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Portada del libro SENSUAL 'Cartas de amor y erotismo de grandes personajes' |
Extraída del libro SENSUAL 'Cartas de Amor y Erotismo de Grandes Personajes'
Puedes apoyar la campaña de crowdfunding en el siguiente enlace: https://www.verkami.com/projects/19185-sensual-cartas-de-amor-y-erotismo-de-grandes-personajes
Carlos Marx, el intelectual que teorizara y predicara la liberación del proletariado, también tuvo su lado sensible y romántico. Ante su fiel amigo Friedrich Engels, llegó a afirmar “mi espíritu está en gran parte absorbido por el recuerdo de mi esposa, que fue la mejor parte de mi vida”.
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Carlos Marx, el intelectual que teorizara y predicara la liberación del proletariado, también tuvo su lado sensible y romántico. Ante su fiel amigo Friedrich Engels, llegó a afirmar “mi espíritu está en gran parte absorbido por el recuerdo de mi esposa, que fue la mejor parte de mi vida”.
La mujer que acaparó el amor de Marx
fue Jenny von Westphalen, hija de una aristocrática y reaccionaria familia
prusiana, a la que había conocido en su infancia y con quien había mantenido
una firme amistad. Se comprometieron en 1836 y se casaron en 1843, cuando Marx
tenía 25 años y ella 28. Tuvieron siete hijos, de los cuales sólo tres –todas
mujeres- superaron los treinta años.
De Marx se dijo que fue un pésimo
marido, “incapaz de llevar el presupuesto familiar”, y no faltaban razones para
ello. A raíz de las persecuciones, los exilios y la intensa actividad
militante, la familia debió soportar las peores miserias, apenas subsanadas por
algún ingreso propio y las ayudas de amigos y allegados. Además, Marx había
caído en las tentaciones de la infidelidad, llegando incluso a tener un hijo
que crió su amigo Engels. Sin embargo, sus cartas de amor, tardíamente
conocidas, descubrieron un Marx tierno y sensible, profundamente enamorado de
su esposa...
Querida Jenny,
De nuevo te escribo porque me
encuentro solo y porque me apena siempre tener que charlar contigo sin que lo
sepas ni me oigas, ni puedas contestarme. Por más malo que sea tú retrato, me
sirve perfectamente, y, ahora comprendo por qué perfectamente, y, ahora
comprendo por qué hasta las lóbregas madonnas, las más imperfectas imágenes de
la madre de Dios, podían encontrar celosos y hasta más numerosos admiradores
que las imágenes buenas. En todo caso, ninguna de esas oscuras imágenes de
madonna ha sido tan besada, ninguna ha sido mirada con tanta veneración y
enternecimiento, ni adorada tanto como esta foto tuya, que si bien no es
lóbrega, sí es sombría, y en modo alguno representa tu hermoso, encantador y
dulce rostro que parece haber sido creado para los besos. Yo perfecciono lo que
estamparon mal los rayos del sol y llego a la conclusión que mi vista, por muy
descuidada que esté por la vista, por muy descuidada que esté por la luz del
quinqué, y el humo del tabaco, es capaz de representar imágenes no sólo en
sueños, sino también en la realidad.
¿Quién entre mis numerosos
calumniadores y maldicientes enemigos me ha reprochado alguna vez valer para el
papel de primer galán en cualquier teatro de segunda categoría? Pero es que soy
así. Si esos canallas tuvieron siquiera una gota de sentido del humor, habrían
garrapateado en el anverso relaciones de producción y cambio y en el reverso me
habrían dibujado postrado a tus pies. Mire este dibujo y el otro, rezaría la
inscripción. Pero los canallas son tontos y seguirán siendo necios in secula
seculorum.
La separación temporal es útil ya
que la comunicación constante origina la apariencia de monotonía que lima la
diferencia entre las cosas. Hasta las torres de cerca no parecen tan altas,
mientras las minucias de la vida diaria, al tropezar con ellas crecen
desmesuradamente. Lo mismo sucede con las pasiones; los hábitos
consuetudinarios, que como resultado de la proximidad se apoderan del hombre
por entero y toman forma de pasión, dejan de existir tan pronto desaparece del
campo visual su objeto directo. Las pasiones profundas, que como resultado de
la cercanía de su objetivo se convierten en hábitos consuetudinarios, crecen y
recuperan su vigor bajo el mágico influjo de la ausencia. Así es mi amor. Al
punto que nos separa el espacio, me convenzo de que el tiempo le sirve a mi
amor tan solo para lo que el sol y la lluvia le sirven a la planta: para que
crezca. Mi amor por ti, cuando te encuentras lejos de mí, se presenta tal y como
es en realidad: como un gigante; en él se concentra toda mi energía espiritual
y todo el vigor de mis sentimientos.
Adiós, querida mía, te mando a ti y
a nuestras hijas miles y miles de besos.
Tu Carlos
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