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Recepción de Franco a Juan Carlos de Borbón en el Pazo de Meirás |
El dictador filtró para sí parte de las donaciones
“a la causa nacional” en plena guerra civil y revendió 600 toneladas de café
donado por Brasil a España en 1939. El general golpista tenía en agosto de 1940
una fortuna cercana a los 400 millones de euros y el “holding empresarial” de
El Pardo acumuló sueldos, comisiones, regalos y gratificaciones para amasar su
riqueza.
Franco era un corrupto que ejecutó mordidas desde
la guerra civil. Un opresor que aflojó las cuentas públicas de España y
estableció un entramado que desaguaba riqueza en su figura omnímoda. “Nuestra
Cruzada es la única lucha en la que los ricos que fueron a la guerra salieron
más ricos”, dijo el dictador en un discurso (Lugo, 1942). Es el lado oscuro, e
ilegal, de una fortuna que engordó en plena dictadura al calor de la corrupción
sistémica del régimen franquista.
El perfil latrocínico del militar arranca a lo
grande: se hizo con casi 400 millones de euros tras la ‘cruzada’ contra la
República. Queda en pañales la trama Gürtel y las cuentas en Suiza de
Francisco Correa (18,6 millones) o Luis Bárcenas (47). Francisco
Franco (El Ferrol, 4 de diciembre de 1892 – Madrid, 20 de noviembre de 1975)
disfrutó cuatro décadas como Jefe de Estado para acumular donaciones, sueldos,
regalos y comisiones.
Franco no perdió el tiempo. Arañó dinero recibido por
los golpistas en pleno conflicto armado y revendió toneladas de café donadas
por Brasil. A lo largo de su vida recibió innumerables
“regalos”, caso del Pazo de Meirás o un todoterreno agasajo de Adolf
Hitler. Todo era posible bajo su manto omnipotente. Como lo era la
gratificación mensual de 10.000 pesetas que recibía de la compañía Telefónica.
Así nació la fortuna de
Franco
“Franco se consideraba el Estado, España. Necesitaba
dinero y se apropió de él”, cuenta el historiador Ángel Viñas. A cuatro décadas
de la muerte del dictador, el autor publica el libro La otra
cara del caudillo (Crítica, 2015), una obra que da “un paso más en
el continuo proceso de desmitificación de Franco”.
Tenía un plan y robó, para cumplirlo, una idea al
propio Hitler: el Führerprinzip o mandato dictatorial
como “fuente de Derecho”. Usaba “leyes reservadas” y ocultas al Boletín Oficial
del Estado, disposiciones secretas que explotó “desde los años de la guerra
civil hasta 1957”. Una “curiosa y desconocida costumbre de Franco” que solo
conocían “aquellos privilegiados que se ocuparon de llevarlas a la práctica”,
describe Viñas.
Por ahí filtró a su interés parte de las donaciones “a
la causa nacional”. Las mordidas al apoyo económico a la rebelión militar
contra la República inauguran en octubre del 36 la cuenta corrupta que vive un
episodio de oro al final de la guerra con las 600 toneladas de café entregado
por el dictador brasileño Getúlio Vargas. “Un regalo al Estado español” que
Franco pasó a la Comisaría de Abastecimientos y Transportes dependiente del
Ministerio de Industria y Comercio “y cobró por adelantado su importe”, 7,5
millones de pesetas, que serían hoy unos 85,6 millones de euros.
Con una nómina en 1935 de 2.493 pesetas y de 50.000
como Jefe de Estado, la riqueza del militar llegó en agosto del año 40 a 34,3
millones de pesetas. Un capital “acumulado en diversas cuentas corrientes” que
suponen cerca de 388 millones de euros. “Todo ‘ganado’ en cuatro años. No está
mal para empezar”, subraya Viñas.
“Sin embargo, ha perdurado la convicción de que Franco
era un hombre honesto y austero”, declara el hispanista Paul Preston. El
dictador, “y su mujer”, recibían “regalos de varios tipos, desde medallas de
oro a fincas y hasta automóviles de lujo”, enumera como “la punta de un iceberg
colosal” que arranca en “su acceso particular a las suscripciones que se
hicieron para sufragar el coste del esfuerzo bélico de los rebeldes militares”.
“La idea
convencional del Franco sin afán de lucro ya no se sostiene”, aclara Preston.
En su afán recaudatorio, el general golpista trazó negocios secretos y oscuros
manejos de testaferros familiares. Era el “holding empresarial” forjado desde
“la corte de El Pardo”, según desveló en Los Franco S.A. o Ricos por la guerra
de España el periodista Mariano Sánchez Soler. Un patrimonio difícil de digerir
a base de simples sueldos públicos.
Franco, corruptor y corrupto
El oficio
continuó en plena dictadura. Franco “modificó su comportamiento” y había
empresas que, “agradecidas por autorizaciones concedidas”, traspasaban
“acciones gratuitamente”. El dictador, así, percibía “dividendos”, mordidas,
porcentajes por negocios revueltos entre consejos de ministros y de
administración. “La corrupción estaba en el ADN de la dictadura”, dice Viñas.
La imagen
corrupta del general rebelde toma huella documental con la apertura a
investigadores –año 2010– de los “papeles conservados” en la Fundación Nacional
Francisco Franco. “Es claro que el Régimen de Franco institucionalizó el
pillaje a través de los castigos a los derrotados que algo tenían”, continúa
Paul Preston. El soporte legal, la Ley de Responsabilidades Políticas, era “en
esencia un mecanismo para justificar la expropiación masiva de los vencidos”.
La
corrupción servía como pauta de control y la afición cinegética del general
golpista, como oficina ambulante: “importantes sumas de dinero cambiaron de
manos mientras los aspirantes a los favores de Franco promocionaban cacerías a
fin de conseguir acceso a la fuente de patronazgo”, dice el hispanista.
“No se
sabe mucho más” de lo publicado hasta ahora, confirma el historiador Francisco
Espinosa. “Aquí no se conservan los archivos de los presidentes ni mucho menos
de los dictadores”. Porque el enriquecimiento ilícito no quedó en el autócrata.
El contubernio ilícito envolvía al régimen y derramó siempre sobre la
oligarquía franquista, desde 1936 hasta la Transición.
Franco,
corruptor y corrupto, cosió a la clase dirigente en la confusión premeditada
entre lo público y lo privado. Y ése carácter sistémico brotaba en cualquier
aspecto de la vida, con el estraperlo como gran ejemplo cotidiano: el comercio
prohibido con artículos intervenidos por el Estado o sujetos a racionamiento.
Amén del tráfico de penicilina en el ámbito sanitario, el “trabajo esclavo”
como inagotable fuente de recursos e incluso la “necesidad de recomendaciones
para salvar la vida”, enumera el historiador José Luis Gutiérrez Molina.
El
dictador lideraba la patria convertido en una suerte de gestor avanzado de
puertas giratorias. Corrupción y desarrollo se dieron la mano para amasar
patrimonios y consolidar el capitalismo español. Familias del régimen, cuenta
Sánchez Soler, pobladas de “empresarios de fortuna, falangistas de clase media,
funcionarios oportunistas, latifundistas de gatillo fácil, altos cargos a la
búsqueda de multinacionales… unidos a la caza del dinero y entrenados en la
autarquía de la posguerra para enriquecerse con el desarrollismo a partir de
1959”. Concluye Viñas: “si Franco se benefició personalmente de la victoria
parece sensato que no pensara mal de quienes también lo hacían” bajo la tenaz
sombra del franquismo.
JM
Baquero. El Diario
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