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León Degrelle, criminal nazi refugiado en España |
Tras la segunda guerra mundial centenares
de agentes, militares y civiles alemanes nazis se refugiaron en España para no
ser capturados y juzgados por los aliados. Muchos militares nazis decidieron
quedarse en España, disfrutando de la protección de Franco tras la guerra.
En marzo del año 1997 el diario “El
País” localizaba en el Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores, un
informe remitido en 1945 al Gobierno franquista por los Servicios Secretos
aliados, en el que se adjuntaba una “Lista de repatriación” con los nombres de
104 oficiales nazis que vivirían ocultos en España. Muchos de esos nombres como
el de Hans Juretshke, llegaron a ocupar cargos de responsabilidad en
instituciones españolas (en su caso catedrático emérito y director del
Departamento Alemán de la Universidad Complutense).
Otros nombres de la lista, como el Dr.
Franz Liesau Zacharias, habrían trabajado para el Reich obteniendo animales
para la experimentación de armas bacteriológicas nazis. Falleció en Madrid a
finales de 1992. Pero la lista de nombres publicada por “El País” no está muy
completa, debido a que después de 1945 siguieron asentándose en España muchos
nazis, que permanecerían durante el resto de sus días en nuestro país.
Los monasterios españoles también
acogieron a importantes espías como Reinhard Spitzy, el refinado agente de
Abwehr disfrazado de monje en el monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos) en
1947 antes de huir a Argentina, en un barco de la naviera Aznar. España en la
segunda guerra mundial fue un nido caliente de espías alemanes, británicos,
americanos, franceses y hasta japoneses. Las miradas de toda Europa estaban
puestas en nuestro país, que acababa de salir de la Guerra Civil, y en un
gobierno que coqueteaba con Hitler aunque decía ser neutral. Los alemanes eran
los únicos que lo hacían con ventaja sobre sus competidores.
Centenares de agentes de la Gestapo,
de la Abwehr y de la SD se movían por todas las ciudades españolas con absoluta
libertad y conformaban una extensa red con ramificaciones y contactos en la
administración y fundamentalmente en las elites dominantes de la sociedad.
Diplomáticos, periodistas, empresarios, productores de cine, ejecutivos de
empresas y agentes profesionales trabajaban en silencio a favor de la causa de Hitler,
el dictador que estaba ocupando por la fuerza el Continente y asesinando en los
campos de exterminio a millones de judíos.
La colonia alemana en nuestro país
no llegaba a las 30.000 personas, pero el número de afiliados al Partido nazi,
que era muy pequeño en los años 30, se multiplicó y se disparó. El alemán que
no participaba en estos servicios era considerado como un enemigo, y siempre
existía la amenaza de que fuera repatriado y llamado a filas, lo que influyó
para que algunas personas dudosas dieran el paso adelante y colaboraran de
distinta forma con estos servicios. Los 700 afiliados al Partido nazi que había
durante la Guerra Civil española crecieron y éste abrió sedes en casi todas las
comunidades españolas. Así, la figura de Hitler presidía todos los colegios
alemanes y los niños alzaban el brazo en alto cuando celebraban el cumpleaños
del Führer. Una parte importante de la sociedad española vio al nazismo durante
aquella época con simpatía, y sus cruces gamadas, sus esvásticas y uniformes no
provocaron inquietud alguna a los falangistas. Más de 700.000 personas apoyaban
y daban cobertura a esta red de espías, a los que consideraban sus aliados y
también sus amigos. Algunos de estos agentes habían sido miembros de la Legión
Cóndor y habían participado pocos años antes en el bombardeo de Gernika.
Hans Lazar, el jefe de prensa
de la Embajada alemana, judío, había nacido en Turquía, pues su padre se había
trasladado para trabajar como traductor en la embajada alemana de ese país, y
allí fue uno de los firmes propagandistas del Anschluss, de la anexión de
Austria por parte de Alemania. Posteriormente viajó a Madrid y allí ejerció
como periodista durante la Guerra Civil, con lo que, acabó logrando ser el jefe
de prensa de la Embajada de Alemania en dicha capital. Era el hombre más
influyente y más poderoso de la colonia alemana en Madrid. En aquella etapa de
carencias tremendas, durante la que no había prácticamente comida, las
cartillas de racionamiento estaban a la orden del día mientras Lazar daba
fabulosas fiestas en su casa de la Madrid. Estaba casado con una condesa
rumana, la baronesa de Petrino, y con los bienes y el dinero que manejaban las
empresas alemanas del conglomerado SOFINDUS consiguió comprar las voluntades de
periodistas muy influyentes de la época. Samuel Hoare, el embajador británico
por aquella época, lo catalogaba como una persona repulsiva cuando escribió sus
memorias, poco después de la Segunda Guerra Mundial, aunque al tiempo señalaba
que era la persona más influyente y más poderosa del Madrid de aquella época
puesto que conseguía colocar las ideas de Hitler en la mayoría de los
periódicos españoles. Y si bien los Aliados intentaban lo mismo, nunca tuvieron
ni parecido éxito.
Lazar era un hombre muy curioso del
que se sabía muy poco. Aaficionado por las obras de arte, con las que
mercadeaba en la capital de España, y mantenía unas excelentes relaciones con
la Iglesia. No en vano, solía proponer a numerosos párrocos repartidos por toda
la geografía española el tener su propia parroquia gratis y, en definitiva,
transmitir las ideas a sus feligreses gratuitamente. «Yo les monto su hoja
parroquial, su propaganda eclesiástica, con dinero de las empresas alemanas en
España», les decía, y los curas aceptaban pensando que era una buena
oportunidad para trasladar sus ideas a los fieles. Sin embargo, en aquellas
hojas parroquiales, más de 250, conseguía incluir la propaganda a favor de
Hitler y de esta forma influir en la sociedad española.
Otro personaje realmente curioso en
aquella época, de aquéllos que los Aliados perseguían e incluían en sus listas
negras, era, por ejemplo, Franz Liesau Zacharias, un biólogo
afincado en Madrid, que en realidad era un agente del Servicio de
Contraespionaje involucrado en la compra de animales de Marruecos y de la
Guinea española para fines experimentales tales como expandir la peste en los
campos de concentración. Cuando localicé en Madrid a la viuda de Liesau, quien
todavía vive en la misma calle que aparece en la ficha de este señor, escrita
en el año 1947, ella me reconoció sin titubear las actividades de su esposo. Me
dijo que llevaba en España desde los años 20, que sufrió enormes presiones por
parte de Alemania en aquella época para que regresara a Berlín y entrara a
filas para luchar como un soldado más durante la Segunda Guerra Mundial, pero
que él se negó. Que le ofrecieron entonces la posibilidad de que siguiera en
España mas trasladando animales, fundamentalmente monos, eso sí, de Marruecos a
Alemania para este tipo de experimentos de los que les hablo y que finalmente
aceptó para librarse de la guerra, con lo que se vio inmerso en esa patética
colaboración con el gobierno de Hitler que más tarde recogerían los Aliados en
sus escritos.
Creo que es importante señalar que
la enorme presión que sufrieron muchos alemanes en la España de aquella época
para que colaboraran con Hitler animó a muchos de ellos a aceptar para mantener
su posición privilegiada en el país. Una posición en algunos casos muy cómoda,
según el relato inédito que escribió Johannes Eichhorn, un miembro de la Cámara
de Comercio alemana en Madrid. Sus familiares me enviaron sus notas inéditas de
aquella época, y éstas me revelaron que este hombre era un absoluto antinazi en
aquellos años. Escribía para sí mismo, por supuesto, pero recogió cosas como
ésta sobre las funcionarias alemanas, a las que describía de la siguiente
manera: «Extremadamente maquilladas y luciendo ostentosos modelos, perfumadas
con fuertes olores de origen africano, las funcionarias de los servicios nazis,
en la mayoría de los casos de bajo nivel profesional, que durante años
obtuvieron cuantiosos sueldos por no hacer prácticamente nada, llenaban las
tiendas de lujo de Madrid y Barcelona. Como monas vestidas de seda, exigían
arrogantes los inevitables manjares. Un vergonzoso espectáculo para muchos
españoles, que no comprendían nada []».
Y es que el dinero alemán todavía
ejercía una enorme influencia en aquellos años. Como decía antes, los españoles
sufrían las cartillas de racionamiento, 100 gramos de carne por persona y
semana; sin embargo, a juzgar por lo que nos cuenta este hombre y algunas otras
personas con las que hablé, los funcionarios y espías de las colonias alemanas
estaban bien alimentados. En Barcelona y sobre todo en Madrid, muchos
frecuentaban los mejores hoteles, como el Ritz y el Palace, asistían a cacerías
organizadas por los aristócratas de la época en las afueras de Toledo, tomaban
el aperitivo en el Chicote y bailaban por la noche en el Pasapoga, que era la
discoteca de moda. Muchas de sus reuniones se celebraban en el restaurante de Otto
Horcher, un restaurante muy famoso que todavía existe enfrente de El
Retiro de Madrid y que, según la documentación que he consultado en el Archivo
General del Ministerio de Asuntos Exteriores, en el Palacio de Santa Cruz, se
montó con dinero del Servicio Exterior de Espionaje. Las reuniones duraban
hasta la madrugada y allí los espías más activos en el Madrid de los años 40
preparaban sus labores, recibían correspondencia y establecían su estrategia.
Por cierto que estos servicios de
espionaje nazi tampoco dejaron de lado el campo de la cultura en la aquella
década. De hecho, tuvieron colaboradores como el propio Johann Ther, un personaje
para nosotros desconocido pero realmente importante en aquella época. Ther era
uno de los principales productores del cine alemán, y se estableció en España
también como espía camuflado. Según las notas que he consultado, vivía en un
hotel cuyo nombre no se especifica pero que estaba en las proximidades del centro
de Madrid, muy cerca del actual Congreso de los Diputados. Era íntimo amigo de
Himmler, del jefe de la policía nazi, y de Goebbels, ministro de Propaganda. En
1937, el maquiavélico Goebbels escribió una nota que decía lo siguiente: «El
Führer y canciller del Reich ha dispuesto que la actriz española Imperio
Argentina debe ser ganada para el cine alemán []». Es curioso cómo quedó
fascinado Hitler con la figura de esta actriz y cómo la quiso y logró captar
para su cine, sobre todo teniendo en cuenta que Imperio Argentina era gitana y
que él llevaba a cabo una cruenta persecución de esta raza, llegando a matar a
muchísimos de ellos. El caso es que Ther produjo algunas de las películas de
aquella época, coproducciones con las productoras alemanas tales como Carmen la
de Triana, La Canción de Aixa, Suspiros de España, Mariquita Terremoto, El
Barbero de Sevilla, una biografía sobre el músico pamplonés Pablo Sarasate y un
corto sobre la Legión Cóndor, sobre los pilotos alemanes que bombardearon
Gernika. Posteriormente, este productor de cine alemán afincado en España colgó
la cámara y se marchó a combatir con las tropas nazis en Francia durante la
ocupación alemana de dicho país.
Otro personaje curioso de la época
es Clarita
Stauffer, quien tenía un perfil distinto al resto. Era la hija del
principal director de la fábrica de cervezas Mahou en España, que llegó a
nuestro país en 1890 precisamente para crear este negocio. En aquella época su
familia no tenía nada que ver todavía con los servicios de espionaje, pero la
Stauffer, que era realmente una persona muy activa según me han contado sus
familiares, incluso varios de los sobrinos con los que hablé, quedó fascinada
con Hitler y ayudó desde España a muchos de los agentes que pasaban por nuestro
país. Tocaba el piano, esquiaba y era una gran nadadora; una persona sumamente
activa, en definitiva, que estaba estrechamente relacionada con la Falange,
hasta el punto de llegar a ocupar un cargo en este movimiento. Esta íntima
amiga de Pilar Primo de Rivera tenía el enorme salón de su casa solariega en
Madrid, según me contaba uno de sus sobrinos, lleno de centenares de botas, de
abrigos y de camisas que daba a los soldados nazis que habían huido de la
Francia ocupada cuando ésta fue liberada. Además, se encargaba de entregar
documentación a los espías y ciudadanos alemanes necesitados que pasaban por
Madrid en aquellos años, para luego ayudarles a pasar la frontera. Así, no
extraña que los Aliados estuvieran absolutamente enloquecidos con sus
actividades y que la denunciaran en cantidad de ocasiones, aunque nunca llegó a
ser detenida puesto que tenía todo el apoyo de la Falange y fundamentalmente de
su ya mencionada amiga, Pilar Primo de Rivera.
Las instituciones alemanas en España
sirvieron de gran cobertura para el espionaje nazi en aquella época (los
consulados también), y gozaron, por supuesto, de todas las ventajas. Desde el
año 1939 existía un convenio entre el general español Martínez Anido y Himmler
por el que cualquier alemán sospechoso de no apoyar a la causa nazi en nuestro
país podía ser detenido y repatriado de inmediato sin ningún tipo de
extradición ni de juicio preliminar. Esto facilitó el que los agentes de Paul
Winzer, el jefe de la Gestapo en Madrid, persiguieran e investigaran
constantemente a toda la colonia alemana buscando sospechosos o personas
proclives a facilitar ayuda a los Aliados. Y tal hecho provocó que mucha de la
gente que vivía en Madrid y en Barcelona les tuvieran auténtico temor a Winzer
y a sus esbirros, que constantemente estaban echándoles anzuelos en las
recepciones y fiestas para ver si había algún alemán que no estaba a favor de
Hitler y detenerlo y extraditarlo inmediatamente. Incluso se llegó a crear una
red que se llamaba la Red Ogro, presuntamente dirigida por un alemán que se apellidaba
Hoffmann y que llegó a ser cónsul de Alemania en Málaga hasta hace muy pocos
años, para secuestrar alemanes sospechosos de no apoyar a Hitler. Esta red la
incluían alemanes que vivían en Madrid y algunos destacados falangistas, y
aparece sobre ella muchísima documentación.
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Otto Skorzeny, criminal nazi apodado 'Caracortada' |
A los espías profesionales también
habría que añadir el caso de centenares de agentes no profesionales, de
personas que no pertenecían ni a las SS ni a la Gestapo pero que colaboraron
con el régimen de Hitler porque fueron muy presionados. Muchos de ellos se
encontraban en el País Vasco y en Andalucía, y eran empresarios muy
emprendedores que vinieron aquí en los años 20 huyendo de la crisis en Alemania
y que crearon empresas muy prósperas. Estas empresas trabajaron al servicio de
la causa nazi facilitando minerales y abasteciendo así los barcos de la flota
alemana durante la guerra. Algunos lo hicieron complacidos con sus ideas y
otros muchos simplemente porque fueron tremendamente presionados y no les quedó
más remedio que colaborar para no ser detenidos y repatriados a su país. Y
entre estas redes de espías que, insisto, incluían nombres de cientos de
personas, hubo también algunos criminales. Como por ejemplo George
Henri Delfanne, un caso sintomático y muy importante que supuso una
auténtica pesadilla para los miembros de la Resistencia en Francia. Según
testimonios de centenares de personas, a manos de éste murieron más de 200
miembros de dicha Resistencia con las famosas torturas de la bañera, que
llevaba a cabo en su despacho, en el centro de París. Delfanne era un agente al
servicio de la Gestapo y un apasionado del arte, por lo que participó en el
contrabando de las obras expoliadas en toda Europa por los nazis. Huyó pocos
meses antes de la liberación de París. Permaneció unos meses en San Juan de Luz
y luego cruzó la frontera y se refugió en San Sebastián. Vivía plácida y
tranquilamente en un piso magnífico en el centro de la capital donostiarra, y
allí se encontraba cuando tres policías franceses, uno de ellos de origen español,
Antonio López, cuyos padres eran de Huesca y se habían exiliado a Francia,
intentaron secuestrarlo en una misión realmente novelesca.
Dichos policías franceses cruzaron
la frontera en un vehículo sin armas, con cuerdas, cloroformo y otros
utensilios, concertaron una cita con Delfanne, para lo cual Antonio López le
había engañado unos meses antes diciéndole que quería ayudarle a trasladar sus
fortunas de París, y lo secuestraron. Lo maniataron muy cerca del Puente de
Santa Cristina, en el centro de la capital donostiarra, con tan mala suerte que
un guardia civil que pasaba por la zona con su novia los detuvo al ver lo que
estaba sucediendo -un dato realmente curioso-. Así, Delfanne fue trasladado a
su piso de nuevo y permaneció bajo arresto domiciliario mientras los tres
policías franceses permanecían ocho meses en el calabozo del Gobierno Civil,
tras los cuales fueron juzgados y condenados en un consejo de guerra, aunque
finalmente fueron liberados al concluir la contienda por las presiones
francesas. Finalmente, Delfanne huyó de España y se refugió en Alemania, donde
fue detenido al terminar la guerra para ser trasladado a Francia y colgado en
un castillo a las afueras de París.
Cuento este ejemplo como dato
bastante sintomático del trato de favor que algunos criminales de guerra como
Delfanne tuvieron en España en aquella época. Pero volviendo a los espías, lo
cierto es que la lista sería prácticamente interminable. En las consultas que
he hecho en los archivos de Madrid, en el Palacio de Santa Cruz, he encontrado
listas negras con más de 700 personas a las que los Aliados acusaban de
colaborar con el gobierno de Hitler. ¿Qué ocurrió con estas personas? ¿Cuál fue
su destino al concluir la guerra? Pues según la documentación oficial que
consta en dichos archivos, solamente unas 200 personas fueron entregadas; la
mayoría, de segunda y tercera categoría (cuando los Aliados describían a los
espías nazis en España los catalogaban en primera, segunda y tercera
categoría). Es decir, que en el examen de estas listas se demuestra que los que
se entregaron, que fueron muy pocos, eran personas que no tenían prioridad para
los Aliados. Los más importantes, en cambio, esto es, los de primera categoría,
recibieron el apoyo de la policía española, de la Iglesia y de los altos cargos
del gobierno de Franco, que les avisaban del día y la hora en la que iban a ser
detenidos para que huyeran. En los archivos he encontrado cartas de Carrero
Blanco, entonces subsecretario de la presidencia, de Carmen Polo, esposa de
Franco, o de cargos como Carlos Rein, que era ministro de Agricultura y
conocido falangista, en las que se intercedía sin ningún empacho, clara y
abiertamente, para que estas personas se salvaran y no fueran repatriadas ni
detenidas al concluir la guerra.
No obstante, los Aliados, muy
obsesionados por la presencia de estas personas en España, no bajaron la
guardia. En octubre del año 1947, los miembros del Servicio de Inteligencia
Británico establecidos en España redactaron una nueva lista negra (mi libro se
titula así, La Lista negra, precisamente por eso, porque se les llamaba así a
esas listas en las que se denunciaba a los presuntos espías alemanes) en la que
aparecían los nombres de 104 presuntos agentes nazis en España. Personas que
debían de ser detenidas de inmediato, a juicio de los Aliados, y entregadas a
la nueva Alemania. Según éstos, eran la flor y nata de los servicios de
inteligencia nazi. Allí estaban Hans Lazar, el judío del que les hablaba antes,
el jefe de la Propaganda nazi, que tantísima influencia tenía sobre la prensa
española; Clarita Stauffer, la deportista y filantrópica mujer que acogía a los
soldados nazis que huían de la Francia liberada; Johann Ther, el cineasta del
que también les he hablado, e incluso destacados empresarios alemanes que residían
en Barcelona, Madrid, el País Vasco y otros puntos de España. Todos ellos, en
definitiva, personajes de lo más significado en su colaboración con Hitler.
Junto a sus fichas aparecían el domicilio en el que vivían y el servicio para
el que trabajaban, esto es, las SS, la Gestapo, el SD (el Servicio de
Seguridad) o el Abwehr.
El interés de los vencedores, de los
Aliados, en que se capturara a estas personas era tan grande y tan importante
que llegaron a ofrecer al gobierno español un ventajoso acuerdo para repartirse
esas 350 empresas alemanas de capital nazi en España de las que les hablaba
antes. Unas empresas que en aquella época estaban valoradas en más de 1.000
millones de pesetas (les mencionaba el Deutsche Bank, aseguradoras como Plus
Ultra, toda la red de colegios alemanes en España, terrenos, mataderos,
empresas mineras y navieras). Un gran patrimonio que se embargó al terminar la
guerra por la presión de los Aliados, que justificaban que aquel capital era
nazi y que vivían obsesionados con que esa especie de Caballo de Troya, ese
poderoso holding dentro de España, podía servir para constituir o crear en el
futuro un nuevo Reich. Sin embargo, no sólo se embargó y confiscó dicho
patrimonio, sino también todo el capital y todos los bienes de los alemanes
afincados en nuestro país. Se les restringió el dinero que tenían para vivir
incluso a familias que no tenían nada que ver con el régimen de Hitler y que
pasaron auténticos apuros para salir adelante. Algunas de estas personas
consiguieron salvar sus bienes porque recibieron la llamada o el chivatazo de
las personas de la administración franquista de la época para que los pusieran
a buen recaudo antes de que fueran embargados.
Pero como les iba diciendo, según la
investigación que hice sobre los presuntos nazis que aparecen en esta última
lista del año 1947 y que fueron reclamados por los Aliados para que se
rindieran a toda costa, he llegado a la conclusión, y así consta en mi libro,
de que ninguno de ellos fue entregado. Y hay documentación que lo acredita
fehacientemente. Se estudió dentro de la administración española qué hacer con
estas personas, para lo cual hubo un hombre encargado de estudiar el perfil de
estos presuntos agentes nazis que casualmente fue otra persona realmente
importante en aquella época: Emilio de Navasqüés, subsecretario de Economía
Exterior y Comercio, y posteriormente embajador en el Vaticano en Francia y en
Argentina. Lo cierto es que no tenía pelos en la lengua. Era un funcionario muy
eficiente que contaba todo como lo veía. Por eso dejó patente en sus escritos
la clara protección del gobierno de Franco a los espías de Hitler, y en sus
notas los dividió en varias categorías. En la primera categoría incluyó a 26
agentes profesionales y recomendó que fueran entregados para calmar la ira de
los Aliados (en aquella época éstos también tenían un poder económico
importante y presionaron muchísimo a Franco para que entregara a estas personas
porque entregaban al gobierno español cereales y medios que éste también
necesitaba, además de que el Generalísimo se apartó de Hitler cuando éste
perdió la guerra y tuvo que hacer caso a estas presiones aliadas). Les llamaba
«espías profesionales», y entre ellos aparecía Burbach, por ejemplo, el cónsul
de Alemania en Bilbao del que les hablé antes, que ayudó a Franco a ganar la
guerra con su intercesión para que se recibiera en Berlín al enviado alemán, a
ese comerciante del que les hablaba antes.
En la segunda categoría, Navasqüés
incluyó a otras 36 personas de las que dijo que no había pruebas suficientes
sobre sus actividades, aunque algunas de ellas podían ser entregadas, según él.
Y en la tercera y última categoría incluyó a otras 39 que, en su opinión, no
debían ser entregadas bajo ningún concepto porque, y cito textualmente, «su
historia interesa a la economía nacional o merecen por parte de las autoridades
españolas una especial consideración». Ésa fue la nota que escribió el
funcionario español. En este grupo figuraban directivos, empleados y técnicos
de empresas nazis en España tales como Bernhardt, el presidente de ese gran
imperio económico alemán del que ya les he hablado antes y del que acabo de
referirme en el párrafo anterior, ese alemán comerciante que consiguió
entrevistarse con Hitler para que enviara la ayuda que le pedía Franco,
necesaria para ganar la guerra. O como Martín Artajo, ministro de Asuntos
Exteriores y parte de esa red de testaferros españoles que se habían creado y
que encubrían las empresas nazis, y al que Navasqüés también avisó. Es curioso
que los definiera a todos ellos diciendo: «Son de tres categorías: el hombre de
paja de buena fe, que ha confesado su carácter; el hombre de paja contumaz, que
lo niega, y el hombre de paja aprovechado». Con «aprovechado» se refería a que
la mayoría de estas personas que actuaron como testaferros, como hombres de
paja de las empresas alemanas en España, cobraron de los nazis por sus
servicios. Era el caso de Demetrio Carceller, por ejemplo,
ministro de Comercio y un caso realmente flagrante porque, según la
documentación que aparece en los archivos españoles, cuando el propio Franco
mandó que no se enviara más wolframio a las tropas alemanas (como ya he
comentado, este material era fundamental para construir los carros de combate),
puesto que los Aliados presionaban y demostraban que se les estaba abasteciendo
con el wolframio obtenido en España, Carceller, bajo cuerda y a espaldas de
Franco, permitió que se siguiera enviando ese wolframio a las tropas alemanas
por Irún, por ejemplo. Así, durante la noche, los camiones cargados de wolframio
atravesaban la frontera y lo trasladaban a la Francia ocupada. La verdad es que
la desesperación de los nazis por trasladarlo a Alemania era tal que incluso al
final de la guerra se encontraron en la sede del Abwehr, del Servicio de
Contrainteligencia alemana en Madrid, en Claudio Coello, en el centro de la
capital, varias toneladas de este mineral apiladas contra las paredes porque no
sabían ya dónde esconderlo. E incluso los aviones de la Lufthansa llegaron a
trasladar el wolframio a Alemania al final de la guerra porque era el alimento
de la maquinaria bélica alemana.
Pues bien, volviendo a los espías,
la conclusión que se saca del examen de esta documentación es que ninguno de
ellos fue entregado a los Aliados. Cada uno de ellos vivió una experiencia y
una peripecia personal diferente, pero en la mayoría de esos casos fueron
apoyados por la Administración, como le ocurrió a Ivo Obermueller, jefe de
la Inteligencia Naval en Madrid, ejemplo muy esclarecedor. Conseguí localizar a
su viuda en Alemania hace unos meses y me comentó algo realmente curioso: fue
detenido y trasladado a los calabozos de la Puerta del Sol, en Madrid, para que
confesara el número de la cuenta corriente en el que el Servicio de
Contrainteligencia Naval de los nazis tenía su dinero. Después de varios días
de incomunicación, confesó ese número de cuenta corriente y los Aliados
pudieron hacerse con ese dinero. Y según me contaba su viuda, cuando él
facilitó esta información, la policía española le dio una cena de homenaje con
traje de gala y le cantaron el Danubio Azul como despedida. Quince días más
tarde, la propia policía que le había detenido le avisó del día y la hora en
que iban a ir a detenerle porque los Aliados seguían presionando para que se
repatriara en Alemania. Así que naturalmente desapareció.
Otras personas fueron confinadas en
Caldes de Malavella o Miranda de Ebro, y aunque la mayoría no fue repatriada,
allí vivieron con total y absoluta libertad. Además, en aquella época existían
personas que ayudaban a muchos de los perseguidos alemanes, sobre todo a los
más comprometidos, a huir hacia Sudamérica. Evidentemente, aquéllos que
pertenecían al mundo de la empresa y colaboraron con Hitler no huyeron porque
tenían la protección del régimen de aquella época. Lo cierto es que no habían
cometido ningún crimen, sino que simplemente habían colaborado con el régimen
que les presionó para que lo hicieran. Así que permanecieron en España huidos o
escondidos en casas de familiares o amigos. No obstante, hubo otras personas
que, insisto, estaban más comprometidas porque habían participado motu proprio
con Alemania y que, por tanto, tuvieron que huir, para lo que contaron con la
ayuda de una serie de redes a cuyo mando había gente muy influyente que les
permitió y facilitó marchar al sur de América. Y es precisamente en este punto
donde hay que señalar el importante papel que jugó la Iglesia española
oficiosamente, no ya como institución, puesto que como tal hizo pública una
encíclica muy dura del Papa Pío XII contra el nazismo.
Por cierto que, a propósito de esta
colaboración eclesiástica, me gustaría hablarles del personaje principal de mi
libro, Reinhard Spitzy, un espía profesional que vino aquí en el año
1942. A lo largo de las páginas de La lista negra, cuento las peripecias fascinantes
de este hombre, que representa un caso muy esclarecedor del apoyo de la Iglesia
a los perseguidos en aquella época. Efectivamente, Spitzy huye de Madrid en el
año 1943 y se refugia en Santillana del Mar, en Cantabria, donde se esconde
bajo el manto de la Iglesia, en parroquias de curas cántabros. Además, pasa dos
de los tres años de huida en un monasterio cisterciense de Burgos, en San Pedro
de Cardeña, disfrazado de sacerdote. Se hace llamar Ricardo de Irlanda y
permanece recluido en la torre de ese monasterio. Posteriormente, Spitzy, cuya
historia resulta realmente fascinante, es trasladado por los propios sacerdotes
y vestido de cura hasta Bilbao, a cuyo puerto se le lleva porque era la
principal vía de escape para los espías nazis de la época, junto con otros como
el de Vigo y Cádiz. Así, en un barco de la Naviera Aznar huyó hacia Argentina,
un destino muy habitual para toda esta gente.
No obstante, la mayoría de ellos
siguió entre nosotros y atrajo como un auténtico imán a otros personajes importantísimos
que huían de Europa por asuntos muy comprometidos y que buscaban refugio en
España. Por todo ello, nuestro país se convirtió en un lugar tan cómodo y
seguro que los periódicos franceses y británicos aseguraban que en España,
después de la guerra, había incluso un proceso de naturalizaciones, esto es, de
nacionalizaciones españolas. Hablaban de que se había facilitado la ciudadanía
española a más de 30.000 alemanes, aunque, según los datos que he podido
consultar, eso es absolutamente falso y esos casos fueron más bien
excepcionales. Es decir, que las cifras dadas por franceses y británicos en
aquella época eran, desde mi humilde opinión, completamente exageradas.
Claro que también podríamos hablar
de casos como el de León Degrelle, un personaje que se refugió en España y al que
se le facilitó una identidad falsa. Este hombre llegó a San Sebastián a bordo
de la avioneta de Albert Speer, el arquitecto de Hitler, en el año 1945. Su
aparato aterrizó en la playa de La Concha, aunque Degrelle, al que llamaban el
«führer belga» o también «el hijo adoptivo de Hitler», huía hacia Sudamérica, y
aquí vivió hasta su muerte bajo el pseudónimo de León José de Ramírez Reina,
otorgado por el propio Franco. Atrajo tras él a cantidad de importantes nazis
que huían de Europa, entre los cuales podemos destacar a Otto Skorzeny, el ex
coronel de las SS que liberó a Mussolini en el Gran Sasso, a Antton
Galler y a Gerhard Bremer, también miembros, ambos, de las SS. El último
murió hace nada, en el año 1997, si mal no recuerdo, en Marbella, acompañado de
su esposa. Y en cuanto a Galler, otro de los casos representativos, insisto, de
la atracción que produjo España por su "parálisis" a la hora de
detener nazis, que protagonizó la mayor masacre producida en Italia durante la
ocupación nazi, una matanza en Santa Ana, un pueblo en el que murieron 400
personas, la mayoría mujeres y niños, se refugió en Denia, Alicante, uno de los
lugares preferidos por los espías nazis para ocultarse durante aquella época.
Yo mismo descubrí su tumba en el pequeño cementerio de dicho pueblo y, según su
lápida, murió en el año 1995, también acompañado de su esposa. Esto quiere
decir que, en definitiva, toda España, de Norte a Sur y de Este a Oeste, se
convirtió en la madriguera preferida de muchos colaboradores de Hitler que
huían de la derrota a partir de los años 50. Y ahora que han pasado casi 60
años, creo sinceramente que es un buen ejercicio de higiene histórica el
enfrentarnos a nuestro propio pasado y recordarlo.
A continuación, una relación de
alguno de ellos que se ocultaron en algún momento en España:
Bernhardt, Johannes. (¿?-14/II/1980
Munich, Alemania). Fue un jerarca nazi que alcanzó el grado de general
honorario de las SS. Ganó la cruz de hierro combatiendo en los frentes ruso y
francés durante la Primera Guerra Mundial. Ingresó en el partido nazi y
colaboró con el Servicio de Seguridad SD (Sicherheitsdienst) y finalmente entró
en las SS. Pero no era un militar, sino un negociante, una pasión que había
heredado de su padre. A los 25 años ya era millonario y tras una etapa como
agente de Bolsa en Hamburgo compró dos pequeños bancos, el Johannes Bernhardt y
el Freifrau. Hizo negocios con Brasil y se casó con Ellen. En los años veinte
lo perdió casi todo a causa de la crisis económica que azotó Alemania. Muchos
alemanes salieron de su país buscando fortuna, y él se trasladó con su mujer y
su hija a Larache, en el protectorado español en Marruecos. Allí comenzó a
vender material a la Legión y Regulares y se hizo amigo de sus mandos. Así
estrechó lazos con el general Emilio Mola, el coronel Eduardo
Sáenz de Buruaga y otros destacados militares en Marruecos que ya
conspiraban contra la República. En 1936 Bernhardt creó la empresa fantasma Sociedad
Hispano-Marroquí de Transportes en Tetuán (Marruecos) que era controlada por el
Partido Nazi con el fin de ser utilizada como tapadera del tráfico de armas
para el bando franquista al comienzo de la Guerra Civil española. El 23 de
julio de 1936, un avión de Lufthansa trasladó a Berlín a Bernhardt, a Adolf
Langenheim (jefe del partido nazi en Marruecos) y al capitán Francisco
Arranz Monasterio. A sus 39 años, había decidido tomar parte en una
arriesgada misión: pedir a Hitler que ayudara a Franco en la guerra civil
española. Dos días después, Bernhardt se entrevistaba con el dictador en
Bayreuth y le entregaba la carta de Franco en la que le pedía 10 aviones de
transporte, 6 cazabombarderos Heinkel, 20 baterías antiaéreas, fusiles,
ametralladoras y munición. La misión fue un éxito y el auxilio llegó. Los 10 aviones
se transformaron en 20. El pago de todo el armamento se haría mediante
alimentos, cereales, materias primas incluyendo minerales que pudiesen
satisfacer a Alemania. Para ello, se formalizaron dos sociedades que harían de
fondo jurídico-comercial a la operación. La empresa española se denominaba Hisma
y la alemana Rowak. Franco le obsequió con una villa -y según él, con tres
cuadros que dos de ellos tuvo que vender, quedándose uno del Greco- en
agradecimiento por el apoyo e intermediación con Hitler, y le concedió la
nacionalidad española para blindarlo de los aliados. Bernhardt tras la guerra
se instaló en Dénia, Alicante, en el número 17 del Tossalet de Oliver, una
elegante villa de inspiración francesa, villa conocida como Casa de los
Alemanes. La casa figuró a nombre de Juan Barber Aladente, director
gerente de Transportes Marion S.A., una de las empresas del imperio Sofindus,
encargada entre otras vidriosas misiones de trasladar a la Francia ocupada
miles de toneladas de wolframio, el mineral de color ébano que se extraía de
los montes de Galicia y Salamanca y se enviaba a Berlín para blindar los carros
de combate alemanes. Bernhardt figuraba en el puesto número siete de una lista
negra de 104 nazis residentes en España elaborada por los aliados y entregada a
Franco. Reclamaban su captura y lo definían así: “General de las SS y
presidente de Sofindus, institución perteneciente al Estado alemán. Responsable
del envío clandestino de suministros a las tropas alemanas cercadas en la zona
occidental de Francia durante y tras la liberación de ese país”. Sofindus, su
criatura, era un gigantesco grupo de 350 empresas alemanas en España al
servicio del Tercer Reich: mineras de hierro y cobre, navieras, agrícolas,
aseguradoras, mataderos y bancos, valoradas en más de 750 millones de pesetas
de la época. “Sofindus era la pinza de los nazis para explotar y satelizar la
economía española. Bernhardt era el hombre de Goering en España”. Bernhardt
decidió marcharse a Argentina en 1952. Se instaló en la finca La Elena de la
ciudad bonaerense de Tandil con su mujer, Ellen Wiedenbrüg, hija del antiguo
cónsul alemán en Rosario, y sus hijos. Regresó a Alemania hacia los años
setenta y el 14 de febrero de 1980 falleció en Múnich.
Bormann, Martin. (17/VI/1900 - ¿?).
Fue un asesor del Führer de tal confianza que este fue testigo de su boda en el
año 1929, convirtiéndose cuatro años más tarde en el secretario personal de Rudolf
Hess en el Partido Nazi. Como jefe de la Cancillería del partido, administraba
el “Fondo de Dotación de la Industria Alemana”, procedente de aportaciones
voluntarias realizadas por exitosos empresarios simpatizantes de Hitler. Su
antisemitismo lo llevó a firmar los documentos que deportaron a los judíos a
los campos de exterminios en Polonia. En octubre de 1942 firmó un decreto,
donde se expresaba que “la eliminación permanente de los judíos en Alemania no
iba a ser llevada a cabo en los campos especiales del Este”. En las últimas
semanas de la guerra, Borman se encontraba en el Führerbunker en Berlín. Firmó
el testamento político de Hitler y fue testigo del enlace entre el Führer y Eva
Braun, nombrándolo éste “el miembro más leal del partido”. Dado que no hubo
pruebas de su fallecimiento estuvo en busca y captura por los aliados durante
unos años hasta que se le dio por muerto. Según la delación de algunos
colaboradores, en 1946 procedente de Roma y oculto bajo el manto protector de
la Iglesia pasó por Alicante para poco después marchar a Sudamérica,
probablemente Bolivia.
Bremer, Gerhard. (25/VII/1917 Düsterntal,
Alemania - 29/X/1989 en Alicante, España) Era natural de Düsternthal (Alemania)
En 1936, con 19 años, ingresa en el ejército alemán. Su formación militar la
hace en la Escuela oficial de las Waffen S.S. y en 1938 ya está en la
Leibstandarte SS Adolf Hitler tomando el mando de la 10ª Compañía. Formó parte
en la Invasión de Polonia, obteniendo la Medalla de Hierro de 1ª y 2ª clase. Interviene
en la entrada en Francia desde los Países Bajos y unos meses más tarde
participa en la invasión de los Balcanes, siendo ascendido a Teniente y
otorgándosele el mando de un Batallón motorizado de reconocimiento. Al poco
tiempo, participa en la Operación Barbarroja, que supuso la llegada del
ejército alemán a territorio soviético, donde es condecorado con la Cruz de Caballero.
En 1943, está al mando del Tercer Batallón del 26 Regimiento de Granaderos
Panzer y al siguiente año, es nombrado comandante de la 12ª División Panzer
Batallón de Reconocimiento, en Bélgica. En junio de 1944 durante la invasión de
Normandía donde se gana las Hojas de Roble, muy valoradas por los mandos
militares. Sus siguientes misiones, fueron “La Batalla de las Ardenas” contra
flancos Americanos y Británicos y la “Operación despertar de Primavera” contra
flancos soviéticos. Eran los últimos coletazos de un ejército alemán
prácticamente derrotado. Es hecho prisionero en Francia y encarcelado. Lo que
más pesó en su encarcelamiento, fueron las sospechas más que fundadas sobre que
su compañía ejecutó a varios soldados canadienses que había hecho prisioneros
en Normandía.
Fue puesto en libertad en julio de 1948, y emigró en 1954 con su esposa Almut a Denia, España, gracias a la intercesión de Johannes Bernhard con las autoridades españolas, y que más adelante se detalla información sobre este sujeto. En Denia, Gerhard Bremer encajó perfectamente. Era un hombre de atractivo físico y encanto personal, que rápidamente se integró en la localidad y supo rehacer su vida al lado de Almut su bella esposa. Viendo el potencial turístico del lugar y sabiendo que sus contactos podrían surtirlo de clientela, creó un establecimiento hotelero con distintos apartamentos, en una parcela que lindaba con el mar, Los Bremers Park-Bungalows que sirvieron de lugar de encuentro tanto para alemanes (de pasado nazi o no) que ya estaban viviendo en el lugar, como para lo que vendrían después, a quedarse temporal o definitivamente. Su vivienda la estableció en uno de los pisos del edificio Mare Nostrum situado en la zona de las Rotas y allí estuvo hasta su muerte en 1989 a la edad de 72 años. Está enterrado junto a su esposa en el cementerio de la localidad, en un nicho situado a la izquierda de la entrada.
Fue puesto en libertad en julio de 1948, y emigró en 1954 con su esposa Almut a Denia, España, gracias a la intercesión de Johannes Bernhard con las autoridades españolas, y que más adelante se detalla información sobre este sujeto. En Denia, Gerhard Bremer encajó perfectamente. Era un hombre de atractivo físico y encanto personal, que rápidamente se integró en la localidad y supo rehacer su vida al lado de Almut su bella esposa. Viendo el potencial turístico del lugar y sabiendo que sus contactos podrían surtirlo de clientela, creó un establecimiento hotelero con distintos apartamentos, en una parcela que lindaba con el mar, Los Bremers Park-Bungalows que sirvieron de lugar de encuentro tanto para alemanes (de pasado nazi o no) que ya estaban viviendo en el lugar, como para lo que vendrían después, a quedarse temporal o definitivamente. Su vivienda la estableció en uno de los pisos del edificio Mare Nostrum situado en la zona de las Rotas y allí estuvo hasta su muerte en 1989 a la edad de 72 años. Está enterrado junto a su esposa en el cementerio de la localidad, en un nicho situado a la izquierda de la entrada.
Degrelle, León. (Bouillon,
Bélgica; 15/VI/1906 – Málaga, España; 31/III/1994). León Degrelle llegó a
general de la Waffen SS y líder del movimiento nazi en Bélgica durante la
Guerra. En su hoja de servicios se le atribuyen 70 encuentros cuerpo a cuerpos
victoriosos. Degrelle se convirtió en uno de los generales más jóvenes del
Tercer Reich. Su llegada a España se produjo en 1945, escapando de la condena a
muerte dictada contra él en Bélgica. El general SS se estrelló con su avioneta
en la playa de La Concha (en San Sebastián), siendo inmediatamente acogido por
el Gobierno franquista. En la época de Franco, Blas Piñar reconoció que
el Gobierno protegió explícitamente a Degrelle: “Autoricé la escritura de
adopción -confiesa el líder de Fuerza Nueva- en virtud de la cual pasaba a ser León
Degrelle, hijo adoptivo de una señora andaluza y por consiguiente cambió de
apellidos”. La nueva identidad que el Gobierno franquista obsequió al general
nazi fue la de León José de Rodríguez Reina, y bajo esta identidad vivió en
Marbella (Málaga) hasta su muerte el 31 de marzo de 1994. León Joseph Marie
Ignace Degrelle, nació en Bélgica en el seno de una familia de creencias
católicas. Esta religión marcaría el resto de su vida. Se formó en leyes y
letras y viajo por África, Asía, Europa y Sudamérica. En Méjico, realizó
labores de corresponsal durante el conflicto que entre 1926 a 1929 mantuvo el
gobierno de Plutarco Elías Calles contra una parte de la población, a la postre
denominadas Cristeros, que no estaban de acuerdo con las medidas principalmente
económicas que tomó el gobierno contra el clero. De los Cristeros, asimiló el
emblemático grito de “Viva Cristo Rey”. Al regresar a Bélgica, explota su inquietud intelectual y política
fundando la Editorial Christus Rex y el Partido Rexista, poniendo en el centro
de sus críticas a la banca en poder de los judíos. A base de populismo y gran
oratoria, en 1936 consigue que su partido entre por la puerta grande en el
Parlamento Belga, con un elevado número de escaños. Cuando estalla la segunda
gran guerra Degrelle es apresado y recluido en prisión debido a sus nada
disimuladas tendencias fascistas. Posteriormente es liberado por los alemanes y
en respuesta al agravio de su propio país, crea la Legión Wallonia, que pondrá
al lado de los alemanes, convirtiéndose en la 28ª, División de las Waffen-SS,
con la que recibirá múltiples condecoraciones y el rango de General. Cuando la
guerra está perdida, León Degrelle, huye desde Noruega hasta España y es en la
playa de San Sebastián, donde se ve forzado a tomar tierra ante la falta de
combustible. Entonces, recurre a sus contactos en el ejército franquista y la
Falange y pide asilo político, mientras permanece hospitalizado durante largo
tiempo para curar las heridas producidas en el accidentado aterrizaje. El
gobierno de Franco le amparó. Nunca atendió a las peticiones de extradición que
recibía de su Bélgica natal, y resto de países aliados y para esconderlo aún
más se le creó primero la identidad de León José Ramírez Reina y posteriormente
la del excombatiente Juan Sanchís. Pasa un tiempo
escondido en Madrid y luego en Torremolinos. Pero siempre con la inquietud de ser
deportado, a pesar de su amistad con Serrano Suñer y por ende la Falange
o secuestrado por espías extranjeros para ser llevado a Bélgica donde había
sido juzgado “in absentia” y condenado a muerte. Aparece en escena José
Antonio Girón de Velasco, militar franquista, por entonces Ministro de
Trabajo, quien le consigue una cómoda estancia en un cortijo de la sierra norte
sevillana, cercano a la localidad de Constantina. Allí se acomoda, se siente
seguro, no en vano, siempre cuenta con la Guardia Civil en permanente
vigilancia allí donde se hospede. Compra un terrero sobre un cerro denominado
Viña Carlina y se construye una singular edificación, absolutamente ostentosa. Así,
León Degrelle, pasa de ser D. Juan Sanchís para los lugareños a Don Juan de la
Carlina. Es adoptado por una vecina, dándole al fin identidad jurídica real,
convirtiéndose en vecino insigne que no esconde su ideal político en reuniones
o conferencias, viéndosele en días señalados como la boda de su hija,
uniformado de gala con todos sus méritos nazis colgados del pecho. Años
después, deja La edificación de la Carlina, (hoy en día, irónicamente
convertida en un singular convento de la Orden de las Jerónimas) y se instala
definitivamente en la Costa Malagueña, donde residían otros “alten kameraden”
tales como Herbert Schaefer, Wolfgang Jugler, Theodor
Soucek o Friedrik Jensen. Aquí, vuelve a cobrar protagonismo
“presencial”, porque el editorial ya lo tenía debido a múltiples publicaciones
tanto en libros como en revistas. Su figura despega. Vuelve el urbanita, que
fue en sus años de juventud y se convierte en un referente de la extrema
derecha española y europea: al ser uno de los más representativos y “ruidosos”
personajes nazis que siempre se mantuvo fiel a sus ideales. Blas Piñar o Jean
Marie Le Pen, fueron parte de su clientela. También lo fue Mariano
Sánchez Covisa, fundador del Movimiento Guerrillero Cristo Rey, ¡qué
casualidad!, la misma nomenclatura del Partido Rexista fundado muchos años
atrás en Bélgica por Degrelle. Los Guerrilleros de Cristo Rey, se crearon en
1968. Fue un grupo de simbología ultracatólica y de triste recuerdo patrio, por
varios asesinatos en su haber. Ningún ideal justifica una muerte. Ninguno. En
1994 Degrell fallece a los 87 años, en Málaga. Dicen, que sus cenizas fueron
esparcidas en uno de los santuarios del nazismo, Berchtesgaden,
lugar de recreo de Hitler. Puede ser, no en vano, él había dicho: Fui, soy y
seré, fiel devoto de Hitler hasta el fin de mis días… Digo yo, que incluso
sigue siéndolo después de sus días, pues por ahí queda toda su
"apasionada" literatura, salvo que los bomberos de Fahrenheit 451
decidan actuar.
Fuldner, Carlos Horst Alberto. Carlos Horst
Alberto Fuldner nació en Capital Federal (Buenos Aires) el 16 de diciembre de
1910. En 1922 se trasladó con su familia a Alemania y se asentaron en Kassel. Durante
la época de la República de Weimar, las filas de los Stahlhelm, una agrupación
o milicia de derechas. En 1932 ingresó a las SS y al partido nazi y se integró
a las SS y el NSDAP. En 1935, al presentársele cargos relacionados con fraudes
económicos, intentó regresar a Argentina, sin embargo, fue interceptado y
entregado a la Gestapo en Bremerhaven. Aquello le valió la expulsión de las SS.
Combatió en la División Azul de Franco en el Frente Ruso como intérprete. Al
regresar el cuerpo de voluntarios españoles en 1943, entre 1944-1945, se
integró en la SD de Himmler con el grado de SS Haupsturmmfuhrer, y fue destinado
a España. Formó parte del conglomerado empresarial Nacionalsocialista SOFINDUS en
España. Al terminar la guerra regresa a Argentina. Desde 1947 presta servicios
en la División Informaciones de la Casa Rosada, la Dirección de Migraciones y
la Secretaría de Aeronáutica. Organiza el ingreso clandestino de nazis a la
Argentina bajo instrucciones que recibía personalmente de Juan Domingo Perón. Fundó
la empresa CAPRI que sirvió de bolsa de trabajo a antiguos integrantes de las
SS y otros Nacionalsocialistas, empleando entre otros a Adolf Eichmann, Wilhelm
Mohnke y Augusto Siebrechten, en empresas tales como el Fuldner Bank,
vinculada al peronismo. Más tarde volvió a Europa a fin de ayudar a partir a la
Argentina a los colaboradores del profesor apellidado Tank, permaneciendo en
aquel lugar por espacio de un año aproximadamente, enviándole fondos la Secretaría
de Aeronáutica y la División de Informaciones de la Presidencia de la Nación,
creyéndose que logró cumplir su propósito, ingresando también al país con su
mediación muchas personas que no eran colaboradores del mencionado profesor. Murió
en España en 1992.
Galler, Anton. (Lilienfeld,
(Austria)- 1995, Denia, (Alicante)) Nació en Lilienfeld, (Austria). Su familia,
fue como tantas otras, de humilde procedencia y eso hizo que siendo muy joven
tuviera que emplearse en una panadería para contribuir al ingreso familiar.
Pronto ve que en la política está su salvaguarda y entra en formaciones
austriacas de derechas con marcado carácter pro-alemán. Cuando estás empiezan a
preocupar el gobierno del país, Galler marcha a Alemania, donde se alista en el
ejército, pasando por la academia militar Braunschweig para llegar en 1937 al
grado de teniente, teniendo como primeras órdenes militares, la de “limpiar” de
judíos y grupos de insurgentes los territorios conquistados. A finales de 1943
fue asignado a la 16ª División Panzergrenadier SS con el rango de capitán y al
año siguiente llega a Comandante del Batallón 35 del 16th SS Panzergrenadier
Division Reichsführer-SS, el 12 de agosto de 1944 en la pequeña localidad
italiana de Santa Ana de Stazzema, en plenos Alpes Apuanos, se división cercó
la población y congregó a sus más de quinientos habitantes incluidos mujeres y
niños en la plaza, para posteriormente ametrallarlos y quemarlos con gasolina. Al
término del conflicto bélico, Antón Galler es detenido por los aliados pero
incompresiblemente no fue sometido a ningún proceso penal. Para cuando la
justicia advierte el error, Galler ya había huido a España ayudado como tantos
otros por la organización Odessa. Se afincó en el número 45 de la calle Partida
Florida de Denia (Alicante). Murió en 1995 a los 80 años. Su tumba se localiza
en la zona más nueva del cementerio de Denia, en la planta baja, en un nicho de
los de arriba numerado con el 12. Su mujer murió en 1998.
Hafner, Paul María. (1923 Tirol,
Italia- 2010-Madrid) Provenía de una familia del Tirol italiano próximo a
Austria. Siempre mantuvo pasaporte italiano. Se alistó voluntario como tantos
en las Waffen Schutzstaffel el 17 de febrero de 1941. Luchó en distintos
frentes de guerra para pasar a instructor de reclutas con el grado de teniente.
Estuvo en los campos de concentración de Dachau y Buchenwal, donde el, sin
embargo, dice que solo los visitó y que “no vio nada escandaloso”. Habría que
haberle preguntado, que entendía el por escandaloso. Hafner siempre negó el
Holocausto, diciendo que era producto de la inventiva alidada. Al acabar la
guerra, estuvo detenido, aunque por poco tiempo. Salió airoso de ese trance,
por ser militar de bajo rango y alegar órdenes recibidas. Se matriculó en la
Universidad de Innsbruck (Austria) donde obtuvo la licenciatura de económicas y
tras un periplo en una empresa en Milán, decide afincarse en España en 1953. Hafner
fijó su residencia al norte de Madrid con su esposa y allí anduvo bien
relacionado con otros congéneres como Joachim Heyroth, ex piloto de la
aviación Cóndor que también vivía por sus alrededores. Y veraneaba en Marbella
donde mantuvo contacto con militantes nazis como Gerd Honsik o el ex
miembro de la SS Leibstandarte "Adolf Hitler", Wolfgang Jugler. Al
tiempo se separó y consoló su soledad visitando a compatriotas en una
residencia de la tercera edad y adscrito a organizaciones de conocido carácter
neonazi, sin renegar jamás de sus convicciones arias y antisemitismo. En 2007
se dejó filmar por el realizador austriaco Günter Schwaiger para una película
documental titulada "El paraíso de Hafner (2007)". En 2010 falleció
en Madrid y sus cenizas fueron esparcidas en el Valle del Adige, Italia, que lo
vio nacer.
Heim, Aribert. Más conocido como
el doctor Muerte, era uno de los más buscados del mundo. En 2005 la Fiscalía de
Baden-Baden descubrió envíos de dinero desde las cuentas de la familia de Heim
a Palafrugell, en la Costa Brava catalana. Tanto la Unidad de Delincuencia y
Crimen Organizado (Udyco) como los Mossos d’Esquadra se aplicaron en localizar
a este hombre que hoy cuenta 95 años y no pasaría desapercibido con su 1,94 de
altura. El siniestro "doctor Muerte" del campo de concentración de
Mauthausen, pudo haber estado en Marbella, en la lujosa urbanización Los
Belbederes, en el apartamento número 7 del Nordic Royal Club. Se trata del
domicilio de otro criminal de guerra nazi, el noruego Fredrik Jensen. La
policía recibió en Barcelona una pista. Uno de los sospechosos de haber dado
cobertura a Heim era nada menos que Jensen. Eso puso el foco de algunos de los
investigadores sobre el antiguo nazi noruego. De hecho, llegaron a pensar que Jensen
y Heim eran la misma persona. Los responsables de la investigación aseguran que
durante su vigilancia de la casa de los Jensen, los anfitriones recibían
visitas frecuentes de un invitado de avanzada edad y muy elevada estatura, pero
no pudieron identificarlo como Aribert Heim. En la actualidad, tanto la policía
alemana como el Centro Wiesenthal consideran que Heim se esconde en Chile, en
las propiedades de su hija Waltraud Bösser en la zona de Puerto
Montt. Se le atribuyen no menos de 500 asesinatos en el campo de concentración
de Mauthausen, en Austria, la mayoría cometidos por su propia mano,
experimentando con pacientes vivos, durante las escasas cinco semanas que
estuvo destinado como médico del campo. Hasta el 60% de sus víctimas podrían
ser republicanos españoles, ya que en el momento en el que Heim estuvo en
Mauthausen, los españoles representaban ese porcentaje de la población reclusa
del campo.
Hoffmann, Hans. Intérprete de
Joachim von Ribbentrop, ministro de exteriores de Hitler. Acabó sus días en la
costa malagueña convertido en un próspero promotor inmobiliario.
Jensen, Friedrik. (Suecia (¿?)-
2011 Suecia) Cuando Alemania invade Noruega se declara ferviente admirador de
las ideas Nacional Socialistas y se alista en la Waffen-SS donde estuvo en
distintas unidades con progresivos ascensos, hasta el punto de ser el único
militar no germánico con la condecoración de la Cruz de Oro, que concedía Hitler
personalmente, convirtiéndose en un auténtico héroe para los nazis,
especialmente por su condición de combatiente de primera línea siendo herido en
varias ocasiones. Terminada la guerra, pasó tiempo recibiendo cuidados en un
hospital de Viena y luego internado en prisión por las fuerzas americanas. Cuando
cumplió sus años de condena marcho a su Suecia natal donde emprende negocios, donde
hizo fortuna con una compañía de maquinaria industrial. Poco después decide
buscar mejor clima y más tranquilidad, por tanto es en España donde establece
su residencia. Aunque en 1994 a petición de la Interpol acusado de criminal de
Guerra, es deportado a EE.UU, pero pronto es dejado libre, entendiendo que ya
estuvo detenido y pagó con prisión su ideología y desmanes. Entre otras
cuestiones se le acusó de connivencia en la deportación a la Alemania nazi de
casi un millar de judíos. En Marbella, vivió primero en una gran casa y
posteriormente cuando su esposa enfermó, cambio su domicilio a una vivienda del
exclusivo Nordic Royal Club donde se hospedó hasta sus últimos años. En 2011 al
ver el final de sus días vuelve a Suecia y allí fallece ese mismo año.
Joustra, Hauke Bert Pattist. (Utrech (Holanda)
- marzo 2011, Langreo) Hauke Bert Pattist Joustra, nació en Utrech (Holanda),
pero adoptó la nacionalidad Alemana cuando se unió a su ejército coincidiendo
con la invasión de los Países Bajos por parte de la Alemania nazi. Se alista en
las Waffen-SS, y tras su formación militar en academias alemanas, es destinado
a Holanda, concretamente al grupo policial "Los Tulipanes Negros"
llegando a comandar la instrucción de reclutas. El objetivo de esta compañía
fue amedrentar, humillar, denunciar y/o detener a todo aquel que fuera judío o
simpatizante. Detenido tras la rendición alemana, huyó del campo de reclusión
en noviembre de 1946, meses antes del proceso judicial que le condenó a cadena
perpetua por sus actos. Tras un periplo de varios años por distintos países,
llegó a España en 1956 cruzando los pirineos en moto y con documentación falsa.
En principio es detenido e ingresado en la prisión de Nanclares de Oca, pero
puesto en libertad al cabo de seis meses cuando sus compañeros ya “hospedados”
en el estado español movieron los hilos necesarios dentro del gobierno. Fijo su
residencia en Ribadesella, para luego mudarse a Oviedo donde contrajo
matrimonio y dirigió una escuela de idiomas. Hizo traducciones para la prensa y
obtuvo el puesto de Traductor Jurado del Ministerio de Asuntos Exteriores para
Asturias. En 1966 se le dio la nacionalidad española, lo que le permitió eludir
las solicitudes de extradición de las autoridades holandesas. Sus vecinos le
recuerdan como simpático personaje, alto, campechano, agudo y bromista que se
reía de sus propios chistes y movía mucho las manos al hablar, le gustaban las
tertulias y escanciaba la sidra como un asturiano más. Murió en el hospital
Valle del Nalón de Langreo en marzo de 2001 a los 80 años de edad.
Jugler, Wolfgang. (7/III/1922 -
1/X/2011) Wolfgang Jugler fue comandante de la Compañía Leibstandarte SS, Jefe de
la escolta personal de Adolf Hitler. Austriaco de nacimiento, como tantos otros
nazis, como el propio Führer, se dejó embaucar por las ideas del Nacional
Socialismo Apenas adolescente, se afilia a la HitlerJugend, (Juventudes
Hiltlerianas) incluso cuando la pertenencia a esta asociación estaba penada en
Austria. Una vez instruido se reincorpora al ejército alemán, y llega a
comandar la 1ª División Leibstandarte SS, LA escolta de Adolf Hitler. Al
término de la gran guerra es hecho prisionero por las fuerzas aliadas en un
campo de concentración, de donde consigue escapar hacia España. Vivió en el
edificio Lindasol de Marbella, hasta su muerte, en un piso adornado con toda la
simbología nazi que le permitía la intimidad del hogar. Se le vio con
frecuencia en compañía de otros vecinos de su mismo idioma e ideología. En 2011
falleció en Marbella a la edad de 83 años.
Luburić, Wjekoslav (Humac, Ljubuški,
20/VI/1913 – Carcagente, Valencia, 20/IV/1969) En 1931 se adhirió al movimiento
Ustashi, participando en diversas acciones contra el estado Yugoslavo. Debido a
ello, debió emigrar a Hungría en 1932 y se instaló en el campo de Jankapuszta,
cerca de Budapest, donde se convirtió en jefe del economato del campo. En abril
de 1941, después de la Invasión alemana de Yugoslavia, regresó a Croacia bajo
control nazi. Durante la formación del Estado Independiente de Croacia (NDH), al
principio de la Segunda Guerra Mundial, ascendió a general y se le encargó la
región del Drina, lo que le valió el apodo de General Drinjanin (General del
Drina). A partir de la instauración de los campos de exterminio por parte del
estado croata pronazi, fue nombrado comandante principal de los mismos, y en
una ceremonia celebrada el 9 de octubre de 1942, se congratuló por la gran
“eficacia” del centro de asesinato de Jasenovac. Durante el banquete que
siguió, indicó con orgullo: “Hemos asesinado aquí en Jasenovac a más gente que
el Imperio otomano durante su larga estancia en Europa”. Luburić se entrenó en
Auschwitz y visitó otros campos de concentración alemanes para aprender los
métodos de exterminio y aplicarlos en Jasenovac. Sin embargo, el modelo en que
se basó para la construcción de Jasenovac fue el campo de concentración de
Sachsenhausen. Se considera que entre 100.000 y 600.000 personas encontraron la
muerte en Jasenovac. Algunos observadores nazis lo calificaron, en varios
informes oficiales, de “sádico extremo” y de “enfermo mental”. Al final de la
guerra, con la derrota del Estado Independiente de Croacia, Luburić dirigió
brevemente una formación paramilitar llamada Los Cruzados (Križari). Sin
embargo, no consiguió su objetivo de restablecer el régimen croata afín al
nazismo en contra de la Yugoslavia de Tito. Al final de la Segunda Guerra
Mundial, pasó ilegalmente a Hungría, luego a Austria y más tarde a Francia.
Posteriormente se instaló en España, donde vivió en el municipio de Carcagente
(Valencia) protegido por el régimen franquista, que le facilitó un nombre
falso: Vicente Pérez García. Se casó con una española, con la que tuvo
cuatro hijos, aunque en 1957 se separó de ella. Participó en actividades de las
organizaciones de emigrantes croatas en España, Suecia, Alemania occidental y
Canadá. Alejado del movimiento Ustasha en la segunda mitad de los años cincuenta,
fundó la Hermandad de Los amigos del Drina, y posteriormente una organización
llamada Resistencia nacional croata. En España dirigió una imprenta encargada
de difundir propaganda de estos movimientos, con el apoyo del franquismo. Fue
asesinado en su casa de Carcagente el 20 de abril de 1969 por Ilija Stanic, un
agente de los servicios secretos yugoslavos (UDBA) que se había infiltrado como
empleado de su imprenta. Nunca le detuvieron y la Yugoslavia de Tito le recibió
como héroe nacional.
Remer, Otto. (1912,
Neubrandenburg,Alemania - 1997,Elviria, Málaga). Nace en la ciudad alemana de Neubrandenburg.
Con 20 años se Alista en el Ejército Alemán. Tras 10 años es Comandante al
Frente de un Batallón de semiorugas. Posteriormente comanda el I Batallón del Regimiento
de Panzergrenadier donde demuestra sus grandes dotes de mando en distintas
acciones bélicas, obteniendo en 1943 la Cruz de Caballero y las Hojas de Roble.
En Marzo de 1944 es promovido a comandante de la Unidad de elite, el Wachbattalion
de la Großdeutschland, una unidad que llevaba a cabo tareas de seguridad y defensa
en Berlín. El 20 de julio del 1944, Hitler es víctima de un atentado con bomba
del que sale prácticamente ileso. Tras el atentado, los mandos golpistas,
ordenan a Remer (este no sabía que tales superiores habían planeado el golpe)
apresar al Ministro de Propaganda Dr. Goebbles ocupando el Ministerio, para así
descabezar una parte importante del partido. Sin embargo, Goebbles lo pone en
contacto telefónico con Hitler que levemente herido, pero enérgico, le ordena
descubrir y poner bajo arresto a todos los conspiradores ascendiendo a Remer en
ese momento al grado de Coronel. En los días posteriores, se sucedieron,
suicidios y ejecuciones de todos los implicados. Remer estrena su nuevo grado
con la unidad de elite, Brigada Fuhrer Blegeit y en enero de 1945, es promovido
a General cuando la división es reorganizada en la estructura del Cuerpo Panzer
Grossdeutschland. En estos nuevos destinos, no obtuvo éxito militar alguno,
debido indudablemente a la entrada aliada en la guerra, con la consiguiente
carencia de elementos materiales y la falta de motivación en el ejército
alemán. Es hecho prisionero de guerra por los americanos en ese mismo año y así
permanece hasta 1947. Al salir de prisión funda en Alemania un partido
político, el Sozialistische Reichspartei (SRP), que terminó siendo prohibido.
Marcha a Siria y Egipto, y luego de volver nuevamente a Alemania donde su
negacionismo del Holocausto le hizo ser condenado a prisión. Huye a España, y
fija su residencia en Elviria, una localidad cercana a Marbella, hasta que
fallece en 1997. Sus cenizas marcharon de la mano de su segunda esposa Anneliese
hacia su tierra natal.
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Ante Pavelic, criminal nazi de orgen croata |
Pavelić, Ante (Bradina,
Herzegovina, 14/VII/1889- Madrid, España 28/XII/1959) Líder del Partido Puro
por los Derechos, cuyos miembros eran también conocidos como frankovci, que
defendía la independencia de una «Gran Croacia». En 1918 fue elegido secretario
del partido. En el verano de 1927 comenzaron sus contactos con Italia sobre el
problema croata, presentando una memoria al Ministerio de Exteriores de Roma,
en la que planteaba la formación de un Estado croata independiente con ayuda
italiana. Mussolini, dictador fascista italiano, fue fundamental en la
formación y mantenimiento de la nueva organización ustacha de Pavelić, al que
acogió y financió pero también controló y utilizó para sus propios intereses
durante la década de 1930. Se crearon campos de entrenamiento para los ustacha
en Brescia y Borgotaro (en Italia) y Janka Puszta (en Hungría). En 1933
llevaron una intentona armada en la que el Ustaše, armado por los italianos,
trató de desembarcar en Croacia cruzando el Mar Adriático en barcazas. Este
plan fracasó, pero el grupo concibió la idea de asesinar al rey Alejandro, en
Marsella el 9 de octubre de 1934 junto con el ministro de Asuntos Exteriores
francés Louis Barthou. Ante el escándalo internacional, Pavelić y sus hombres
fueron arrestados en Turín justo un par de semanas después del asesinato del
rey. Se le encerró en Turín desde octubre de 1934 hasta marzo de 1936, cuando
se le liberó, mientras sus seguidores quedaban internados en las islas de Lipari.
A comienzos de 1939, Mussolini volvió a sopesar la idea de reactivar a los
ustachas, reuniéndose con Pavelić en enero de 1940 y de nuevo en mayo. La
oposición alemana a los planes italianos contra Yugoslavia frustraron la
reunión de los ustachas hasta abril de 1941. Tras la decisión alemana de atacar
Yugoslavia después del golpe de Estado del 27 de marzo de 1941, Pavelić volvió
a reunirse con Mussolini y a confirmar su disposición a ceder parte de Dalmacia
a Italia a cambio de su apoyo para tomar el poder en una Croacia independiente,
cesión que ocultó a sus partidarios, opuestos a estas. El 6 de abril de 1941,
fuerzas de la Wehrmacht y otros países aliados invadieron Yugoslavia. Entonces
regresó junto con unos trescientos de sus partidarios junto a las tropas
italianas que invadían el país; cruzó la frontera desde Trieste junto con sus
seguidores venidos de Pistoia el 13 de abril. Otros trescientos ustachas
volvieron a Croacia junto con los demás ejércitos invasores. Su única
aportación destacada a la campaña del Eje fue la rendición de dos regimientos
yugoslavos (unos 8.000 hombres) que entregaron las armas sin combatir. El 10 de
abril, se proclamó el nuevo Estado Independiente de Croacia, dirigido por
Pavelić y controlado de facto por Alemania e Italia, cuyas instituciones
reprodujo. Se reservó también el de ministro de Exteriores del nuevo país en el
nuevo Gobierno. El 17 de abril declaró la guerra a Gran Bretaña e hizo más
tarde lo mismo con los Estados Unidos y la Unión Soviética. En mayo viajó a Italia
para firmar los Tratados de Roma, que establecieron las relaciones formales
entre los dos Estados y sellaron la cesión de parte de Dalmacia a Italia. Pavelić
estableció pronto un «nuevo orden», basado en el culto a la nación, al Estado y
a su caudillo, él mismo. El nuevo Estado era totalitario. Pavelić controlaba
las principales decisiones del país, era reacio a convocar al gabinete y
prefería decidir sus acciones mediante reuniones privadas con los interesados.
Para los temas de importancia secundaria no dejaba de dar directrices sobre el
rumbo a seguir, manteniendo siempre un gran control sobre la política nacional.
Pavelić fomentó el culto a su persona, presentándose como el «revitalizador de
Croacia» y dando la impresión de que la independencia se debía exclusivamente a
su intenso trabajo y sacrificio. Su título, poglavnik, era un neologismo
proveniente de poglavnar, el jefe de clan, en croata, figura tradicional en la
cultura campesina, que representaba a una figura de autoridad y rigidez, reacia
a los compromisos. El nuevo juramento de fidelidad al nuevo Estado, obligatorio
para todos los funcionarios del país, incluía a Pavelić como representante de
la soberanía nacional. Su figura crecía además por el anonimato forzado de la
mayoría de los demás dirigentes croatas. Personalmente, Pavelić contaba con una
capacidad de atracción, tanto para sus subordinados como para las masas, que
utilizó con gran éxito los primeros meses en el poder. En la propaganda, como
un ser dedicado en cuerpo y alma a Croacia, sacrificándolo todo por su país.
Como en otros casos, incluso los críticos de las acciones del nuevo régimen
exculpaban a Pavelić de toda responsabilidad, creyéndole ignorante de las
acciones que sancionaban. Dado al cultivo de sus subordinados, era también un
hombre lejano y con tendencia a eliminar a cualquiera que pudiese hacerle
sombra, que no toleraba a aquellos dotados de gran inteligencia o personalidad.
La dictadura de Pavelić persiguió a judíos, serbios, gitanos y a la oposición
croata (sobre todo comunista). Después de haber promulgado leyes antisemitas,
abrió campos de concentración y de exterminio como el campo de exterminio de
Jasenovac, donde fueron asesinadas alrededor de 600.000 personas. Mientras que
las medidas contra judíos y gitanos fueron fomentadas por los alemanes, estos
no respaldaron los ataques contra la minoría serbia, que favorecían el
crecimiento de las fuerzas partisanas. La mayor parte de las atrocidades del
régimen las cometieron los antiguos exiliados junto a Pavelić, a menudo de
origen humilde, de regiones pobres y de población mezclada con otras
comunidades, que habían regresado al país llenos de odio y sedientos de venganza.
Las tropelías de los ustacha superaron en brutalidad incluso las de los nazis. A
diferencia de la gran propaganda antisemita, el régimen no desarrolló una
actitud hostil hacia los musulmanes, a los que trató de ganarse para su causa y
a los que consideró parte de la nación croata. Pavelić siempre se dirigía a sus
tropas calificándolas como católicas y musulmanas y recordaba a menudo sus
primeros años de escuela, donde todos sus compañeros eran musulmanes. El
Ejército del Estado Independiente de Croacia combatió, junto a las fuerzas del
Eje, a la resistencia de Tito (partisanos comunistas) y a los chetniks (nacionalistas
serbios). En el verano de 1944, ante el empeoramiento creciente de la
situación, dos de los ministros de Pavelić se confabularon para retirarle del
poder y establecer contactos con los Aliados y evitar la caída del país en
manos de los partisanos comunistas. Con el respaldo alemán y de los ustacha más
radicales, Pavelić sofocó la intentona y ejecutó a los cabecillas. Su régimen
permaneció fiel a los alemanes hasta su derrota final. El 6 de mayo de 1945,
huyó de Zagreb a Austria, donde permaneció algunos meses antes de huir a Roma,
donde la Iglesia Católica lo ocultó a pesar de su condición de criminal de
guerra. Detenido brevemente por los británicos en Austria, fue liberado. El
centro de ayuda a los exiliados ustachas en Italia fue el Colegio de San
Girolamo degli Illirici, dirigido por croatas. Llegó a la capital italiana en
1946, disfrazado de monje y con pasaporte español. Durante ese año y el
siguiente, residió en el Colegio de San Girolamo y en otros lugares de la
ciudad. Los servicios secretos estadounidenses sabían que residía en Roma pero
no estaban interesados en la detención de ningún anticomunista de zonas del
este de Europa, debido a la creciente tensión con el bloque soviético. Tras
sopesar su arresto, la posible pérdida de las simpatías de los emigrados
ustachas hizo que las autoridades militares desistiesen de arrestarlo. Seis
meses más adelante, en noviembre de 1948, huyó a Argentina, en el vapor
italiano Sestriere. Al llegar allí, hizo de consejero de seguridad del varias
veces presidente Juan Domingo Perón. Perón dio más de 34000 visados a croatas
que huyeron del gobierno de Josip Broz Tito. En abril de 1957, el Gobierno
yugoslavo intentó en dos ocasiones asesinarlo por medio de los servicios
secretos yugoslavos. Pavelić fue forzado posteriormente a huir de Argentina
para evitar la detención y la extradición y encontró refugio en España, España.
Murió en un hospital alemán en Madrid el 28 de diciembre de 1959. Está
enterrado en el cementerio madrileño de San Isidro.
Skorzeny, Otto. (Viena,
12/VI/1908 – Madrid, 7/VII/1975) Otto Skorzeny, ex coronel de las SS, el hombre
que en 1943 liberó a Mussolini en el Gran Sasso, también vivió en Denia antes
de residir en Madrid. Nacido en Austria en una familia de ascendencia polaca,
simpatiza con el nazismo y al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939, se
ofrece como piloto a la Luftwaffe, pero es rechazado por tener 30 años. Como
mide 1’90 le proponen para las Waffen SS dentro de la guardia personal de Hitler.
Participó en las campañas de Francia, Holanda y los Balcanes, para ser
posteriormente destinado a los Servicios de Inteligencia y al entrenamiento de
comandos. Hitler lo selecciona para participar en el rescate de Mussolini, que
había sido depuesto en Italia y encerrado en un lugar desconocido. Cuando la
derrota alemana era inevitable comenzó a entrenar una red de fuerzas de
resistencia en caso de ocupación, los Werwölfe, pero en vista de que no
disponía de equipo ni hombres suficientes desvió los efectivos para organizar
la huida de nazis hacia España y Argentina. Tenía dos peculiaridades físicas
inconfundibles, su altura de más 1’90 y una cicatriz en la cara, por la que
llegó a ser llamado “caracortada”, producto de uno de los muchos duelos de
esgrima en sus años de universitario en Austria. Acabada la carrera de
ingeniero, se alistó al comienzo de la segunda guerra mundial en las Waffen SS.
Interviniendo en las campañas de Francia, Holanda, o Rusia siendo condecorado
con la Cruz de Hierro y nombrado capitán Jefe de comandos de una unidad de
operaciones especiales denominada, Los Friedenthaler. La operación que dio más
fama a este grupo fue la denominada Roble (Eiche), al liberar al Duce, Benito
Mussolini, del arresto al que fue sometido por el gobierno pro aliado de Badoglio
en una zona de los Apeninos. Por esta audaz acción, Skorzeny es ascendido a
comandante jefe de unidad asalto y una nueva medalla en su pecho la Cruz de
Caballero. Posteriores misiones, ordenadas desde el servicio de Inteligencia
alemán, realizadas contra el partisano croata Josif Broz Tito, y el regente de
Hungría Miklos Horthy o la ya famosa Operación Greif, infiltrando soldados
alemanes en las fuerzas aliadas, le consolidaron como uno de los hombres
fuertes del tercer Reich llegando al grado de Coronel. Perdida la guerra Skorzeny
aunque absuelto en los juicios de Núremberg, paso dos años ingresado en un
campo de desnazificación, hasta que huye a nuestro país ayudado por el
consulado español en Frankfurt. Aquí pasó el resto de sus días, aunque hubo
temporadas que anduvo por Bolivia o Argentina. Casi nadie discute hoy en día
que fue uno de los miembros más activos de ODESSA (organización de antiguos
miembros de las S.S.), una red creada con el fin de ayudar en su huida a ex
componentes de la SS desde
Alemania a
otros países donde estuviesen a salvo, siendo su destino más común distintos
estados sudamericanos y por supuesto España. También hay pruebas, que indican la
idea que Skorzeny expuso al Gobierno de Franco la idea de crear una legión
alemana que se denominaría Legión Carlos V, y estaría compuesta por todos los
nazis huidos tras la guerra, que responderían en favor del capitalismo ante una
posible invasión del bloque soviético. Aunque sus primeros años los pasó en la
capital de España, dedicado a dudosos asuntos de intermediación comercial, decidió,
aposentarse en Palma de Mallorca, aconsejado por un gobierno español que
intentaba esconder sus “favores fascistas”, para mostrar mejor cara al exterior
y porque en cualquier caso, nada podrían hacer si era detenido, al estar en
caza y captura en Europa. Se estableció por tanto en un punto sin concretar
entre Pollensa y Alcudia (baleares) donde un extranjero y sus actividades
“solidarias” para con sus acólitos podían pasar más desapercibidas, mezclado
entre paisanos residentes y turistas. Allí convirtió el mar en su gran pasión.
Unos dicen que por mala suerte y otros que por el servicio de inteligencia
israelí, fallece en accidente de tráfico en Madrid en 1975 a los 67 años de
edad. Sus cenizas marcharon a su Viena natal. Para la posteridad dejó dos
libros "Vivir peligrosamente" y "Luchamos y perdimos".
Von Freienfels, Fredericke. Pasó a ser el
doctor Luis Gurruchaga Iturria cuando se refugió en Chipióna (Cádiz). La
mayoría de los nazis refugiados escogieron Zahara de los Atunes (en Cádiz), sin
embargo, el doctor Gurruchaga escogió Chipióna. Era un genio de la medicina que
curaba a desahuciados y recomponía miembros afectados. Alcanzó una rápida
popularidad entre los lugareños por su enorme carisma y profesionalidad. Atlético
de complexión y fácil sonrisa, emanaba confianza y cordialidad. Nadie sentía
curiosidad por el pasado que Luis se cuidaba de camuflar cuando era el doctor F.
von Freienfels, distinguido miembro de las S.S., actuando en campos de
exterminio como Dachau, Mauthausen o Auschwitz, donde llevaban a cabo atroces
experimentos, sobre todo con prisioneros judíos y rusos. Entre sus barbaridades
más conocidas se contaba el gaseado de un tren repleto de judíos con destino a
un campo de exterminio. Luis tenía órdenes de conducir a los prisioneros a su
trágico final. Pero él optó por adelantar el inevitable Holocausto, a sabiendas
de lo que les esperaba al final del trayecto, así que confinó a los condenados
en los vagones repletos en los que ordenó insuflar el gas.
Van Aerschod, Paul. (Bélgica - 6/X/
octubre de 2011, San Sebastián, España) Hijo de una familia belga afincada en
Valonia se dejó deslumbrar por las ideas del partido Rexista de Leon Degrelle al
que se afilia con 18 años. Posteriormente, con la llegada del ejército alemán a
Bélgica, se adhiere a las Juventudes Hitlerianas, siendo su tarea en los años
de ocupación, la de reclutar mano de obra para los campos de trabajo de la
Alemania nazi. Era conocido como El Gran Rubio del Revólver dedicándose a
maltratar, aterrorizar y denunciar a todo aquel que se negara a ser reclutado.
Denunció a unos 2.500 chicos que se resistieron a ese voluntariado, 20 de los
cuales fueron ejecutados. Al poco de declararse el fin del conflicto había
huido a España, pasando un tiempo en el campo de extranjeros de Miranda de
Ebro. En 1946 fue juzgado en su país por colaboracionista, condenado a muerte y
desprovisto de la nacionalidad belga, en rebeldía al encontrase fuera de su
país. En España se casa y poco después, con la ayuda de la iglesia marchó a
Bolivia. En La Paz se hizo llamar Juan Pablo Simons, y regentó el
restaurante "El Corso". Allí se relacionó con otros nazis huidos a la
capital Boliviana. Allí vivió hasta que regresó a España en 1964. Le contrató
la Organización Internacional del Trabajo, como experto en turismo entre 1969 a
1976, con el nombre de Paul Jean Léon Simons de Aerschot y
nacionalidad boliviana. Trabajó en Chipre y Rumanía, y también en Afganistán y
la Alemania del Este para otra agencia de la ONU. El emparejamiento del nombre
Simons con el de una van Aerschodt en un acta notarial de 2006 levantó las
sospechas de veteranos de los servicios de información belgas dedicados en su
vejez a la caza de criminales de guerra huidos. Sus complicadas pesquisas
consiguieron que la policía belga le detuviera en 2008, en una visita en
Bélgica. Según sus declaraciones se reunió en Bolivia con el exjerarca nazi Martin
Bormann, que llevaba una plácida vida de sacerdote redentorista, o con Klaus
Barbie, El Carnicero de Lyón, luego condenado a cadena perpetua. Al
juez no le quedó más remedio que constatar que sus crímenes habían prescrito en
1976 y que, a falta de imprescriptibles crímenes contra la humanidad de los que
no estaba acusado, no había más remedio que ponerle en libertad. Antes de que
llegara la orden judicial de libertad, Simons-van Aerschodft volvió a escapar,
esta vez a Lille, para coger el tren que vía París le llevó a San Sebastián,
donde falleció. Dos esquelas publicadas en la prensa donostiarra en octubre de 2011
anunciaban el fallecimiento de Pablo Simons De Aerschot, con una fotografía en
la que se veía a un anciano sonriente. Sus nietos le despidieron en una de
ellas en euskera y francés. Como cualquier familia bien integrada, ofrecían
información sobre el velatorio y el funeral. Bajo esa aparente normalidad se
escondía la figura de un criminal de guerra que logró esquivar la condena a
muerte por colaborar con el régimen nazi.
En efecto, muchos de estos amigos
del terror, de esos del saludo romano (brazo en alto y al frente) nazis en
definitiva, la mayoría de alto rango, que nunca pudieron ser juzgados,
encontraron en España, la seguridad que les faltaba en sus países y la
utilizaron en algunos casos como estación de paso hacia otro destino, tales
como Walter
Kutschmann, Reihard Kopps, Gerhard Bohne, Reinhard Spitzy, Friedrich
Joseph Rauch, Martín Borman, Andre Van Den Bergue… que
partieron, generalmente con pasaporte español, desde Barcelona, Vigo, Coruña, o
Bilbao por citar algunas ciudades portuarias. Otros, sin embargo, la mayoría
negacionistas del Holocausto y muy cercanos a Hitler, vinieron a vivir bajo el
palio del nacional catolicismo, muy parecido a su nacional socialismo, una vez
que Alemania cayó derrotada en 1945. Todos en definitiva, pudieron vivir
plácidamente en la “piel de toro”, sin ser molestados, curiosamente, ni
siquiera años después, cuando cambiaron los colores del gobierno. El tiempo, su
único juez, se los fue llevando de forma implacable. Muchas han sido las
exequias realizadas en España con marchamo de esvástica y algunos los
cementerios patrios donde parte de la historia de la Cruz Gamada, “pernocta”
por siempre. Aribert Heim fue un médico nazi austríaco, también conocido
como “Doctor Muerte”, de las Schutzstaffel en el campo de concentración de
Mauthausen Gusen. Se le acusó de crímenes contra la humanidad al haber
utilizado el método de inyecciones directas de compuestos tóxicos en los
corazones de sus víctimas. Se ocultó en los distintos escondites que había
mantenido en la costa mediterránea española. La guarida del monstruo más
duradera, según los investigadores que le siguieron la pista, fue en la Costa
Brava, cerca de Roses, en la urbanización de Empuriabrava, donde una colonia de
jubilados alemanes, muchos con pasado nazi, le podría haber servido como
cobertura. La Policía sospechó en su momento que, al saberse localizado,
abandono la zona de Roses en yate para recalar en el área de Marbella (en
Málaga). Otro dos refugiados que vivieron durante años en Benalmádena (también
Málaga) como encubridores de Heim, fueron el alemán Herbert Schaefer, cuyo
pasado nazi trascendió después de que uno de los cuadros de su colección
expuesto en la Universidad de Yale fuera reclamado por un superviviente del
Holocausto, y el austríaco Theodor Soucek, que refundó de forma
clandestina el Partido Nazi en Austria y fue condenado a muerte por ayudar a
antiguos SS a huir a España y Latinoamérica en 1948.
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-DOCUMENTAL: "La España de
Franco también fue refugio de los oficiales nazis", RTVE http://www.rtve.es/alacarta/videos/reporteros-del-telediario/reporteros-del-telediario-espana-franco-tambien-fue-refugio-oficiales-nazis/754884/
-THE FACTUAL LIST OF NAZIS PROTECTED BY SPAIN, Eliha Meyer.
-Hay una interesante publicación de
500 páginas sobre individuos relacionados con el EJE residentes en España. http://es.scribd.com/doc/209029872/THE-FACTUAL-LIST-OF-NAZIS-PROTECTED-BY-SPAIN-doc
-LA GUERRA IGNORADA, por Eduardo
Martín de Pozuelo y Iñaki Ellakuría.
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