sábado, 9 de noviembre de 2013

¡SI, FIRMÉ EL RECIBÍ PORQUE ME OBLIGÓ BARCENAS!

Recibí firmado por el gerente del PPCLM José Angel Cañas
Así, tan pancho, lo ha reconocido José Ángel Cañas ante el juez Ruz. Sin sonrojarse lo más mínimo ante la frase más lapidaria que he escuchado en mucho tiempo (es verdad que ayer fue superado por su jefa directa con otra frase que pasará a los anales: el PP no se deja a nadie atrás...) y que evidencia unas relaciones propias de mafiosos dentro del PP. Según Cañas, las amenazas serían tan corrientes como los sobres con dinero B, y abstraerse de ellas implicaba quedarse sin sobre y sin vida... posiblemente.

Vayamos a lo serio. En cualquier organización empresarial o política, si todo un gerente-abogado firma un recibí de 200.000€ (más de 32.000.000 de pesetas) y, sin embargo, no recibe ese dinero,  ese gerente no dura en el puesto ni veinticuatro horas. Por inútil, por tonto, por blando si se ha dejado intimidar, por calzonazos. Y se va sin indemnización, ni diferida ni sin ferida. Ni simulada ni sin disimulada. A no ser que su jefa o jefe, como es el caso, sea tan consentidora con el pasteleo como él. Y el encubrimiento sea la tabla de salvación de ambos y de algunos más.
Porque hablando de dinero B, o negro, o no declarado -como empiezan a cristianizarlo en el PP-, lo extraño es que se haya dejado alguna huella para su seguimiento. Las huellas que deja el rastro del dinero negro son nulas, y si dejan alguna, son solo de uso interno de los defraudadores para vigilarse mutuamente en un pacto de sangre. Si por casualidad los controles oficiales se topan con su existencia, y que en general solo suceden cuando ese pacto de sangre se rompe como es el caso Cospedal-Bárcenas, lo primero que hace la mafia negra – los que dan ese dinero y los que lo reciben- es destruir esas pruebas porque en esa destrucción está su salvación. En cuatro años  ha sido muy fácil destruir cualquier recibo o documento extendido entre las mafias de uno y otro lado  que además nunca pasó a los libros oficiales de sus contabilidades. Libros de visitas, discos duros de los ordenadores,  recibos no reducidos a su tiempo al silencio, todo ha sido pasado por la trituradora. Y no ahora. Desde hace meses las trituradoras de papel han hecho horas extraordinarias en la calle Génova.
Los esfuerzos tardíos de la justicia llegan tarde. Y a lo más solo abonan la atmósfera ciudadana de la melancolía. Y entre tanta treta y truco solo cabe apuntar al trazo más lineal del sentido común: El tesorero Bárcenas del partido político del gobierno, protegido, amigo, pagado, apoyado, blindado, aún después de conocerse sus extraordinarios aumentos de patrimonio, ha apuntado que la organización ha recibido de una muchedumbre de empresarios dinero negro (que no deja huellas), que se han pagado sobresueldos a las altas esferas del partido (negros y sin dejar huellas).Sobresueldos verificados por unos cuantos receptores -de cristiano sentido del pecado- y negadas por otros con menor sentido del pecado-. Esto no  libra al PP de los delitos que haya podido cometer su tesorero. Pero no invalida el grueso de sus declaraciones. Al revés parafraseando al Sr Rajoy lo que se está conociendo  “es cierto excepto alguna cosa”.  Y del “nadie podrá demostrar que  no es inocente” se ha pasado a “todos sabemos que es un hiputa” Porque en su situación carcelaria sus antiguos amigos  saben que es el único que en estos temas del flujo del dinero negro, el único con el alma libre para decir la verdad.

Como sería de patética la declaración de Josá Ángel Cañas que el juez Ruz, lento en reaccionar hasta lo inimaginable, saltó de su asiento y le espetó ¡¿y usted es abogado?! Si, señoria, soy abogado y por ello se muy bien que mi presidenta no se conformará con colocarme una cabeza de caballo bajo las sabanas. Será mucho más directa.
Plumaroja

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