lunes, 15 de enero de 2018

CARTA DE CARLOS MARX A JENNY VON WESTPHALEN

Portada del libro SENSUAL 'Cartas de amor y erotismo
de grandes personajes'
Extraída del libro SENSUAL 'Cartas de Amor y Erotismo de Grandes Personajes'
Puedes apoyar la campaña de crowdfunding en el siguiente enlace: https://www.verkami.com/projects/19185-sensual-cartas-de-amor-y-erotismo-de-grandes-personajes

Carlos Marx, el intelectual que teorizara y predicara la liberación del proletariado, también tuvo su lado sensible y romántico. Ante su fiel amigo Friedrich Engels, llegó a afirmar “mi espíritu está en gran parte absorbido por el recuerdo de mi esposa, que fue la mejor parte de mi vida”.
La mujer que acaparó el amor de Marx fue Jenny von Westphalen, hija de una aristocrática y reaccionaria familia prusiana, a la que había conocido en su infancia y con quien había mantenido una firme amistad. Se comprometieron en 1836 y se casaron en 1843, cuando Marx tenía 25 años y ella 28. Tuvieron siete hijos, de los cuales sólo tres –todas mujeres- superaron los treinta años.
De Marx se dijo que fue un pésimo marido, “incapaz de llevar el presupuesto familiar”, y no faltaban razones para ello. A raíz de las persecuciones, los exilios y la intensa actividad militante, la familia debió soportar las peores miserias, apenas subsanadas por algún ingreso propio y las ayudas de amigos y allegados. Además, Marx había caído en las tentaciones de la infidelidad, llegando incluso a tener un hijo que crió su amigo Engels. Sin embargo, sus cartas de amor, tardíamente conocidas, descubrieron un Marx tierno y sensible, profundamente enamorado de su esposa...

Querida Jenny,
De nuevo te escribo porque me encuentro solo y porque me apena siempre tener que charlar contigo sin que lo sepas ni me oigas, ni puedas contestarme. Por más malo que sea tú retrato, me sirve perfectamente, y, ahora comprendo por qué perfectamente, y, ahora comprendo por qué hasta las lóbregas madonnas, las más imperfectas imágenes de la madre de Dios, podían encontrar celosos y hasta más numerosos admiradores que las imágenes buenas. En todo caso, ninguna de esas oscuras imágenes de madonna ha sido tan besada, ninguna ha sido mirada con tanta veneración y enternecimiento, ni adorada tanto como esta foto tuya, que si bien no es lóbrega, sí es sombría, y en modo alguno representa tu hermoso, encantador y dulce rostro que parece haber sido creado para los besos. Yo perfecciono lo que estamparon mal los rayos del sol y llego a la conclusión que mi vista, por muy descuidada que esté por la vista, por muy descuidada que esté por la luz del quinqué, y el humo del tabaco, es capaz de representar imágenes no sólo en sueños, sino también en la realidad.
¿Quién entre mis numerosos calumniadores y maldicientes enemigos me ha reprochado alguna vez valer para el papel de primer galán en cualquier teatro de segunda categoría? Pero es que soy así. Si esos canallas tuvieron siquiera una gota de sentido del humor, habrían garrapateado en el anverso relaciones de producción y cambio y en el reverso me habrían dibujado postrado a tus pies. Mire este dibujo y el otro, rezaría la inscripción. Pero los canallas son tontos y seguirán siendo necios in secula seculorum.
La separación temporal es útil ya que la comunicación constante origina la apariencia de monotonía que lima la diferencia entre las cosas. Hasta las torres de cerca no parecen tan altas, mientras las minucias de la vida diaria, al tropezar con ellas crecen desmesuradamente. Lo mismo sucede con las pasiones; los hábitos consuetudinarios, que como resultado de la proximidad se apoderan del hombre por entero y toman forma de pasión, dejan de existir tan pronto desaparece del campo visual su objeto directo. Las pasiones profundas, que como resultado de la cercanía de su objetivo se convierten en hábitos consuetudinarios, crecen y recuperan su vigor bajo el mágico influjo de la ausencia. Así es mi amor. Al punto que nos separa el espacio, me convenzo de que el tiempo le sirve a mi amor tan solo para lo que el sol y la lluvia le sirven a la planta: para que crezca. Mi amor por ti, cuando te encuentras lejos de mí, se presenta tal y como es en realidad: como un gigante; en él se concentra toda mi energía espiritual y todo el vigor de mis sentimientos.
Adiós, querida mía, te mando a ti y a nuestras hijas miles y miles de besos.
Tu Carlos


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