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Canal del Trasvase Tajo-Segura |
¿Falta alguna infraestructura en el ámbito
del Plan de cuenca? ¿Faltan interconexiones en la cuenca para garantizar las
demandas, para dar una mayor garantía? ¿Se necesita agua de otra cuenca, por
tanto, es necesaria una transferencia desde otra cuenca?
Estas son, según el documento de
trabajo del Ministerio de Medio Ambiente las cuestiones más importantes que se
plantean en el Pacto Nacional del Agua que el Gobierno central quiere tener
cerrado antes del próximo verano, y cuya negociación política va a coincidir
con eventuales factores de tensión: unos de carácter territorial, como el
conflicto catalán y el debate sobre el futuro del sistema autonómico tras la aplicación
del art 155 en Catalunya, y otro hidrológico, con una sequía que, además de
causar una situación crítica en el arco mediterráneo, ha llevado a aplicar
restricciones en el Duero y el Ebro, las cuencas más caudalosa del país, y a
hacer que numerosos municipios y capitales de provincia de la mitad norte cierren
sus fuentes.
El documento, -que sirve de base para
un presunto proceso de participación pública de un mes en el que las
confederaciones hidrográficas, a las que el Ministerio de Medio Ambiente ordenó
cerrar las consultas en octubre, se reúnen, sin contacto ni envío de
documentación previos, con agentes del ciclo del agua como regantes,
industriales, empresas hidroeléctricas, administraciones y organizaciones
ecologistas para sondear sus posturas-, revela cómo el Gobierno pretende dejar
en un segundo plano los efectos del cambio climático para poner el acento, de
nuevo, en las obras públicas y los trasvases.
El primer objetivo
En este sentido, el documento señala
que la ejecución de nuevas infraestructuras, las interconexiones dentro de la
misma cuenca y el aporte de recursos de otras cuencas puede ser una necesidad
si se quieren mantener las demandas de agua y la estructura socio-económica de
algunos territorios. Propone hacerlo dentro de una gestión integrada de todos
los recursos hídricos que posibilite un uso sostenible del agua, aunque dejando
en un segundo plano medidas como la reutilización de caudales, la desalación y la
optimización y la modernización de los regadíos, que consumen más del 85% del
agua del país, y relegando el cambio climático a la categoría de variable a
tener en cuenta, ya que podría hacer más vulnerables algunos sistemas, dice el
documento. La atención del déficit hídrico, que plantea solucionar con una
visión amplia a escala nacional, donde se llegue a un entendimiento común, abre
el listado de cuatro grandes bloques de ese Pacto Nacional del Agua.
Trasvases e impuestos al agua
Le siguen, como objetivos ambientales
y junto con la implementación de los planes de sequía y de riesgos de
inundación, el impulso al saneamiento y depuración en todos los ámbitos
competenciales y la conservación de los humedales; especialmente el Delta del
Ebro, Doñana y el Mar Menor, tal y como exige la UE, que tramita un expediente
sancionador por su deterioro. Por último, la propuesta incluye una serie de
modificaciones en cuestiones de gobernanza entre las que prioriza la puesta en
marcha de nuevas medidas de tributación ambiental que permitan una mayor
recuperación de los costes asociados a los servicios del agua.
Además, el Gobierno desliza en el
documento que espera tener cerrado el catálogo de trasvases e impuestos, para
el que el MAPAMA comenzó a sondear a las comunidades autónomas en julio, el
próximo verano, tras iniciar a principios de 2018 las negociaciones con los
distintos grupos parlamentarios, a la vez que se sigue trabajando a nivel
técnico.
La política hidráulica de hace un siglo
Esos contactos para el Pacto Nacional
del Agua, al que ya han mostrado su rechazo 36 organizaciones ecologistas,
irían en paralelo a la tramitación de los nuevos planes hidrológicos. Los
primeros documentos de cada cuenca saldrán a información pública a principios
de 2018, mientras que la revisión del Plan Hidrológico Nacional quedó activada
el pasado enero con el decreto que, al aprobar los de demarcación, ya advertía
de la existencia de una serie de situaciones de necesidad de recursos hídricos
que, a decir de algunos planes, no pueden ser atendidas en el ámbito
territorial del propio plan; y que por consiguiente deben ser elevadas para una
futura revisión del Plan Hidrológico Nacional.
Como denuncia Laura Sánchez, de la
Fundación Nueva Cultura del Agua, una de las entidades que ha participado en
las reuniones previas, “el gobierno
pretende abrir la puerta a la interconexión de cuencas y a los mercados de
derechos de agua, vamos encaminados a la mercantilización del agua, a que las
comunidades y los usuarios puedan vender parte de sus concesiones a los de
otras cuencas”. Javier Celma, de Ecodes (Fundación Ecología y Desarrollo),
añade que “están justificando que hay un
proceso de participación sobre algo que no sabemos lo que es y sobre los que no
tenemos unos indicadores de gestión mínimos para estudiar y debatir ya que solo
hay cuatro puntos genéricos”, y anota que “echa en falta la escasa atención a factores como el cambio climático
en los planteamientos del Gobierno” (...) “Hablar de trasvases en estos momentos sin más ni más parece una locura
porque es necesario cambiar la gobernanza del agua. No tiene sentido mantener
la misma política hidráulica que hace cien años y como si no hubiera pasado
nada” (…) “Lo que estamos haciendo
ahora no se va a sostener en treinta años”, asegura Celma.
Bruselas, Tarragona y Toledo
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Mapa del Trasvase Tajo-Segura |
Sin embargo, los planes trasvasistas
de Rajoy y el MAPAMA encuentran obstáculos diversos en su aplicación. Entre otros
los de tipo institucional.
Por una parte, el rechazo de la UE a
las grandes transferencias de agua entre cuencas hidrográficas y al
quebrantamiento del principio de unidad de cuenca. Y, por otra, la tirantez con
dos comunidades autónomas cuyo apoyo resultaría clave para este tipo de
proyectos como son Catalunya, en cuya zona sur la oposición a las captaciones
del Ebro roza la unanimidad, y Castilla-La Mancha, que ve cómo el Tajo es
esquilmado por los trasvases a la cuenca del Segura.
Además, los datos de la propia
Administración ponen en tela de juicio la viabilidad de los objetivos políticos
del Gobierno, ya que el mismo decreto de aprobación de los planes de cuenca
recoge como el Ebro, la cuenca que en el último siglo ha sido señalada como
principal donante en todos los proyectos trasvasistas (soporta ocho que suman
250 millones de metros cúbicos al año), no tiene agua suficiente para cubrir
las demandas de su territorio. Según datos del Ministerio, una vez realizados
los ajustes con el modelo de simulación general, los recursos totales asignados
para regadío y ganadería se cifran en 7.681 hectómetros cúbicos al año, con un
déficit de 875 hectómetros cúbicos. Eso, a expensas de que puedan cumplirse las
previsiones científicas que apuntan a una merma de los recursos de hasta el 20%
como consecuencia del cambio climático.
Paralelamente, la aplicación de la
Directiva Marco del Agua comunitaria, que prima la resolución de los déficit
hídricos con medidas de ahorro y reutilización de caudales, ha reducido de
manera considerable la magnitud de lo que hasta finales del siglo pasado se
consideraban carencias estructurales. En este sentido, el plan hidrológico de
la cuenca mediterránea andaluza contempla actuaciones para reducir el actual déficit
de 300 a apenas 100 hectómetros cúbicos anuales, mientras el del Guadalquivir
prevé medidas para disminuir el suyo en más de 260 -de 560 a menos de 450- con
un aumento de la demanda de 140, y el de las cuencas internas catalanas, que
siguen registrando un desajuste de 104, pretender ahorrar 98 en una década. Eso,
a pesar de que las plantas de desalación del litoral previstas para cubrir el
consumo urbano, apenas producen cada año 130 de los 400 hectómetros para los
que tienen capacidad.
Mientras tanto, los planes del Segura
y el Júcar cifran la necesidad de transferencias hacia esos territorios,
respectivamente y a falta de las medidas de ahorro, en 400 y 265 hectómetros
cúbicos anuales. Cifras que son desmentidas por un informe de Greenpeace, según
el cual la cuenca del Segura no tiene déficit pues dispone de entre 500 y 800
hectómetros cúbicos de recursos renovables más al año de los que la
Administración reconoce.
Plumaroja
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