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Iglesias y Sánchez se saludan tras la Moción de Censura a Rajoy |
Una vez más, desde las elecciones de diciembre de 2015, se intenta que
una amplia mayoría parlamentaria progresista no pueda hoy gobernar. Ocurrió en invierno de
2015, volvió a ocurrir en la primavera de 2016 y vuelve a ocurrir ahora. Con
uno u otro pretexto, quienes han sido derrotados por las urnas– sus dos
partidos, liderados por Casado y Rivera, han sido barridos por los electores–
tratan de darle la vuelta al resultado impidiendo que Pedro Sánchez pueda
gobernar con las restantes fuerzas parlamentarias progresistas. Todavía no es
oficial el resultado de las elecciones generales y ya desde todos los medios de
comunicación que controlan se atreven a dictar a Pedro Sánchez qué tipo de
gobierno debe formar. Desde algunos staffs mediáticos, cooptados por los
grandes bancos, se pretende dirigir a quien como el presidente del Gobierno sí
ha sido elegido por el pueblo español.
El manual del gobierno a gusto del consumidor del Ibex es variado. Desde los que
aconsejan el contubernio con una de las tres derechas, Albert Rivera, a los que
insisten en que el PSOE gobierne en solitario, a los florentinos
que se avienen incluso a alguna posible incorporación ministerial
decorativa de Podemos sin atenerse a programa alguno. La línea argumental es
tan idéntica como la clara finalidad de romper la mayoría electoral. El
pretexto oficial aducido, los 123 escaños del PSOE, olvida intencionadamente
que una mayoría aritmética nunca es una mayoría política. Sin un gobierno de
coalición o un sólido pacto de legislatura, basado en unos concretos objetivos
políticos, una mayoría cuantitativa nunca pueda dar el salto a una mayoría
cualitativa. Nadie mejor lo sabe que estos letratenientes del Ibex que se atienen al guión
de los intereses creados.
Justo porque Pedro Sánchez no va a
encontrar un aliado más fiel e inteligente que Iglesias, como se demostró a lo
largo de los últimos nueve meses, los escribas sentados apuntan ya contra
Podemos. Pese a la extraordinaria sensatez de los morados o precisamente
por ello se dispara contra Pablo Iglesias. Como ya no pueden acusarles de
radicales, ahora ponen el acento en que el PSOE se basta por sí solo para
gobernar sin necesidad política alguna de un amplio apoyo parlamentario basado
en los 166 escaños. Nada más falso. Quienes han sido ampliamente derrotados por
las urnas del 28 de abril, la oligarquía a la que sirven estos analistas, necesitan
separar al PSOE del resto de las fuerzas progresistas como primer paso para
mañana enfrentarlas. Ya señalaba bien Carlos Marx en el 18 de Brumario que ‘sin
un coro, el solo progresista se convierte en un canto del cisne’.
Ese es el riesgo grave que corre Pedro Sánchez si cae en la mala
tentación de separarse de Pablo Iglesias. Sin una sólida mayoría, con un
inequívoco programa social, las fuerzas democráticas no podrán hacer frente a
la seria amenaza de Vox. Ni Casado, ni Rivera, son ningún problema para
Sánchez; sí lo puede ser, por el contrario, el nacionalpopulismo si prende en
los sectores populares golpeados por la crisis como han prendido ya en Francia
e Italia. Solo el PSOE y Podemos pueden dar esta batalla social si logran
imponer la política social que la derrotada derecha elitista, Ciudadanos, busca
siempre obstaculizar. Que hoy mismo el nacionalpopulismo no haya alcanzado sus
elevadas expectativas no devalúa la gravedad de su irrupción en el escenario
español. Ya se lo advertían la misma noche del 28 de abril desde Ferraz los
socialistas que celebraban el triunfo de Sánchez: Con Rivera, no.
El tipo de gobierno que necesita Pedro Sánchez es, por supuesto,
discutible. No lo es, sin embargo, la necesidad de un programa de gobierno progresista
concretado, tanto en sus fechas como en sus objetivos, que pueda ser elaborado
junto con Podemos y las restantes fuerzas progresistas. No se trata de ir
contra el Ibex, ni mucho menos, sino que el Ibex no forme el gobierno Sánchez
como contribuyeron a formarlo, sobre todo en el área económica, bajo los
gobiernos de González, Aznar, Zapatero y Rajoy. El chantaje político que ya le
plantea el Santander, BBVA, Prisa y Godó– ‘pax mediática a cambio de un gobierno
progresista’– es tan solo el primer pulso que le echan los que no
pasan por las urnas ni aceptan nunca su veredicto. Quien sufrió el acoso y
derribo del viejo PSOE, apoyado por todos los medios de comunicación, sabe muy
bien lo que se juega.
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