Central térmica y complejo petroquímico de Puertollano. |
Vean
aquí unas cuantas “buenas noticias” según un reportaje reciente
sobre la actualidad petrolera: “el pulso Irán-Arabia Saudí, las tensiones en el
Kurdistán o el impago de la deuda venezolana… presionan más los precios al
alza”. Explicación: la creciente amenaza de guerras, conflictos y miseria en
general va a mantener altos los precios del petróleo, y eso pone contentos a
los “señores del petróleo”.
Ante
una desfachatez de ese calibre, y puesto que los gobiernos son realmente
tímidos a la hora de despetrolizar, no nos queda otra solución que ponernos
manos a la obra nosotros mismos: ¡despretrolicémonos!, con permiso de la Real
Academia de la Lengua.
La
despetrolización personal no es tarea fácil: el petróleo es la base de miles de
productos que utilizamos cotidianamente, desde los más evidentes, como la
gasolina que alimenta nuestro coche, a otros más ocultos, como la vaselina
presente en muchos cosméticos. Como no es cosa de volvernos locos, vamos a
empezar por lo más importante.
Gasolinas
y gasóleos de automoción son una parte muy importante de las ventas totales de
derivados petrolíferos, decenas de millones de toneladas sólo en España. Aquí
la solución es fácil, y reduciremos de un plumazo nuestra tasa de
petrolización. No tenemos más que deshacernos de nuestro anticuado coche de
gasolina o gasoil y utilizar nuestras piernas para caminar o para movernos en
bicicleta. Si no podemos hacer un cambio tan drástico, podemos utilizar un
coche eléctrico, mejor compartido y siempre el transporte público. Aunque
muchos autobuses todavía utilizan gasoil, las flotas municipales están
cambiando rápido a modelos de gas natural, eléctricos e incluso de hidrógeno.
Como mínimo, siempre te puedes comprar un coche híbrido.
Lo
siguiente a examinar es la climatización de tu casa. Si usas gasóleo de
calefacción, te saldrá a cuenta cambiarte a gas natural o a la electricidad. Si
utilizas gases licuados del petróleo (propano y butano) tal vez tengas la
opción de utilizar electricidad para el agua caliente y la cocina.
Un
tercer petro-elemento omnipresente en nuestras vidas es el plástico. Más del
90% de los materiales plásticos proceden de la industria petroquímica. Es una
buena idea reducir drásticamente nuestro uso de plásticos desechables, lo que
se puede hacer fácilmente llevando una bolsa de tela doblada en el bolsillo.
Rechazando las bolsas de plástico, además, ahorras dinero, que ahora se cobran
a varios céntimos la unidad. También puedes reducir tus compras de plásticos
desechables eligiendo envases de vidrio, latas o bolsas de tela.
En
cuarta posición están los tejidos sintéticos, como el omnipresente poliéster.
Comprar ropa de algodón 100% o incluso de lana, lino u otras fibras naturales
no te costará mucho más y será mejor para tu salud –muchos de estos tejidos
sintéticos incluyen aprestos químicos que pueden ser agresivos.
Por
último, tenemos una enorme colección de artículos de consumo cotidiano a base
de petróleo o que incluyen derivados petrolíferos en su composición: jabones,
detergentes, cosméticos, ceras, parafinas, productos de limpieza en general,
juguetes de plástico, toda clase de gomas y objetos de caucho sintético, tupperwares,
cepillos de dientes, carcasas de ordenadores, pinturas, insecticidas, etc.
Aquí
podemos intentar comprar versiones a base de componentes no-petrolíferos de
jabones y cosméticos (lo que se llama cosmética natural) y en general, evitar
en lo posible comprar objetos de plástico y goma sintética. Pero esto puede
resultar muy difícil o caro: por ejemplo, las velas de cera cuestan mucho más
que las de parafina, aunque es verdad que no emiten compuestos tóxicos al
quemarse. Es una cuestión de prudencia y sentido común: no es probable que
encuentres cepillos con facilidad de dientes de madera, pero sí puedes
sustituir todos tus tápers de plástico por versiones de vidrio.
¿Y
qué podemos conseguir con la despetrolización, aparte de mejorar nuestra salud,
ahorrar dinero y mejorar nuestro planeta? Pues un cuarto elemento importante,
contribuir a reducir la cantidad de violencia organizada en nuestro mundo.
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