miércoles, 12 de diciembre de 2018

LA ESPAÑA FRANQUISTA DIO ASILO A LOS PRINCIPALES CRIMINALES NAZIS


A diferencia de Alemania o Italia, la España de Franco no sufrió un proceso de desnazificación. Al contrario, a partir de 1945, Franco, que nunca se arrepintió de sus vínculos con Hitler y Mussolini, permitió que España se convirtiera en refugio de muchos nazis que huían de los Aliados”.
Paul Preston
La costa mediterránea fue refugio de numerosos nazis. 
Nos repiten a quienes nos preocupa la memoria histórica que andamos removiendo viejas historias sin más sentido que el rencor. Nos lo reprochan quienes mantienen, a criminales que masacraron pueblos y urnas sin piedad, mausoleos, tumbas con honores, palcos y losas bajo el altar mayor. Nos lo reprochan quienes tienen siempre en los labios la palabra guerra y presumen de ganadores de continuo. Lo hacen con majestuosos y horteras catafalcos, esculturas o monolitos que avergüenzan a quienes lo contemplamos y llenan de estupor al turista ajeno, que no entiende cómo en España se rinden honores a las ideologías derrotadas en la II Guerra Mundial. Y se explica rápido: aquí ganaron los perdedores, los fascistas, y el capitalismo miró hacia otro lado. Hoy nos inquieta el renacimiento de los cachorros del fascio patrio y la desvergüenza con que numerosos medios de comunicación blanquean su ideario caduco y asesino.
Lo cierto es que no resurgen porque siempre estuvieron aquí. Como en guarida de asesinos, los criminales nazis más sanguinarios fueron adoptados por los fascistas españoles, con los que estaban hermanados ideológicamente. Se instalaron en nuestro país bajo el manto protector de Franco y sus compinches, que vieron con simpatía la llegada de los más crueles asesinos que recuerda la historia. Aquí vivieron, fundaron empresas, prosperaron y murieron de viejos, después de organizar, entrenar y alimentar los grupos terroristas ultrafascistas que asolaron Europa y las democracias occidentales. Siguen enterrados en nuestro suelo, reciben flores, porque esa memoria no es rencor ni cuesta dinero, según nos dicen. Solo es gravosa la memoria de los perdedores. Les traigo aquí unos cuantos de los monstruos que han vivido entre nosotros, para que entendamos bien el porqué de esta España fascista que sigue perviviendo al cabo de tanto tiempo.
Los antecedentes son claros. Los apoyos que recibieron las tropas franquistas en la guerra civil fueron amplios y generosos. Hitler decidió apoyar a Franco por la situación estratégica de nuestro país en sus ansias colonialistas. Somos la puerta del Atlántico y de África; ser amigo del gobierno triunfante le suponía al Führer abrir esa puerta a sus ansias expansionistas. El apoyo logístico, las armas, la Legión Cóndor, que entrenó a sus hombres y aviones (stukas) en el bombardeo indiscriminado de población civil (Guernica, Santander, Barcelona, Madrid, Málaga…), fueron puntos en el mapa estratégico del genocida nazi. Nunca sabremos si el resultado de la guerra hubiera sido el mismo sin la intervención de Alemania e Italia. O sí Francia e Inglaterra hubieran apoyado al bando republicano en su respuesta al golpe de estado franquista. Lo que sí sabemos es que la resistencia al golpe fascista se habría prolongado en el tiempo y se habría considerado parte de la II Guerra Mundial y a su fin, Franco habría sido juzgado y condenado por sus crímenes.
Acabada la guerra española, con la invasión de Polonia, comienza en septiembre la II Guerra Mundial y Franco tiene que devolver los favores a Alemania. No había dinero para ello, por tanto se decide pagar en especie. Franco envía trabajadores en régimen de esclavitud a las empresas alemanas, Mercedes, Volkswagen, Hugo Boss…, creándose la Red SOFINDUS (Sociedad Financiera e Industrial). Con generosidad altruista le regala al amigo nazi el wolframio gallego, que era imprescindible para la fabricación de tanques y abre las puertas de nuestro país al espionaje alemán. Las grandes ciudades se convierten en nidos de espías donde nada es lo que parece. José Manuel García Bautista, ha escrito un libro sobre el espionaje en Sevilla (‘Nazis en Sevilla’), donde explica, con datos irrefutables, el sabotaje de navíos mercantes o de guerra, o como se introducían explosivos hasta África desde nuestras costas. Y todo a favor del padrino nazi. La División Azul se crea en ese momento para apoyar la invasión alemana a Rusia. También es sabido que el hijo de un antiguo cónsul alemán en Sevilla, Adolf Clauss, era la cabeza pensante del espionaje en el Sur de España. Fue miembro activo de ‘La Abwehr’ (inteligencia alemana) y desencadenó la ‘Operación Mincemeat’ que fotografió documentos de alto secreto para ser enviados a Berlín.
Al acabar la guerra, los jerarcas nazis que no son apresados y juzgados en Núremberg corren como ratas hacia fronteras seguras (se llamó así: ruta de las ratas). Nuestro país era el más seguro para ellos y hasta aquí llegaron muchos, algunos para quedarse y otros para huir a Latinoamérica a fin medrar al amparo de gobiernos amigos. Perón acogió a lo más granado del nazismo, los amparó y aprovechó mucho su capital y su inteligencia, también Bolivia y Paraguay, donde luego devolvieron el favor patrocinando las dictaduras de Alfredo Stroessner y Barrientos.
Poco después comienza la guerra fría, los enemigos de ayer se convierten en amigos y al revés. Franco recibe en el año 1959, con honor y vítores, a Eisenhower en Madrid y muchos de los nazis más sanguinarios colaboran en el nuevo orden mundial patrocinado por la CIA. En ese decorado vamos recibiendo a los asesinos más crueles que ha dado la historia reciente y España se convierte en el principal nido del nazismo, aunque debieron ser muchos más. Estos son los más conocidos:
Franz Liesau: que residía en el número 52 de la madrileña calle de Alcalá. “Fue agente del servicio de contraespionaje ‘la Abwehr’, involucrado en la compra de animales del Marruecos español y de la Guinea española para fines experimentales en Alemania, entre ellos la propagación de enfermedades como la peste en los campos de concentración”. Liesau murió de viejo en Madrid, a finales de 1992.
Aribert Heim: Oficial médico en Mauthasen, sádico hasta el punto de ser llamado el ‘carnicero de Mauthasen’ y ‘doctor Muerte’. Los españoles le apodaron ‘El Banderillero’, por su afán de inyectarles hormonas de animales, benceno, combustible… Famoso por sus experimentos abriendo en canal a gemelos, sacando los órganos y cronometrando el tiempo de agonía... Se cree que vivió tranquilo en Denia hasta su muerte, aunque otras fuentes lo ubican en otros países.
Anton Galler: también residió en Denia. Se le acusa de provocar la matanza de un pueblo italiano, Santa Ana, donde asesinó a más de 400 mujeres y niños. Murió en 1995 con 80 años cumplidos. Su tumba es de las más visitadas en el cementerio de Denia.
Otto Remer: jefe de seguridad de Hitler, teniente general de las Waffen SS. Residió en Marbella hasta su tranquila muerte en 1997. Tenía entonces 84 años.
Otto Skorzeny: llamado Cara Cortada y uno de los protagonistas del libro de Almudena Grandes ‘Los pacientes del Doctor García’. Coronel de las Waffen SS. Murió en Madrid, después de vivir y conspirar durante toda su vida y crear ODESSA, organización encargada de sacar de Alemania a los criminales nazis para darles la seguridad de un acomodo en América y elaborar los documentos que les consiguieran tranquilidad e impunidad lejos de los cazadores de nazis.
Wolfang Jugler: fue jefe de la escolta personal de Hitler. Vivió feliz en la Costa del Sol hasta su muerte en 2011.
Frederik Jensen: condecorado con honores por Hitler. Se le acusa de la muerte de miles de judíos. También vivió en la Costa del Sol hasta su muerte en 2011.
Hanke Pattist: teniente de las Waffen SS y condenado a cadena perpetua en 1947 llegó a España en 1956, en una moto con la que cruzó la frontera por los Pirineos. Detenido por la Guardia Civil, se le ocupó documentación con cuatro identidades y nacionalidades diferentes. Recluido en el campo de trabajo de Nanclares de Oca, fue puesto en libertad al cabo de seis meses tras las gestiones realizadas ante las autoridades franquistas por un mando de la Waffen-SS residente en Madrid. En 1956 fijó su residencia en Oviedo; allí, además de dirigir una academia de idiomas, contrajo matrimonio con una ovetense, con la que tuvo cinco hijos. Muró en 2001, cumplidos los 80 años.
León Degrelle
León Degrelle: quizá el más famoso de los nazis refugiados en nuestro país. Perteneció a la sanguinaria Legión Valonia belga, Waffen SS, fue condenado a muerte en su país del que huyó. Franco lo acogió bajo su manto, lo nacionalizó español y jamás fue extraditado. Hitler decía de él que era el hijo que nunca tuvo. Escogió Sevilla para vivir, donde se integró totalmente y los vecinos le llamaban don Juan el de la Calima, por el palacete donde vivió. Se hizo constructor y el régimen le favoreció con contratas millonarias. Murió en Málaga en 1994, cumplidos 87 años, conservando altas influencias en el poder. Sus cenizas se esparcieron sobre la antigua residencia del Führer (Nido del Águila) en Berchtesgaden
Dedicamos capítulo aparte a los ‘ustachas’ refugiados y protegidos por el régimen. Esta milicia estaba formada por los croatas católicos que lucharon a favor de Alemania en la guerra. Fue tal su sadismo y su crueldad que los mismos nazis se horrorizaban. Los llamaban monstruos e intentaban evitarlos debido a su sadismo. Su jefe fue Ante Pavlevic, que mostraba autoritarismo con su gente mientras lamía las botas de cualquier nazi que se encontrara a su paso. El propio Hitler le despreciaba por su servilismo hacia Alemania. En el campo croata de Jasenovaç, que estaba bajo su control, se cometieron los más atroces crímenes. Se degollaba a los presos, eran decapitados con serruchos, incluso patentaron un arma blanca que se llamó ‘srbosjec’ (corta serbios). No tenían piedad ni con viejos, niños, mujeres…, al contrario, su sadismo se alegraba con el dolor de cualquiera, gozando con el espectáculo de las muertes violentas. La complicidad de la iglesia croata con los ustachas fue estrecha. El arzobispo de Zagreb los amparó y entonaba con frecuencia Te Deum por el triunfo del nacionalismo ustacha. Este arzobispo fue beatificado por el Vaticano y ahí sigue, beato y fiel.
Finalizada la guerra se especializaron en actividades terroristas contra Yugoslavia. Llegaron a lanzar sus ataques en el corazón mismo de las potencias occidentales: atacaron las embajadas y consulados yugoslavos en Bad Goldberg, Munich, Frankfurt, Berlín, Goteborg en Alemania y realizaron operaciones similares en Nueva York, Melbourne, y en las ciudades suecas de Gotemburgo y Estocolmo. En esta última, cinco terroristas liderados por el ustacha Andelko Brajkovic fueron capturados tras asesinar al embajador Vladimir Rolovic, el 7 de enero de 1971. Al año siguiente, otra célula secuestro un vuelo de la empresa sueca SAS y obtuvo la liberación del grupo de Brajkovic tras desviar el vuelo a España. Los secuestradores lograron escapar gracias a un salvoconducto negociado con el gobierno español.
Ante Pavelic, líder ustacha 
Ante Pavelic: ya hemos hablado del jefe ustacha. Vivió en Argentina protegido por Perón, también en España desde donde se pasó la vida conspirando y dirigiendo las acciones terroristas croatas contra el estado yugoslavo. Huyó de Croacia en 1946, dirigiéndose a Roma con pasaporte español, lo acogieron en Argentina, donde fue detenido. Más tarde se trasladó a Madrid y Franco lo acogió con cariño fraterno. Murió en un hospital alemán de Madrid en 1959. Está enterrado en el cementerio de San Isidro y recibe honores casi a diario de sus amigos ustachas.
Vjekoslav Luburic: jefe de la guardia personal de Pavelic. Conocido también como Maks Luburić o ‘Maks el carnicero’. Dirigió el Campo de concentración de Jasenovac, considerado uno de los campos de exterminio más crueles de todos los tiempos. Vivió en Carcaixent, desde donde conspiró y dirigió las acciones terroristas contra Yugoeslavia. Entre sus atentados destacan los perpetrados en comisarías, líneas férreas, un cine lleno de gente de Belgrado o un avión en pleno vuelo del que solo sobrevivió la azafata Vusna Vulovic, (el vuelo 367, que salió de Alemania rumbo a Yugoslavia), la detonación de una bomba en La Guardia (Estados Unidos) y en Nueva York explotaron otra bomba en la estatua de la Libertad. En Carcaixent era conocido por don Vicent, estaba protegido por el cura del pueblo; murió el 20 de abril de 1969.
Los citados son algunos ejemplos de cómo la Internacional fascista dio refugio en España a los principales criminales nazis para después extenderlos por el mundo. La misteriosa operación Gladio, red clandestina de ultraderecha que operó en la Europa de la ‘Guerra Fría’ bajo control de la OTAN y la CIA, aglutinó a la mayoría de estos criminales, y les dio cobertura y protección para sus actividades terroristas en lo que se llamó ‘años de plomo’. Uno de ellos fue Liccio Gelli, fundador de la Logia Masónica P2, que aterrorizó a Italia en la década de los setenta del pasado siglo. Su objetivo prioritario era evitar que el Partido Comunista llegara al poder en ningún país de Europa, sin preocuparse de los medios usados para tal fin. Crímenes de estado, asesinato de inocentes, torturas y desapariciones están en el haber de Gladio.
Todos ellos fueron alimento del fascio hispano que hoy sale animado por la impunidad que siempre han gozado. Jamás fueron molestados, porque el manto del franquismo los acogió como hijos muy queridos. Lo que eran, porque si hubo un régimen genocida fue el franquismo motivo claro de la identificación y admiración hacia los asesinos nazis. Eran una unidad indivisible y hoy seguimos manteniendo a las larvas de esos criminales bajo nuestro estado mientras los luchadores de la libertad siguen en fosas comunes.
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