“A Constanza, la
protagonista de la novela de Cervantes, la llamaban la ‘ilustre fregona’ porque
limpiaba muy bien la plata, era honesta y recatada”.
![]() |
Ada Colau, toma de posesión Ayto de Barcelona |
Se puede decir más alto pero no más claro. Al
final, cada cual es cada quién y saca lo que lleva dentro como puede. Es el
caso del concejal del PP Oscar Belmán Boldú que, refiriéndose a la alcaldesa de
Barcelona, esputó la podredumbre que alberga su cerebro con la siguiente
afirmación: “en una sociedad
sana y seria, Ada Colau se dedicaría a fregar suelos”.
Pues claro que sí amigo. En una sociedad sana
y seria, como esa España franquista que usted rememora comparándola con una
Arcadia feliz, una pelada como la Colau estaría de rodillas, puliendo los
suelos de su santa madre a cambio de un puñado de garbanzos. Y es que la plebe
se está viniendo arriba porque…, ¿cuándo se ha visto en este país con olor a cerrado,
sacristía y señoronas con peineta combinada con collares de perlas que los
hijos y nietos de los miserables pretendan gobernar un ayuntamiento y ocupar
los escaños del Congreso? Y qué mejor manera de vejarlos que esa comparación
con lo que, usted señor Belmán, considera lo más degradado y bajuno de la sociedad:
las fregonas.
Y digo fregona, que no limpiadora, porque con
especímenes de su calaña se me vienen abajo los prejuicios eufemísticos. Como
servidor pertenece al despreciado estrato social de los humildes, me atreveré a
corregir la intencionalidad de sus profundas palabras. Cuando dice que la
alcaldesa rojeras debería fregar suelos no está ofendiendo a Ada Colau. En
realidad, está enseñando la pezuña clasista y montaraz de la derechona más
rancia y despreciable.
Las fregonas, fueron millares en la España
franquista, han contribuido a que sus hijas e hijos tengan acceso a una
educación que a ellas les fue negada a fuerza de dejarse los riñones abrillantando
suelos en las casas de los señoritos. Puede que por su oficio se las vea con
frecuencia arrodilladas, pero no se engañe señor Belman, porque sus
genuflexiones, obligadas por trabajos penosos y mal pagados, rebosan más
dignidad que las hipócritas hincadas de rodillas de personajes clasistas como
usted, que hoy en día despreciarían al propio Jesucristo por ser el hijo de un
humilde carpintero.
Y no es por nada, pero indagando en su blog y
su twitter observo que sus venerables padres malgastaron el dinero
proporcionándole estudios en reputadas, católicas y carísimas escuelas. ¿Cómo
puede un individuo de su alcurnia cometer tantas faltas de ortografía en tan pocos
caracteres?: “La bolsa flutuando”… ” “Y cómo dije en su día, a veis
abierto la veda…” Y solo son algunos ejemplos de la estulticia
que le caracteriza.
Aunque claro, cuando el dinero y la posición le
vienen a uno por herencia no necesita atesorar cultura. Con tener la buchaca
bien cubierta sobran las florituras. Será por eso que aboga por cerrar las
facultades de filosofía y ciencias políticas. Pensar no es cosa que agrade a
los oligarcas. Y más, si los que acceden al saber son los retoños de los
siervos de la gleba. Esos que nunca tendrían que haber abandonado su posición
de santos inocentes, explotados e ignorantes para mayor gloria de las estirpes
privilegiadas.
Pero, a pesar de cromañones iletrados como
usted, la sociedad ha evolucionado y hasta una humilde fregona puede correrle a
collejas dialécticas para que retorne a la caverna ideológica de sus ancestros.
Ya sé don Oscar que usted, como otros de su calaña, añoran esos tiempos de mucamas
humilladas y jornaleros uncidos por un yugo. En ello andan, con reformas
laborales que nos condenan a salarios de hambre, acusándonos de vivir por
encima de nuestras posibilidades mientras saquean las arcas del dinero público.
Pero ya no somos tan santos ni tan inocentes.
Ni siquiera esas fregonas a las que usted considera pura escoria. La basura
está solo en su cabeza. Una suciedad inmunda que alguna profesional del gremio se
ofrecería gustosa a retirarle a base de lejía y estropajo.
No he podido evitar que este artículo versara
sobre tan ponzoñoso menda, pero quiero recordar que apenas ha pasado una semana
de que Europa ratifique su miseria moral con el destino de los refugiados
sirios, y que nuestro gobierno vulnere el acuerdo mayoritario del Congreso de
los Diputados y se sitúe en la ilegalidad. También Europa necesita un buen
fregado de conciencia, si es que alguna vez la tuvo. Solo quiero añadir que NO
EN MI NOMBRE y tampoco, seguro, en el de las fregonas.
El corazón de fregona de Constanza se desangraría
en solidaridad con los que huyen de la guerra, de las torturas, con los niños
desaparecidos (carne de explotación sexual o tráfico de órganos), con las
madres y padres que impotentes ven morir de hambre y frío a sus criaturas,
mientras los mandatarios europeos se lavan las manos como Pilatos. ¡Hipócritas
e indecentes!
Hoy, los refugiados son también mis
compatriotas. Y la historia, no lo duden, juzgará estos actos con la misma
crudeza que otros capítulos negros de nuestro infame pasado. Pero ya será tarde
para ellos. Y si existe dios, no tendrá indulgencia con esta Europa muerta de
líderes canallas y desalmados. Pero, visto lo visto, empiezo a creer que Dios
también ha muerto. Ocurre cada Semana Santa.
Plumaroja
Comentarios
Publicar un comentario
DEJA AQUÍ TU OPINIÓN