Durante
muchos años en nuestras sierras ocurrió un drama silenciado. Entre sus temas
menos tratados uno fue el de la sexualidad.
Miguel López Cabezas y Manuela López Cabezas "Los Parrilleros" |
Abordamos un tema de los que no se
tocan mucho cuando hablamos sobre el maquis. Nos referimos a la sexualidad
y la guerrilla, que pese a que cada vez hay más libros y estudios sobre
el maquis, sigue siendo un asunto poco tratado. Y la verdad, es que si partimos
de que nuestros protagonistas eran grupos formados mayoritariamente por hombres
jóvenes, a los que la represión, la violencia y el miedo los hacían vivir lejos
de pueblos y ciudades, con lo que eso implicaba, como estar alejados de sus
parejas, los que las tenían, o del sexo opuesto los que no, por no rebuscar un
poco más e investigar sobre la homosexualidad o transexualidad, que aún siguen
siendo temas tabú, nos deja un panorama que dio pie a todo tipo de situaciones,
trágicas unas, surrealistas otras, pero sobre todo, alejadas a lo que tendría
que haber sido la normalidad.
Empezaremos asumiendo que otra de
las consecuencias de nuestra guerra civil, una vez visto el trato que
dispensaban los vencedores a los vencidos, fue la separación de maridos y
mujeres, o de simples parejas, pues los unos tuvieron que marchar a la sierra,
y en la mayor parte de los casos, ellas se quedaron en los pueblos. Por un
lado, eran las “mujeres de los rojos o de
los fugaos”, con lo que estaban bajo vigilancia y sufrían diversos tipos de
represión. A esto se unía la imposibilidad, durante la mayor parte del tiempo,
de ver al otro miembro de la pareja, y acarreaba para ellas el tener que
ocuparse habitualmente de las tareas que tendría que haber realizado el varón,
además de las suyas propias. Según se fue alargando la estancia de los huidos
en las sierras, empezaron las visitas a sus compañeras, tanto para ver cómo
estaba la familia, la casa, las tierras y también para mitigar la forzada
abstinencia. Estas visitas fueron descubiertas antes o después en la mayoría de
los casos, lo que traía habituales registros y diversos abusos, y, en muchas
ocasiones, la detención o el asesinato del guerrillero y la encarcelación de la
mujer. Como le ocurrió a Andrés Galufo y Magdalena Cano, su compañera y enlace,
acabando él condenado a muerte y ella encarcelada. Peor suerte corrió Julia
Llamas, quien empezó siendo enlace de Fernando Ruiz “Fernandillo” y acabó
siendo su amante, descubiertos por la guardia civil ella resultó mortalmente
herida y él condenado a muerte.
La lista de guerrilleros muertos
durante las visitas a sus compañeras sentimentales es larga, entre ellos,
“Culomojado”, “Raxau”, “Rendueles” o Fernando Prieto “Alegría”, por citar algún
ejemplo.
Hemos de tener en cuenta que las
figuras de algunos guerrilleros llegaron a mitificarse bastante en los lugares
por los que actuaban, lo que en diversas ocasiones favoreció a estos a que
pudieran disfrutar de la compañía y las atenciones de mujeres que les servían
de enlaces, pese a estar muy mal visto, o prohibido, tener o intentar tener
relaciones sexuales o sentimentales tanto con mujeres que hacían el papel de
enlaces como con las mujeres o hijas de los enlaces masculinos. Primero por
estar pésimamente considerado y segundo por las delaciones que podían provocar
los maridos o padres burlados.
Por desgracia, la testosterona
masculina creó un montón de situaciones que una vez más, acabaron de malas o
peores maneras. Entre las situaciones creadas, hubo quienes tuvieron que
cambiar el lugar donde se escondían, como Andrés “El Gitano”, a bajas
provocadas por delaciones maritales como la de Victoriano Coto “Salvaje”, o
cuando eran pillados “in fraganti” como Generoso Rico, quien fue golpeado por
el marido, primero con un martillo y después con la culata de su fusil,
quedando muerto allí mismo, dejando como trágica anécdota que el marido fue
condenado a 20 años, no por el asesinato del guerrillero, sino por haberle dado
cobijo. Puestos a empeorar las cosas está el caso de Tomás “El Chaparro”, que, mientras
estaba escondido en el cortijo “Nicolasa”, empezó a mantener relaciones
sexuales con la cortijera y ante el peligro de delación del marido acabó por
ahorcarlo con el beneplácito de la mujer. O casos como el de Abelardo Díaz, quien,
como su mujer estaba estrechamente vigilada, tuvo de enlace a su cuñada
Balbina, con la que al final terminó manteniendo relaciones sexuales.
Otras veces, se llegó al
enfrentamiento interno al tener dos guerrilleros pasiones por la misma mujer. La
partida del “Maestro de “Villarmeirín” terminó por escindirse por la lucha
provocada por el supuesto amor a Estrella Chacón. La partida cordobesa de “Los
Jubiles” ejecutó a Juan “El Boy” por mantener relaciones sexuales con la
cortijera que los escondía ante la denuncia del marido. Posteriormente el
marido explicó que “El Boy” no había sido el único, pues también Francisco
Jubiles, uno de los líderes de la partida, las había mantenido y ya cada cual
que saque sus conclusiones. En una partida de los Ancares leoneses, Vicente y
Ángeles “los Maños” fueron asesinados por otro guerrillero del grupo, Manuel
Bernárdez “El Asturiano”, quien pretendía a una enlace. Cuando el resto del
grupo descubrió los hechos ejecutaron al “Asturiano”.
Manuel Fernández “Lolo” acabó con la
vida de su amigo y compañero de partida Víctor Argüelles al no conseguir a la
compañera de este. Tras una noche de alcohol le disparó siete veces y, para
empeorar la situación, cuando salió de la casa se encontró con el vecino
Fernando González, que acudía alarmado por los disparos, a quien eliminó de un
disparo en la cabeza. “Lolo” terminó asesinado por otro miembro de su partida,
pues desde el día de autos, habían dictado su sentencia de muerte. Aurelio
Álvarez fue cercado por la guardia civil, pues mantenía relaciones con la mujer
que lo escondía, y el marido, al descubrirlo, lo delató. Los agentes terminaron
con su vida y, durante el tiroteo que se produjo, resultó herido el marido,
Amado Arias, a quienes los guardias obligaron a abrir la puerta de la cabaña
donde estaba escondido el guerrillero. Amado fallecería pocos días después.
Cuando los guerrilleros no tenían
mujeres o compañeras a las que visitar, para combatir la abstinencia se
recurría a los burdeles o prostitutas, otra conducta que también estaba mal
vista por la guerrilla, pues, por un lado, “empañaba” la imagen del guerrillero
y, por otro, se sabía que normalmente estaban controlados por la policía,
aunque no por eso dejaron de visitarse. De hecho, en algún informe guerrillero
aparece el dato de que después de ciertos golpes exitosos, algunos guerrilleros
“desaparecían unos días y no volvía a
aparecer hasta haberse gastado en burdeles una parte de las ganancias”.
Bernabé y Luis Ordieres fueron
detenidos tras una visita al burdel El Cabaret, en Avilés, pero mientras eran
llevados a comisaría acabaron con la vida de uno de los policías que los
custodiaban y dejaron malherido al otro, tras lo cual se dieron a la fuga. No
tuvieron tanta suerte, en marzo de 1944, los integrantes del grupo de Antonio
Velázquez Murillo, en Granada, sorprendidos tras la delación de una prostituta
a un confidente de la policía en un burdel de la calle Piedra Santa. El asalto
terminó con tres guerrilleros muertos, Antonio Beltrán, Isidoro Gómez y Manuel
Terrón, perdiendo también la vida el inspector de la BPS Romero Funes. La
partida libertaria de “El cojo de la Porrada” aún fue un paso más allá e
instaló una de sus bases de actuación en el prostíbulo de Fregenal de la
Sierra, regido por Luisa Ramos “La Cortada”. ¿El final de la historia? el
previsible, asalto de la guardia civil al lupanar el 17 de octubre de 1947, en
el que perdieron la vida “El Cojo de la Porrada” y su hermano Domingo, y del
que salió herido Antonio Morgado. La respuesta a tiros del “Cojo” y su hermano
dieron tiempo a Antonio y otro compañero del grupo para que pudieran huir.
También nos consta que la partida de Los Jubiles pagó el servicio de varias
prostitutas pero tuvieron la precaución de que el encuentro fuera en un
apartado cortijo.
Si hasta este punto lo leído os
parece un cumulo de despropósitos, siempre podemos empeorarlo. Normalmente, los
guerrilleros eran gente idealista, pero como en todos lados había manzanas
podridas. Pese a estar castigados con la pena de muerte tanto los abusos
sexuales como las violaciones, ya fueran a enlaces como al pueblo llano, por
desgracia se dieron unos cuantos casos y, aunque fuera en pocas ocasiones, no
podemos obviarlas: Antonio López “Corchas” estaba tratando de violar a dos
chicas del pueblo de Gestoso cuando fue alcanzado por un disparo de su propia
escopeta, disparado por uno de los amigos de las abusadas, quedando herido de
muerte, pero aún tuvo tiempo de hacer varios disparos con su pistola, matando a
la joven de 24 años Celsa Gallego.
"El Comandante" y "El Manco de Agudo" |
El autor del disparo de escopeta
estuvo unos días atemorizado por las posibles represalias guerrilleras, por
suerte para él, la Federación de Guerrillas lo que hizo fue pedir disculpas,
alabar al chico y decirle que si él no hubiera acabado con “Corchas”, lo
habrían hecho ellos. Quizás la zona donde más violaciones realizó la guerrilla
fue en Ciudad Real y Badajoz. En Garbayuelas, “El Manco de Agudo” y “Gabino”
violaron a la mujer de un pastor en abril de 1944, reincidiendo un mes después
en Talarrubias con la dueña de una finca. “Chaquetalarga” fue acusado de varias
violaciones durante el periodo de huidos en las provincias de Badajoz y Ciudad
Real. Por tierras de Toledo, en 1948, vuelve a aparecer “El Manco de Agudo”,
esta vez acompañado de “El Comandante” y “Parrala” para forzar a una mujer en
Los Alares.
No vamos a entrar en este artículo en
los repetidos abusos sexuales y violaciones que efectuaron las fuerzas
represivas, falangistas, contrapartidas o tercios marroquíes sobre niñas y
mujeres que ejercieron como enlaces de la guerrilla, sobre las familiares de
los guerrilleros o con mujeres que nada tenían que ver con el tema, pues la lista
de víctimas sería interminable. Simplemente decir que se usó normalmente como
arma para acabar con la guerrilla y su entramado de enlaces, o simplemente para
demostrar quién había ganado la guerra y quién la había perdido, o como afirma
Pilar Maestro: “Se puede considerar, que
el cuerpo de las mujeres representó un frente político y sexuado, ya que se
convirtió en el punto de mira de unos brutales mecanismos punitivos
procedentes, por un lado, de la nueva violencia político-social que el
franquismo aplicaba a todos los grupos sociales desafectos a su régimen, y por
otro lado, la aplicación de los castigos comunes en cualquier tiempo de guerra.
Sin embargo, para un análisis más concreto de lo que representó para las
mujeres republicanas estas formas de castigo, he considerado imprescindible la
utilización del término ‘represión sexuada’ por representar la anulación de la
ciudanía femenina, por un lado, y por utilizar mecanismos represivos que atacan
directamente a los elementos característicos de la feminidad o del sexo, por
otro”.
Algunas veces
fueron las propias mujeres las que aprovecharon las debilidades de los hombres,
en palabras de alguna de las enlaces, cuando tenían que cruzar controles con
algún material peligroso, se ponían guapas, se hacían las tontas, echaban
sonrisas a los guardias y estos las dejaban pasar sin inspecciones rigurosas.
Otro tema a tener
en cuenta fue el de los embarazos, pues de repente la mujer o compañera de un
guerrillero quedaba embarazada y no se podía admitir que el guerrillero bajaba
a la casa, así que en muchas ocasiones el hijo se tenía que atribuir a un
tercero, con la connivencia de este y las habladurías que provocaba el caso. Si
no se atribuía a terceros, la guardia civil aumentaba los registros a la casa y
las posibles emboscadas y podían ejercer más medidas represivas por no haber
denunciado la presencia del guerrillero. El listado es largo, incluyendo los casos de las
guerrilleras que quedaban embarazadas en la sierra. Las hubo, como el caso de
Asunción Méndez (Agudo, Ciudad Real) que cuando se quedaron en cinta,
consiguieron junto a su pareja abandonar la sierra y esconderse en una gran
ciudad. Por desgracia, esto fue casi una excepción. En el caso de Manuela Díaz,
esposa del jefe de la partida de “Los Parrilleros”, cuando quedó embarazada de
este tuvo que entregar a su hijo a unos cabreros, muriendo el bebé unos meses
más tarde. Casimira Álvarez “La Jopa” de Navatrasierra se quedó embarazada en
la sierra y a los pocos días de dar a luz entregaron a su hijo en la finca “La
casita de papel”, fue trasladado a un orfelinato siendo adoptado
posteriormente. “La Jopa” fue detenida y encarcelada, y largo tiempo estuvo
buscando a su hijo, del que no volvió a tener noticias. Daniela Barroso
“Daniela” tuvo dos hijos en la sierra junto al guerrillero Pedro Sebastián
“Madroño”, la primera la entregaron a un pastor y con el tiempo les llegó la
noticia de que había muerto, aunque ellos creían que era un engaño para evitar
que la reclamaran posteriormente. Cuando tuvieron al segundo, al poco de nacer,
la guardia civil asaltó el campamento guerrillero. Daniela pudo escapar pero no
“Madroño”, quien se quedó con el niño en brazos, esposado bajó al pueblo y lo
entregó a la madre de su compañera. El niño murió poco después.
María Rodríguez dio a luz en la
sierra un hijo de “Chaquetalarga”, que entregó a un cabrero, y cuando salió de
la cárcel tampoco pudo seguir la pista del pequeño. Su hermana Paula Rodríguez
“Goyería” dio a luz tres veces en la sierra, teniendo que entregarlos en
diferentes sitios, y para colmo de males, ambas fueron abandonadas por sus
parejas guerrilleras, “Chaquetalarga” y “Miguelete”, acabando tiempo después en
prisión.
En lo que se refiere a las relaciones
homosexuales solo hay referencias de un guerrillero que se declaró abiertamente
homosexual. Podemos imaginar que en aquellos tiempos, con tanto macho ibérico
cerca, no debía ser nada fácil el hacerlo. Sería más que interesante conocer el
número real de homosexuales en la guerrilla, pero al igual que otros mucho, ese
dato quedará para el tintero de la historia. El guerrillero en cuestión fue
Mariano Bodas Crespo “Regate”, un cabrero de Toledo y, por extraño que parezca,
su orientación sexual no provocó ningún conflicto en el grupo y fue tratado con
normalidad.
Florencio Pla "La Pastora" |
Terminamos con el caso de “La
Pastora”, Teresa Pla Messeguer, que nació sin genitales claramente masculinos o
femeninos, y sus padres, para evitarle la mili y otros males la inscribieron
como Teresa. Objeto de humillaciones desde la infancia, trabajaba de pastora.
Siempre se consideró hombre aunque fuera vestida de mujer. Con la edad, sus
rasgos se masculinizaron más y un día un grupo de guardias civiles la
acorralaron y la desnudaron para burlarse de ella. Esta última humillación la
llevó a huir a la sierra donde se cortó el pelo, se vistió de hombre, se cambió
el nombre a Florencio y se integró en la guerrilla antifranquista con el apodo de
“Durruti”. Tras años en la sierra fue detenida y tuvo que pasar por su última
humillación: fue vestida nuevamente de mujer en el cuartelillo e ingresada en la
cárcel de mujeres. Finalmente, un informe médico lo declaró definitivamente
como hombre y fue indultado en 1978, tras veinte años en prisión.
Fuentes: Luchadores
del ocaso (Ramón García), El monte o la muerte (Santiago Macías), Huidos y
guerrilleros antifranquistas en el centro de España 1939-1955 (Benito Díaz), La
agonía del león (Carlos G. Reigosa), La resistencia armada contra Franco
(Francisco Moreno), Historia y memoria del maquis (Francisco Moreno), Hijos de
una guerra, Los hermanos Quero y la resistencia antifranquista (Jorge Marco),
Esperanza en la niebla (varios autores), Entre la supervivencia cotidiana y la
lucha política: Las mujeres en la resistencia antifranquista. 1939-1975 (Pilar
Maestro, trabajo de fin de grado) y Los Jubiles (Sánchez Tostado).
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