Ahora que parece que se van abriendo camino ideas como la Renta Social Básica, la expropiación temporal de viviendas o el alquiler social, debemos retomar los impuestos ecológicos si queremos disponer de una palanca con la que asegurarnos un futuro.
El céntimo de las bolsas de basura, un éxito total de la Junta de Andalucía, es el camino a seguir. La comunidad tiene competencias y debe ejercerlas.
Es poco conocido que, durante la noche, España desperdicia millones de megavatios de electricidad eólica que ni consume ni puede almacenar. Y es algo más conocido que, durante el día, tenemos una capacidad de producción de electricidad solar suficiente para atender miles de veces nuestras necesidades. Ambos, el viento y el sol, son gratuitos. Su energía sabemos aprovecharla, tenemos empresas y tecnología propia.
¿Cómo es posible que la desperdiciemos, que paguemos por barras de uranio para las centrales nucleares, que paguemos gas y petróleo para electricidad, calefacción y para mover nuestros vehículos?
La respuesta hay que buscarla en la ignorancia de una parte de la sociedad de estas realidades, en la inercia conservadora de la mayor parte de nosotros y, por último, en la ausencia de liderazgo social. Y la mayor responsabilidad reside en los economistas falsarios y en los políticos venales, en quienes sabiendo que lo que dicen es mentira, hacen filigranas para mantener el statu quo y beneficiarse de la actual situación en perjuicio del conjunto de la sociedad y de su propio futuro como especie.
Los economistas falsarios
Desde que Pablo Neruda describió a los abogados del dólar, echo en falta que otro poeta mire a los economistas falsarios, los que se hacen trampas en el solitario a sabiendas para llevarse una parte de la tarta cerrando los ojos sobre su pestilente origen.
La electricidad nuclear se dice que es la más barata del mercado por los economistas falsarios y por las empresas eléctricas. Y es verdad si solo se consideran los 30 años que se calcula la vida útil de una central nuclear. Pero el problema es que pasados 30 años, hay que seguirse ocupando de sus restos radiactivos. Y las empresas no se hacen cargo ni siquiera de las indemnizaciones que causan durante su vida útil…porque es imposible. Los daños son tan elevados que, como siempre en la economía neoliberal, mientras los beneficios son privados, las pérdidas son nuestras, públicas. Los daños nucleares nadie en el mundo los cubre. No hay ningún seguro en ninguna parte que los ampare. Mire usted cualquier póliza que tenga en casa. Por eso debemos llamar falsarios a los economistas que solo dicen una parte de los costos económicos de una actividad cualquiera.
Pasemos ahora al petróleo y el gas. Aquí también vemos lo mismo. Quien vende esos combustibles fósiles obtiene un beneficio porque no se hace cargo de los daños que su combustión origina. Si en las ciudades mueren miles de personas por enfermedades derivadas de la contaminación del aire, no se hacen cargo. Si las plantas y animales enferman, mutan o incluso desaparecen por efecto del cambio climático que producen los gases de la combustión, no se hacen cargo.
Mientras carecíamos de alternativas a esa situación, la sociedad ha mirado hacia otro lado, considerando un daño colateral que había que asumir por los grandes beneficios sociales que la electricidad y el trasporte nos permiten. Pero ya no es así, ni para la electricidad ni para el trasporte. Tenemos en las energías hidráulicas, eólica y solar más que suficiente para abastecer nuestras necesidades. Generando actividad económica, aumentando el empleo y, sobre todo, revolucionando la productividad como consecuencia del abaratamiento de uno de sus factores básicos, el energético, presente en mayor o menor medida en todos los sectores. Solo tenemos que hacer pagar a cada energía sus costes totales, acabando con la actual situación de beneficios privados y pérdidas públicas.
El coche eléctrico
Habida cuenta de que por la noche disponemos de gran cantidad de electricidad que ni consumimos ni podemos almacenar, el coche eléctrico, que se cargará de noche, es imprescindible ya.
Incluso en Málaga, teórica capital mundial del coche eléctrico merced al programa Smart City en el que colaboran empresas japonesas, he tenido que posponer la compra de un coche eléctrico porque ni siquiera en Antequera hay previsto recarga, con lo que la movilidad queda reducida a una zona entre Málaga y Marbella.
Habida cuenta del coste de los postes de recarga rápida, unos 3.000€ y del tiempo necesario para la recarga, mínimo media hora, la solución de recargar me parece cuestionable. Por el contrario, si lo que hiciéramos cuando nos falta energía es solo cambiar la batería del coche: uno, ésta se habría cargado de noche a baja tarifa aprovechando la electricidad eólica; y, dos, la operación de aprovisionamiento de energía duraría lo que tardamos ahora en una estación de servicio.
Para implementar esta solución, hay que uniformizar las baterías de los vehículos eléctricos. Es decir, normativa, al igual que existe con las bombonas de butano. Si España dialoga con las marcas más desarrolladas, Renault, Peugeot y Toyota, puede encontrar soluciones útiles para todas las partes. E incluso puede auspiciar en las abandonadas instalaciones de Santana en Linares el desarrollo de vehículos eléctricos made in España con batería extraíble. Eso de que el sector público no puede tomar iniciativas si las empresas privadas no lo hacen por sus intereses y dependencias con la industria del petróleo, debe pasar al olvido, igual que ha pasado aquello de que el sector privado gestiona mejor que el público, como nos recuerdan cada día los sanitarios madrileños, que ya disponen de los resultados de las reformas de Thatcher en la sanidad británica. y como nos dicen las estadísticas de EE.UU., que con un enorme gasto sanitario ni siquiera proporciona servicio a toda la población.
Hacer la normativa no cuesta nada. Si las empresas privadas que ya están en el coche eléctrico quieren colaborar, estupendo. Y si no, para esos están los impuestos, para financiar las actividades de interés público, en este caso, para fabricar coches que no contaminen y de paso abaraten nuestros costes de trasporte. Y deben pagarlos quienes sigan produciendo o comercializando coches contaminantes o que no cumplan la normativa.
Electricidad más barata y mejor
¿ Por qué hemos de pagar por la electricidad uno de los costes más altos de Europa? ¿ Cómo es posible que, pese a ello, la deuda que los ciudadanos tenemos con las eléctricas no deje de aumentar? Según el sr. Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, esa empresa en la que presta sus servicios Felipe González, porque se paga mucho a los productores de electricidad solar y eólica. Y lo dice incluso en reuniones en el extranjero donde presuntamente iba a difundir y apoyar la llamada “marca España “.
Vayamos por partes. Ya hemos visto que en la actualidad no se cobra a las eléctricas el daño que causan a la población, muertes incluidas, ni a los animales y plantas que contaminan. Es decir, esa parte de la electricidad genera beneficios para Iberdrola y pérdidas a los ciudadanos, que han de pagar impuestos para pagar tratamientos sanitarios directos a los que se contaminan por el aire y a más largo plazo a quienes consumimos carne o verduras emponzoñadas, entre otros daños.
Por otra parte, es verdad que la implantación de nuevas tecnologías, como pasa siempre, es más caro que usar lo que ya existe. El que fabricó la primera rueda tuvo un trabajo extra que se ahorró quien siguió cargando a lomos. Pero no parece, visto ahora, que aquella actividad no fuera rentable.
Pues igual pasa con las renovables. Hace diez años eran más caras que las otras, por lo que había que pagar un extra por ponerlas en pie. Pero ya hoy es más barato producir electricidad solar que comprarla al sr. Sánchez Galán. Eso no se lo he oído decir.
La solución para mí es muy sencilla. Si se pretende quitar a las renovables las primas que permitieron su desarrollo porque cuestan dinero, llevando a la ruina a quienes invirtieron en ellas, porque pensaban que hacían algo bueno para todos, al abrir un camino hasta ese momento inexplorado, por la misma razón vamos a dejar de pagar las deudas a las eléctricas. Total, puestos a introducir inseguridad jurídica, a incumplir los compromisos. ¿Por qué a unos si y a otros no?
Tenemos otra solución. Vamos a introducir impuestos ecológicos que graven la electricidad convencional de forma que cubran los daños que producen, según el principio del que contamina paga. Y, paralelamente, vamos a aprovechar que ya es más barato producir electricidad solar que convencional. Porque mejora nuestro bolsillo y la productividad de la economía, al disminuir el coste del trasporte y la energía. Y las deudas se van pagando con los impuestos que se recaudan.
Es verdad que eso no le va a gustar tampoco a Gas Natural, esa empresa en la que trabaja Jose Maria Aznar, quien ha de pagar por el gas aunque no lo consuma. Recientemente pagó 1.000 millones de € a Argelia por ese concepto. Pero ése es el problema de las empresas que hacen cálculos equivocados. No es nuestro problema. El caso Bankia, etc. no puede repetirse. Quien se equivoque, pierde y desaparece. Se llama economía de mercado y mientras estemos en este sistema, no vale utilizarlo solo cuando les interesa a los grandes consorcios.
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