Extracto del libro 'BRUJAS, DUENDES Y OTROS MITOS DE CASTILLA LA MANCHA'
Comenzaremos este apartado dando unas breves pinceladas sobre el significado y la carga simbólica que posee el color blanco. El actual vocablo blanco/a, en español, proviene del latín vulgar blancus, que a su vez deriva del germánico blank, que aporta unos interesantes matices de significado: brillar, resplandecer, refulgir, etc. Dicho verbo es la evolución del indoeuropeo bhel (brillar, quemar, fulgurar, pero también hinchar o crecer).
Antes nos referíamos a los aspectos benéficos de estas damas, que en algunos casos han sido dotadas de una naturaleza cuando menos inquietante, tal vez añadida por el paso del tiempo y la demonización por parte de la iglesia católica a todo cuanto oliese a pagano, ya que en un principio fueron definidas como féminas bellas y esbeltas para convertirse luego en seres huraños y feos, como en el caso de las Rusalki, presentes en la mitología eslava. Estas mujeres ligadas a los lagos y los ríos son protectoras de estos lugares aunque tienen también una parte tétrica como espíritus irascibles capaces de atacar a los viajeros que se adentran en la noche o a quienes confunden su camino. También podía suceder que si dicho viajero resultaba ser un joven apuesto lo hechizaban y lo llevaban con ellas a vivir al fondo del lago o del río donde habitaban. No en vano se les ha atribuido en la antigüedad más de una desaparición inexplicable.
El hecho es que las damas blancas pertenecen al folklore europeo y así se atestigua en gran número de leyendas tradicionales. Por ejemplo, en Escocia y Alemania se conoce así a unos seres sobrenaturales que se consideraban ligados a la suerte de ciertas familias. Según una leyenda que circula por Berlín y otros municipios alemanes, una dama blanca, mujer vestida de blanco con máscara y guantes negros, hace su aparición a medianoche, a veces al mediodía, para anunciar a quienes la ven la muerte del cabeza de familia o de un personaje importante. Fue vista por primera vez en 1486, en Plassenburg, y posteriormente en numerosas ocasiones; incluso se dice que fue vista por Napoleón en la campaña de Rusia, y se cree que esta dama blanca anunció la muerte de Guillermo I en 1.888. Con ligeras variantes, la leyenda se cuenta también en Yugoslavia y en los Países Bajos.
Veamos algunas versiones europeas que corresponden a lo que llamamos el tipo germánico de Dama Blanca:
El tesoro, Dinamarca: “A un soldado que custodia las ruinas de un castillo en Flesburgo se le aparece una dama alta y blanquísima, que pide su ayuda para ser desencantada, a cambio le dará un tesoro que deberá compartir con los pobres y la iglesia. El soldado actúa impulsado por la codicia deseando todo el tesoro para él y la dama desaparece, muriendo el soldado de la impresión”.
La Dama Encantada de Rothenhof, Alemania: “A un pastor se le aparece una dama, que dice estar encantada y necesitar su ayuda para ser desencantada. Pero el pastor es cobarde ante la prueba que se le propone (llenar una copa de agua debajo de una rueda de molino sujeta con un hilo) y no la supera. Ante esto, la dama llora y dice que no podrá ser desencantada hasta muchos años después”.
La Doncella Blanca, Alemania: “A un malvado noble moribundo que quiere salvar su alma se le impone para su salvación una penitencia que deberá llevar a cabo su hija; pero esta, llevada por la codicia, sólo la cumple en parte, reservándose para sí una parte de los tesoros de los que debía deshacerse. Semanas más tarde enferma y muere y su alma se condena por no haber podido revelar el escondite del tesoro. Así, la dama, con una túnica blanca, vaga esperando ser desencantada por un joven bueno”.
En la Occitania francesa aparece la dama blanca como el fantasma de una mujer vinculada a los castillos señoriales o a los caminos. En el Val de Fier (Alta Saboya) otra dama blanca se aparecía suspendida en unos abismos rocosos, como la Lorelei del Rihn, y atraía cruelmente a los visitantes, en particular a los hombres, hacia el precipicio.
En la base de todas estas historias parece haber una serie de tradiciones locales sobre aparecidas o visiones que están perfectamente localizadas y hay abundante información de testigos. En general, abunda el tipo de dama blanca europea identificada con hadas, melusinas, xanas o genios acuáticos, en la línea de historias como las de Bécquer en ‘El rayo de Luna’ o ‘Los ojos verdes’. Es decir, es el tipo germánico, que, sin embargo, no coincide del todo con el tipo meridional, como con el castellanomanchego de la Virgen de las Nieves o Santa Eulalia, por ejemplo.
En su relación con el tradicional cuento de Blancanieves, A. M. Espinosa recoge dos versiones españolas, una en Toledo y otra en Jaraíz de la Vera, bastante fieles al patrón europeo. No obstante, en la versión toledana, la madre envidiosa encierra ella misma, con un conjuro o ensalmo tomado de un libro diabólico, a su hija en una cueva, de donde la rescata la Virgen María.
Nótese el paralelismo de esta con las leyendas marianas. En efecto, la doncella en la cueva o sepultada en la peña que (estuvo rogándole tanto a la Virgen que esta la sacó de la cueva y la puso a flor de tierra) es una descripción habitual en las leyendas marianas, donde la Virgen es sacada de un pozo, desenterrada, descubierta en el fondo de una cueva, etc. Por lo tanto, la muchacha y la Virgen, desdobladas al modo de heroína y ayudante, son en realidad, tal como en la leyenda, una misma persona. Y, aún más, en la versión extremeña, la urna que guarda a Blancanieves es arrojada al mar por los ladrones, lo cual no deja de ser llamativo en una versión extremeña si no entendemos el significado auténtico de esta acción: restituida al agua; y ya hemos visto la conexión de la dama blanca con los genios acuáticos, con una función similar al pozo de leyendas tales como la de la Virgen de las Nieves.
Así pues, ciertas clases de hadas son una manifestación mitológica y folklórica del arquetipo de la dama blanca. El Nobel de Literatura W. Butler Yeats, creía en ellas y afirmaba que en Irlanda le contaron que las hadas pueden suplantar durante un tiempo el alma de cualquier ser vivo, animal o persona, alojándose en sus cuerpos, como sucede en ‘La Corza Blanca’ de Bécquer. En todo caso, siguiendo el índice de motivos de Thompson, la dama blanca “es un tipo de hada o espíritu femenino que guarda tesoros o salva niños extraviados”.
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