A lo que más le temía aquel núcleo de galos irreductibles era a que el cielo se les viniera sobre sus cabezas. La idea que da el tema es la de algo grande y pesado que se te cae encima de forma horizontal y sin remedio. El siglo XX y la lucha de clases la afrontamos desde la “izquierda” desde esa perspectiva. Todo preparado, programado y organizado para la revolución. El resultado fue una estrepitosa derrota.
Sin las herramientas necesarias, pero con el instinto del que se encuentra en medio de un laboratorio jugando el papel de un elemento químico/social más, intento tener una visión histórica de este momento. He de confesarles que mis dudas, son más que las certezas. Haber llegado a esa conclusión para mí, ha sido un gran avance.
Tal vez todo empezó aquel mítico 15M: la primera respuesta inesperada; plástica, desbordante, ilusionante, fluida, creativa, participativa y ante todo antimonolítica. Pero, ¿Por qué fue posible aquél día? ¿Qué había ocurrido para que la sociedad respondiera de aquella forma? La élite europea se había dado a la expropiación de los bienes comunes de los países del Sur de la UE, acumulados durante siglos. El nuevo imperio alemán iba imponiendo poco a poco al resto de los estados de la vieja Europa el vasallaje. Esa estrategia de robo organizado por los de arriba, no hubiese sido posible sin la mutación de las sociedades que iban a ser asaltadas. Fagocitarlas, y convertir en plastilina las zonas de poder y solidaridad que cohesionaban a los ciudadanos, era un objetivo imprescindible. Una vez desestructurada la sociedad desde ámbitos como lo socioeconómico, hasta las relaciones humanas; la mujer y el hombre han ido pasando a ser seres inestables, insatisfechos, socialmente aislados y han mutado. Lo han hecho a una velocidad histórica tal que ha sido difícil percibirla (al menos para los humanos de a pie como yo). Hemos mutado, y nuestras respuestas a la agresión del sistema han ido impregnadas de esa mutación. Sin darnos cuenta, los ciudadanos hemos pasado a ser los elementos químicos que componen el experimento y al mismo tiempo los investigadores que en una suerte de ensayo error, error ensayo, vamos aprendiendo sin saber en qué va a terminar esta sopa.
El imperio avanza, como si se tratara de un proceso final de neocolonización, donde la Káiser Merkel ordena desde Berlín o Bruselas y sus cónsules en la colonias, van siguiendo de cerca como continúa la campaña de rapiña. El neocapitalismo alemán, se va implantando desde la periferia del centro, los países del sur de la Unión Europea, hacia el centro.
Es posible, a pesar de la violencia social a la que nos están sometiendo, que sea también en el propio Sur donde se encuentren las alternativas que desde el centro de la UE nos están imponiendo las élites. ¿Cuáles son? No lo sé. Pero tal vez no lo estemos haciendo mal, buscando lugares de encuentro, de debate y coordinación, tejiendo redes de resistencia. Tal vez, ha llegado la hora del Sur, de abandonar la UE y buscar una vía propia. Tal vez sean, Tiempos del Sur.
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