroza el día del orgullo.
Tampoco hay que flipar demasiado.
Hay cosas que sí son contra natura. Por mucho que una serpiente mude de piel,
al final siempre sale la serpiente.
Plumaroja
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