Albert Rivera en la presentación de la plataforma España Ciudadana |
Hay españoles
jóvenes y mayores, trabajadores y empresarios, sanos y enfermos, centrípetos y
centrífugos, ricos y pobres, de derechas y de izquierdas, conservadores y
progresistas, hombres y mujeres, cristianos, judíos, musulmanes y no creyentes,
heterosexuales y homosexuales, republicanos y monárquicos, del campo y de la
ciudad. Hay españoles libres y españoles presos, españoles con vivienda y sin
ella, con trabajo y sin él, jubilados y estudiantes. Hay españoles que quieren
dejar de serlo, otros que están hartos de que algunos quieran dejar de serlo, y
otros a los que les da igual quién sea o sienta español y quién no. Hay
castellanoparlantes, gallegoparlantes, catalanoparlantes y vascoparlantes. Hay
insulares y peninsulares, drogodependientes y traficantes, corruptores y
corrompidos, defraudadores y patriotas fiscales, pensionistas y
medio-pensionistas. Y todos son españoles.
Todos los españoles son españoles, pero
no a todos les gusta el programa de Ciudadanos sobre la juventud y la tercera
edad, sobre el trabajo y la empresa, sobre la salud pública, sobre la
organización territorial, sobre la pobreza y la riqueza, sobre la igualdad y la
libertad, sobre la seguridad y la lucha contra la delincuencia, sobre las
pensiones y los impuestos, sobre el uso y promoción de las lenguas, el derecho
a usarlas y el deber de hacerlo, sobre la educación y sus contenidos.
La plataforma “España ciudadana” quiere
serlo todo al mismo tiempo, salvo nacionalista y populista. De momento, sin
embargo, es sólo “nacionalpopulista”, porque como banderín de enganche
no se esmera en dirimir más conflicto que el nacional, y esconde los demás
conflictos en un concepto amorfo de pueblo abducido por la nación. Pero eso
dura poco y no cuesta trabajo comprender que lo que hay es otra cosa. “España
ciudadana” sí tiene proyectos y propuestas para los diferentes conflictos
sociales que hay en España, y son proyectos de partido: es el programa de
Ciudadanos. No cuesta ningún trabajo entender que en “España ciudadana” el
sustantivo España es retórico, y que lo importante es el adjetivo. Lo
importante es Rivera y su partido. “Sea español, vote Ciudadanos”: ese es el
mensaje. España como enganche a favor de un partido y de un programa enfrentado
a otros partidos y otros programas que hasta hoy también se creían españoles.
La literatura política de todos los
tiempos está llena de reproches al patriotismo que se blande entre
compatriotas, al patriotismo identitario y excluyente y al patriotismo de
quienes se suben encima de la patria para que se les vea. Son olas destructoras
las que levanta esa pulsión. Sobre todo son olas desleales, siempre lo han
sido, porque instrumentalizan un sentimiento y un patrimonio inapropiables.
Cuanto más se asocie la bandera a una de sus partes, más crecerá la parte pero
menos valdrá la bandera. Y ese es el camino que decididamente ha emprendido
Rivera: crecer electoralmente a costa de una España beligerante, haciendo de
ella un sentimiento tan acogedor para unos como antipático para otros, tan
integrador para integrados como excluyente para los distintos, tan ilusionante
para unos como hostil para otros. Quien pretende hacer de su partido una
nación, acaba haciendo de su nación un partido.
Rivera ha transgredido una línea roja:
la de la deslealtad con su país. Los réditos electorales que obtenga serán
coyunturales, pero el daño puede ser de mayor duración. Más aún lo será si los
demás partidos deciden competir en españolismo con Ciudadanos, como es de
temer. Mucho más eficaz e inteligente, a corto y largo plazo, será desinflar
“España ciudadana” dejándola reducida a lo que es: “Ciudadanos”, un partido de
derecha ultraliberal y xenófobo si los sondeos animan a serlo. Lo más útil para
enfrentarse a este remedo low cost de Obama y Macron con tintes
joseantonianos será dejar a España a un lado y hurgar en lo que importa:
obligar a Rivera y a su formación política a pronunciarse sobre a qué españoles
va a beneficiar y a cuáles menos. Porque todos los españoles son españoles,
pero unos son ricos y otros no, unos son monárquicos y otros republicanos, unos
son unionistas y otros no, unos necesitan abaratar costes sociales y otros
pugnan por más salario, unos dependen de impuestos y políticas sociales y otros
menos, unos quieren más seguridad y otros más libertad, unos más identidad y
otros más derechos.
¿Por qué hablar de “nación” cuando lo
que queremos decir es “partido”?
Ctxt
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