Decía el padre Arzallus que
el mundo de ETA (los chicos de la gasolina) agitaba el árbol y ellos recogían
las nueces.
Ahora Pujol, dice que tirando
de la rama, se puede arrancar el árbol. Pues mire usted, si el árbol está bien
enraizado, solo se desgajará la rama.
El vasco lo tenía más claro
que el catalán.
Valcárcel I “el magnífico”,
era más de ventilador, cuando aparecieron las primeras corruptelas, dijo (más o
menos): “Si ponemos en marcha el ventilador, vamos a terminar todos llenos de
mierda”. El caso es que, de todos los asuntos turbios de la Región de Murcia
(que son muchísimos), solo un alcalde es del PsoE (amigo de Juan Antonio Roca
de Cartagena-Marbella). “El magnífico”, está siendo investigado y puede que lo
imputen en una corrupción urbanística.
Siempre se ha dicho que los
árboles hay que enderezarlos de chicos. Pero hay árboles que su crecimiento es
recto y no precisan tutor. Pongamos, los cipreses. Por mucho que tires de la
rama de un ciprés, no lo vas a arrancar.
De un tiempo a esta parte y
en España, lo que está bien enraizado, es la corrupción. Los brotes verdes, son
los de la corrupción galopante.
Cuando mediante una ley lo
que es éticamente reprobable se convierte en legal, no deja de ser corrupción.
Artículo 135 de la cuchufleta constitucional; PPSOE.
Puertas giratorias.
Como consecuencia de haber
beneficiado desde las instituciones a determinadas personas, luego el político
es “contratado” en empresas relacionadas. Eso, es corrupción.
Lo que ocurre es que, en
lugar de árboles, estamos hablando de malas hierbas. Las malas hierbas, son
difíciles de erradicar; necesitaríamos muchos litros de glifosato. Con el tiempo y glifosato, los agricultores de mi
zona, han eliminado las hierbas de sus bancales; no se encuentra ni una brizna
en muchos de ellos.
Para eliminar los árboles
bien enraizados, primero hay que cortarlos por el tronco, después, con una retroexcavadora potente, se arranca el
tocón. Una vez se ha limpiado la zona, se hace plantación nueva.
Los árboles, necesitan cuidados
y uno de ellos, es la poda. Si un árbol no se poda, su madera de va endureciendo
y termina por secarse; de la madera endurecida, salen pocos brotes. Con la
poda, el árbol siempre tiene madera nueva y crece vigoroso. Si cuando empezaron
a emerger las corruptelas se hubiera actuado con celeridad cortando las ramas
podridas y echándolas al fuego, tendríamos una arboleda sana. La contaminación
es tan grande que, para sanear el sistema, se precisa arrancar lo que hay y
hacer plantación nueva.
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