Los actuales responsables políticos de derechas del Gobierno
de España y de muchas comunidades autónomas siguen con el mantra repetitivo de
que las causas de la crisis y del brutal aumento del desempleo en nuestro país
son la deuda y el déficit público. Interesadamente y con una campaña de
comunicación muy eficaz han ido inoculando esa convicción y ese sentimiento
generalizado en muchísimos, demasiados, ciudadanos.
Pero conviene que, una vez más, se intente poner los puntos
sobre las íes para que, de la mentira o las verdades a medias o manipuladas, no
se llegue a la convicción de que la culpa de todos los malos proviene
exclusivamente de los socialistas, que gobernaban antes y alimentaron ese
despilfarro. Puede ser verdad, en casos muy contados, que se consintieran
gastos e inversiones no suficientemente eficaces, eficientes o justificadas.
Como otros muchos gobiernos de colores ideológicos variopintos de todo el
planeta. Pero hay que comenzar a desmontar todo este malintencionado entramado
argumental con unas cuantas afirmaciones:
-Los financieros, banqueros, especuladores y los políticos
irresponsables que desregularon el mundo de las finanzas y los Mercados fueron
los verdaderos culpables del hundimiento de una política de créditos
razonables, fluidos y suficientes para particulares, autónomos,
administraciones públicas y empresas.
-Ayudar a no hundirse a los especuladores avariciosos y para
que siguieran con sus beneficios inmorales y sus sueldos directivos
escandalosos se hizo con dinero público, aumentando los déficits de las cuentas
públicas.
-Estos apoyos financieros, que continúan, no repercuten
actualmente en más y mejores créditos para particulares, autónomos o pequeños
empresarios.
-Aprovechando malintencionadamente este descuadre de los
presupuestos públicos, muchos gobernantes irresponsables, que creen más en lo
privado que en lo público (paradigmáticas son las situaciones de las CC.AA. de
Madrid, Castilla-La Mancha, Valencia…), están desmantelando los servicios
públicos en general, y los básicos (educación, sanidad, pensiones, dependencia,
servicios sociales) en particular. Alimentan la imagen de despilfarro,
privilegios, bajo rendimiento de los servidores públicos, para hacer recortes
brutales e indiscriminados.
-Prometen en la oposición (los actuales responsables del
Gobierno de España y de múltiples comunidades autónomas) que resolverán el
"paro sangrante" simplemente con llegar al gobierno, y nos vamos
encontrando con que aumenta el desempleo general y muy en particular el de
trabajadores públicos. Eso facilitará la privatización de los servicios
públicos, más costosa y nada favorecedora de una verdadera igualdad de
oportunidades. Una privatización tan ansiada por dichos gobernantes que uno
piensa que será más bien para lucrar a amigos o cercanos por encima del interés
público.
-Nos siguen inoculando la idea de los grandes grupos de
pensamiento único y de presión conservadores de que los mercados y la
iniciativa privada son eficientes y que el peso de los Estados es excesivo. Muy
discutible e interesado.
-La crisis actual es más que económica. Tiene profundas
repercusiones humanas, sociales, políticas… Y no es la causa de todos los males
ni puede ser la justificación de todos los recortes y desmanes para cargarse
todo lo "público y de interés general".
-Lo de "refundar un nuevo capitalismo" se quedó
frenado por la cobardía inimaginable de los políticos más influyentes del
planeta ante la presión de los poderes financieros. Ni se regulan las
transacciones financieras, los productos financieros-basura, la especulación
desmedida, el excesivo poder interesado de las agencias de calificación, los
ajustes desmedidos en los gastos públicos y la depresión-recesión de las
economías, que además están provocando los desastres sociales de desempleo,
desahucios y pobreza creciente. Todo esto resta ingresos a las arcas públicas
vía impuestos, cotizaciones sociales, tasas… Así será imposible llegar a una
economía sostenible y equilibrada.
-Como nadie meta el diente seriamente a la necesidad
imperiosa de fiscalidades más progresivas y más justas, haciendo recaer mayor
carga impositiva de los más ricos y poderosos, seguiremos arrastrando una
injustísima fiscalidad. Financiar los servicios públicos básicos (educación con
I+D+I, sanidad, pensiones, servicios sociales como la dependencia) es
perfectamente posible con una armonización de la fiscalidad sobre las personas,
las empresas y las rentas de capital.
-Todos podemos entender y hasta estar de acuerdo con
adelgazamientos razonables, racionalizados y objetivables de determinados
gastos públicos y de la imprescindible eficacia y eficiencia de los servidores
públicos (funcionarios, interinos y contratados), que deberían ser evaluados
para lograr equipos de trabajadores públicos ejemplares y la capacidad de
prescindir de los corruptos e ineficaces. Que no dé lo mismo hacer que no
hacer, hacerlo mal que hacerlo bien, atender con calidad y calidez a los
ciudadanos ya que están su servicio y pagados por ellos.
-El pasado no nos pertenece ni se puede recomponer, el
presente es todo nuestro y el futuro es un préstamo de nuestros hijos y nietos.
-No podemos quedarnos impasibles o resignados ante lo que
suponen decisiones o hechos consumados basados en creencias como:
-La disminución
indiscriminada y generalizada de los gastos públicos como educación,
investigación o políticas familiares, comprometerá el futuro económico y de
cohesión social de España y Europa.
-Las actuaciones
neoliberales intensivas y extensivas pondrán en entredicho la cohesión social y
hasta la paz social.
-No aumentar los
impuestos al sector financiero, a los grandes patrimonios y fortunas y a las
rentas elevadas llevará a la incapacidad de un Estado de Bienestar razonable.
-Muchos conservadores
y poderosos piensan que los impuestos son una desgracia y que los programas
sociales son inmorales porque hacen a la gente dependiente.
-Nacemos desiguales y
si queremos una igualdad real de derechos se precisa una verdadera y eficaz
igualdad de oportunidades.
¡Cuidado! con alguna derecha conservadora, que practica una religiosidad
basada en el cinismo, en la hipocresía y en la mentira de ser muy caritativos y
poco justos, de apuntarse a todas las fórmulas de beneficencia religiosa o
filantrópica y no pueden compartir la solidaridad como valor humano y ciudadano
universal.
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