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Macrogranja de cerdos |
La UE tiene abierto un expediente a España por falta de control sobre los
restos de fertilizantes y desechos animales que se filtran hasta las masas de
agua subterránea. Más de un millar de puntos en 199 masas subterráneas estarían
afectados según el Ministerio de Transición Ecológica. Otro tanto ocurre con
las aguas superficiales…
Almendros, La Pueblanueva, Belinchón, Tordesillos, Retamoso
de la Jara, Riofrío de Llano, Gamonal, Torrejoncillo del Rey, Montealegre, Los
Cerralbos, Pozuelo, Priego, Malpica del Tajo, Cinco Villas, Villanueva de la
Jara, Luzón, Lucillos, Alcázar de San Juan, Daimiel, Puertollano… Todos estos
pueblos de Castilla La Mancha han vivido en los últimos tiempos la misma
amenaza: la instalación de una o varias explotaciones intensivas de más de
2.000 cerdos, conocidas popularmente como ‘macrogranjas’. La mayoría comparten
características como la despoblación y el envejecimiento, su emplazamiento en
espacios de alto valor ambiental o estar afectados por profundas crisis
económicas y de empleo. En todos ellos ha habido una respuesta firme de instituciones
y vecinos y se han frenado estos proyectos altamente contaminantes. La cuestión
es hasta cuando seguirán resistiendo.
Pero, ¿por qué crece tanto esta industria? Las causas
del crecimiento hay que buscarlas en China ya que en nuestro país está
estancado el consumo de carne de cerdo, y ello tiene que ver con el imparable
crecimiento de la clase media en el gigante asiático, que ya supera los 200
millones de habitantes, a la que hay que abastecer de carne y solo es posible
desde este tipo de instalaciones. Así lo confirma Tomás Recio, director de la
Asociación Regional de Ganaderos de Porcino (ArgaporCM), asegurando que “es un buen momento para invertir porque
está creciendo la exportación”. España es el tercer exportador mundial de
carne de cerdo, solo por detrás de Estados Unidos y China, y cuenta con una
cabaña porcina que supera los 50 millones de cabezas, 3 millones por encima de
la población española, según datos de la Oficina Europea de Estadística.
¿Por qué se eligen pueblos de nuestra región?
Lógicamente, para la localización de estas actividades que consumen cantidades
ingentes de recursos naturales y son altamente contaminantes se ha apostado por
la ‘España vaciada’, y, en esa España, Castilla La Mancha está en el centro de
la diana. Por el contrario, en el norte de Europa, las explotaciones porcinas
se están reduciendo notablemente como consecuencia de una legislación ambiental
cada vez más exigente. Diego Díaz, miembro de la Plataforma Stop Macrogranjas
CLM, afirmaba en una entrevista reciente que “Dinamarca y Alemania eran los
grandes productores europeos junto con España y que al tiempo que se reducía su
cabaña porcina iba aumentando en España, primero en Cataluña y Aragón y ahora
en Castilla La Mancha y Andalucía.
Las consecuencias para el medio ambiente no se han
hecho esperar. Un informe del Defensor del Pueblo de Cataluña señala que el 40%
de las aguas catalanas están contaminadas por nitratos, que proceden en gran
parte de los purines de estas instalaciones. A raíz de este informe, Cataluña
endureció su legislación y las macrogranjas tomaron dirección Sur. A ello
contribuyeron las cuantiosas subvenciones, hasta el 65% de la inversión,
concedidas por el gobierno castellanomanchego hasta que, en el año 2017, ante
las presiones de colectivos ecologistas y población local, la Consejería de
Agricultura limitó las ayudas a aquellas explotaciones que no superaran las
1000 cabezas de ganado.
Pero, volvamos a la contaminación causada por estas
instalaciones ganaderas. España tiene abierto un expediente sancionador de la
CE por no haber vigilado bien la contaminación por nitratos de los residuos
agrícolas y ganaderos, que han afectado ya al 46% de las masas de agua
subterráneas. Las causas directas son el uso de fertilizantes industriales y el
estiércol-purines de las macrogranjas.
Un informe del Instituto Geológico y Minero afirma que
“las prácticas agrarias son el factor
principal de alteración de la calidad de las aguas subterráneas y que la
contaminación por nitratos es el origen de la existencia de acuíferos
afectados”. Por su parte, fuentes del Ministerio de Agricultura estiman el
consumo anual de la agroindustria española en un millón de toneladas de
fertilizantes a base de nitrógeno y que la producción de estiércol de las
granjas ganaderas supera con creces los 80 millones de toneladas. Entre las más
contaminantes está la de Hellín (Albacete), perteneciente a CEFUSA (Grupo
Fuertes), cuya capacidad alcanza los 150.000 cerdos. Según Greenpeace, que se
coló en sus instalaciones, “con sus
balsas de purines se podrían llenar 120 piscinas olímpicas y es en sí misma una
gran fábrica de cambio climático”.
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Abonando la tierra con purines |
Ante la gravedad de la situación, el Ministerio de
Transición Ecológica prepara una orden para determinar las aguas subterráneas y
superficiales afectadas o en riesgo de ser contaminadas por nitratos de origen
agrario. Con ella, se espera que las comunidades autónomas determinen los
puntos de riesgo donde se originan los focos de contaminación de las masas de
agua y apliquen un plan de actuación para que el sector agrario reduzca el uso
de nitratos y el ganadero trate adecuadamente el estiércol.
Los nitratos son un grave problema para los acuíferos
porque su excedente se filtra hasta ellos y los contamina. En el caso de las
explotaciones intensivas de cerdos o vacas, los fluidos de sus desechos también
se filtran hasta las aguas subterráneas. Según fuentes del Instituto Geológico
y Minero de España (IGME), “dos terceras partes de estos desechos son líquidos
o semipastosos y consideramos que el gran volumen de estiércol líquido, sobre todo el de
porcino, generado en zonas de agricultura intensiva está dando problemas
importantes de contaminación por nitratos de las aguas subterránea”.
La contaminación afecta a todas las cuencas hidrográficas y es tan grave
que 199 de las 478 masas de agua subterráneas están afectadas, y, junto a
ellas, otras 199 masas superficiales como arroyos, tramos de ríos o lagunas. En
total, son más de mil los puntos donde las mediciones revelan que el acuífero
está afectado o en riesgo de estarlo a consecuencia de las filtraciones.
Fuentes oficiales del Ministerio de Transición Ecológica sitúan a la cuenca
del Guadiana con los peores datos, con el 75% de sus masas de agua en una situación
alarmante. Le siguen las del Duero, Tajo y Guadalquivir con más del 40% de sus
masas de agua afectadas. En las cuencas del Ebro y del Júcar, un tercio de sus
acuíferos tienen puntos de contaminación por nitratos.
Para cambiar la situación, el Ministerio está elaborando normas que
apuestan por abonar en el periodo en que la planta lo absorbe mejor y contar
con un plan de abonado con un registro que especifique los compuestos
utilizados, el volumen, las fechas y las parcelas. Respecto a las explotaciones
ganaderas se apuesta por buenas prácticas en el manejo de los excrementos
animales para que no superen los límites permitidos por la UE (España está
advertida por superar las emisiones de amoniaco). Para el tratamiento de los
nitratos se recomienda impermeabilizar las áreas accesibles a los animales,
aplicar pendientes en el terreno que faciliten la evacuación de los efluentes,
tener suficiente capacidad de almacenaje y recoger por separado las aguas de
lluvia para que no se mezclen y formen corrientes tóxicas que terminan
contaminando los acuíferos.
En su variante meramente económica, el negocio de las
macrogranjas, que solo beneficia a las grandes integradoras, apunta a
convertirse en otra burbuja cuyas víctimas serán los pequeños inversores y la
España vaciada. Como en otros sectores, las integradoras buscarán normativas
más laxas y precios más competitivos cuando la legislación española sea más
exigente, y aquí se quedaran los ganaderos con sus hipotecas y sus animales.
Será la puntilla para los pequeños pueblos, que ya ni siquiera podrán ofrecer
sus recursos naturales y su patrimonio como atractivos turísticos porque
estarán contaminados. Un ejemplo de ello es el municipio albaceteño de Balsa de
Ves, donde se instaló una macrogranja de cerdos en 2006 cuyos promotores se
comprometieron por escrito a crear 19 puestos de trabajo y nunca superaron los
5. El pueblo ha perdido en este tiempo el 40% de la población y su alcaldesa
actual, Natividad Pérez, cree que esta explotación ha hecho un gran daño a su
municipio y ha cerrado las puertas al turismo rural.
Castilla La Mancha tiene un enorme potencial en el
aprovechamiento sostenible de sus recursos naturales y patrimoniales. Algunos
ya están amenazados por la presencia de este tipo de instalaciones, otros, como
es el caso del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel han ganado la primera
batalla. Esperamos que el reciente informe de la ONU sobre la insostenibilidad
de nuestro modelo alimentario actual sea otro argumento en la defensa de la
vida en el Planeta.
M. Félix de San Andrés
Pan para hoy... y hambre para mañana.
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